El pasado 3 de febrero autoridades de Chile encontraron en el desierto de Atacama los cuerpos de dos personas que intentaban cruzar de manera ilegal la frontera en la zona conocida como Pampa Toldo.
Ambos fueron identificados como Elvia Tomasa Valencia Cuero, una mujer colombiana de 36 años, y Vladimir Godefroy Araujo, venezolano de 69 años, quienes al parecer fueron abandonados por sus compañeros de viaje.
El cuerpo de Carabineros fue alertado en la madrugada de ese miércoles por un grupo de personas que se toparon con los restos de Araujo en mitad de la nada.
Al parecer, ambos hacían parte de un grupo de migrantes que se dirigían al pueblo de Colchane, desde donde cientos de ciudadanos parten hacia ciudades como Santiago o Iquique, buscando nuevas oportunidades de vida en Chile.
Medios de comunicación de ese país señalan que los restos fueron hallados por uniformados hacia las 3:00 de la madrugada, separados por 1 kilómetro aproximadamente el uno del otro.
Vladimir Godefroy murió en cercanías del lado norte del complejo fronterizo de Colchane, mientras que Elvia Tomasa fue encontrada a casi un kilómetro al sur de Cerrito Prieto, a las 6:00 de la mañana del 3 de febrero.
Sus identidades se conocen porque, según autoridades chilenas, ambos portaban sus documentos de identificación pues ninguna entidad los había registrado o censado.
La investigación fue designada a la Brigada de Homicidios de la Policía de Investigaciones, según designó el Ministerio Público de ese país, pese a que desde un principio se aclaró que ninguno tendría signos o evidencias de maltrato, violencia ni “intervención de terceras personas”.
La primera hipótesis que se maneja es que las muertes se dieron por hipotermia, debido a las bajas temperaturas que se registran en esa zona de la cordillera de los Andes.
Equipos de salud de la zona le contaron a la prensa local que ambas personas presentaban síntomas respiratorios de covid-19 y no tendrían relación entre sí.
Esa zona de Chile ha sido escenario de una ola migratoria desde hace varios meses, mayoritariamente por parte de ciudadanos venezolanos. Esa misma semana cerca de 500 extranjeros habían sido trasladados hasta residencias sanitarias en Iquique para cumplir cuarentena, luego de ingresar a Chile por pasos fronterizos ilegales.
El ministro del Interior chileno, Rodrigo Delgado, dijo que en muchas ocasiones los migrantes llegan a ese país en malas condiciones por culpa de “empresas inescrupulosas” que los llevan por caminos en condiciones climáticas y geográficas “muy adversas”, como el inclemente desierto de Atacama.
Por eso, anunció que las Fuerzas Armadas “redoblarán el esfuerzo en la frontera”, mientras el alcalde de Colchane denunció que allí “no hay control alguno” pues “las autoridades están de vacaciones”, lo que permite la entrada de cientos de personas de manera irregular.
El ingreso irregular de migrantes, en su mayoría venezolanos, a Chile desde Bolivia se multiplicó en enero diez veces respecto al mismo mes del año pasado, informó una autoridad local, lo que está provocando un colapso en los servicios, especialmente la atención médica en medio de la pandemia.
“Actualmente, han llegado 3.600 extranjeros irregulares solo este año, 10 veces más que a la fecha el año pasado”, afirmó Miguel Angel Quezada, intendente de la región de Tarapacá, citado por el diario La Tercera.
Según las autoridades chilenas, miles de inmigrantes caminan desde Bolivia por el inhóspito altiplano andino, a unos 3.600 metros de altitud, soportando temperaturas extremas y desafiando la pandemia de covid-19, hasta llegar a la región de Tarapacá, a unos 2.000 km al norte de Santiago, una dura travesía que esta semana ya cobró la vida de dos migrantes.
En lo que va de año, más de 1.500 de estos extranjeros -entre ellos ancianos, embarazadas y niños- cruzaron a Chile por la localidad fronteriza de Colchane donde cientos de ellos se han quedado acampando a la espera de ayuda de las autoridades.
“Acá en la noche la temperatura es bajo cero, los padres prenden fogata, tiene que prender basura para calentar a los niños”, dijo a la agencia AFP la venezolana Lucía Mena.
“Necesitamos salir de Colchane, acá no nos están dando respuestas positivas (...) ábrannos las puertas, necesitamos apoyo”, sostuvo Dona Icadona, también venezolana.
La situación está generando una nueva crisis migratoria, y esta semana surgieron denuncias por parte del alcalde y vecinos de esta zona de unos 1.600 habitantes, en su mayoría de origen aymara, sobre supuestas ocupaciones ilegales de casas por parte de extranjeros.
Esto llevó a que Chile expulsara este miércoles a un centenar de ciudadanos colombianos y venezolanos que ingresaron al país de forma irregular, en medio de su esfuerzo por combatir la creciente llegada de migrantes en el norte del país.