Las pruebas para detectar la covid-19 fueron una herramienta clave durante la lucha contra la pandemia debido a que permitieron vigilar masivamente el comportamiento de esa enfermedad.

Además, después de que una persona recibía una prueba positiva, las autoridades sanitarias de todo el mundo establecieron protocolos para aislar al infectado, evitar que contagiara a otras personas y, con ello, salvar miles de vidas.

En esa medida, la pandemia de covid-19 mostró la inmensa necesidad de detectar a tiempo cuando una persona se encuentra contagiada con un virus que podría resultar potencialmente transmisible.

Una de las inquietudes que han tenido los científicos tiene que ver con la posibilidad de que aparezcan nuevos virus silenciosos que sean capaces de contagiar a cientos de personas antes de ser identificados, como sucedió con el nuevo coronavirus en China durante finales del 2019 y comienzos del 2020.

Por eso fue que varios investigadores de la Universidad de Yale desarrollaron pruebas que permitirían detectar varios virus que tendrían el potencial de afectar a los pacientes. La idea de estos test sería identificar estos patógenos a partir de una respuesta del organismo.

Los hisopados comunes generalmente no identifican la respuesta antiviral del sistema inmune. | Foto: AP

“Los investigadores de Yale descubrieron que las pruebas para detectar la presencia de una sola molécula del sistema inmunitario en hisopos nasales pueden ayudar a detectar virus sigilosos no identificados en las pruebas estándar”, indicó la Universidad de Yale a través de su portal de noticias

La investigación fue publicada en la revista Lancet Microbe el pasado primero de enero. La idea es ayudar a los funcionarios que trabajan en el sector salud para que puedan identificar enfermedades emergentes.

“Encontrar un nuevo virus peligroso es como buscar una aguja en un pajar”, aseguró Ellen Foxman, profesora asociada de Medicina de laboratorio e inmunobiología y la autora principal de la investigación. “Encontramos una manera de reducir significativamente el tamaño del pajar”, explicó la académica.

En ocasiones, las personas son portadoras de virus que no son identificados con facilidad por las pruebas diagnósticas más comunes. | Foto: API

Comúnmente, lo que hacen los trabajadores de la salud que se dedican a la vigilancia epidemiológica es estudiar patógenos en animales que podrían dar el salto a infectar a los humanos. El lío es que no saben cuál de esos miroorganismos podría revestir un verdadero riesgo para la humanidad.

“Para el nuevo estudio, Foxman y su equipo revisaron una observación realizada en su laboratorio en 2017, que pensaron que podría proporcionar una nueva forma de monitorear patógenos inesperados. Los hisopos nasales se toman comúnmente de pacientes con sospecha de infecciones respiratorias y se analizan para detectar firmas específicas de 10 a 15 virus conocidos. La mayoría de las pruebas dan negativo”, indicó la oficina de prensa de la Universidad de Yale.

No obstante, eran justo esas pruebas negativas las que despertaron la curiosidad de Foxman y su equipo. Aunque había pacientes cuyas muestras no tenían rastro alguno de los virus más habituales, algunas personas tenían signos en su sistema inmune que mostraban una respuesta antiviral. En otras palabras, sí estaban contagiadas con algún tipo de virus.

“El signo revelador fue un alto nivel de una sola proteína antiviral producida por las células que recubren las fosas nasales”, narró el comunicado de prensa.

Allí fue cuando Foxman y su equipo decidieron aplicar algunas técnicas de secuenciación genética a las muestras que habían tomado antes y que tenían presencia de esa proteína. Entonces, por ejemplo, encontraron el virus de influenza C, conocido también como virus de influenza inesperada.

Saber cuál será el siguiente virus que provocará una pandemia es una tarea difícil para los organismos de vigilancia epidemiológica. | Foto: Copyright 2020 The Associated Press. All rights reserved.

A su vez, contaron que usaron las muestras para verificar si ya se había identificado la covid-19 en el estado de Nueva York en marzo de 2020. El resultado fue sorprendente: el virus ya estaba circulando en esa región antes de que se identificara el primer caso positivo, pues los investigadores encontraron 4 muestras en las que había presencia del nuevo coronavirus.

“Los hallazgos revelan que las pruebas de una proteína antiviral producida por el cuerpo, incluso si las pruebas de virus respiratorios conocidos son negativas, pueden ayudar a identificar qué hisopos nasales tienen más probabilidades de contener virus inesperados”, concluyeron en la Universidad de Yale.