Aunque cada vez los humanos están más comprometidos con el medio ambiente, aún existen muchos que producen y consumen de espaldas al cuidado del planeta. A Latinoamérica, por ejemplo, todavía le falta un largo camino por recorrer en materia de producción y consumo responsable. El tema está sobre la mesa pero algunos gobiernos y empresas parece que siguen empeñados en acabar con los ecosistemas de una de las regiones más biodiversas del mundo.

Brasil, con el presidente Jair Bolsonaro a la cabeza, cada vez da muestras más claras de ello. Brasil encabeza la tabla de los países más biodiversos del mundo, pero también, la lista de los que más deforestan. Un reciente estudio de Global Forest Watch señaló que Brasil es el país que más deforesta en Latinoamérica. Sólo en 2019 deforestó un millón de hectáreas. El segundo lugar lo ostenta Bolivia.

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Autoridades ambientales tanto a nivel nacional como internacional tienen en la mira a este país con el fin de lograr disminuir tan aterradores indicadores. A su vez, las multinacionales buscan poner en cintura al gigante latinoamericano. Una de ellas es Nordea Asset Management que hace parte de la empresa financiera más grande del norte de Europa y era el principal inversionista de la empresa de carnes JBS.

De acuerdo con la compañía, la decisión de eliminar a la empresa brasileña de su cartera, la tomaron luego de un cúmulo de situaciones en este país: el fatídico manejo que le dieron a la covid-19, los escándalos de corrupción y, por supuesto, porque vincularon a la JBS con fincas que deforestan.

Eric Pedersen, el líder de inversiones responsables de la compañía explicó que decidieron retirar la JBS de todos los fondos, no solo de aquellos bajo la etiqueta ESG que hace referencia a los estándares medioambientales, sociales y gubernamentales bajo los cuales evalúan a una compañía. Según Pedersen, las partes no lograron ponerse de acuerdo en términos de sostenibilidad y medio ambiente.

Desde el año pasado la empresa europea se había abstenido de comprar bonos del gobierno brasileño como respuesta a los implacables incendios en la Amazonia, a los que Bolsonaro les dio la espalda.

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Pero las malas prácticas de JBS no son recientes. En 2009 luego de que Greenpeace publicó un informe con cifras de deforestación devastadoras, JBS además de otras grandes de la industria cárnica como Marfrig y Minerva, también brasileñas, se comprometieron con la oenegé a no comprar a proveedores que deforestaran. Pactaron verificar las prácticas de sus colaboradores estrictamente en un lapso de dos años. Pero al parecer el compromiso quedó en palabras.

Al cabo de ocho años, en 2017, Greenpeace se hizo a un lado al ver que una organización gubernamental multó a JBS por 7,7 millones de dólares por comprar 49.000 cabezas de ganado provenientes de bosques deforestados en la región de Pará.

Luego, en julio de 2019, una investigación publicada por el medio británico The Guardian, la Oficina de Periodismo de Investigación y Réporter Brasil, expusieron que algunos mataderos de JBS compraron ganado de fincas de la empresa AgroSB Agropecuária SA. La noticia causó malestar pues esta compañía ha estado envuelta en varios escándalos y embargos por deforestar. Tanto AgroSB como JBS negaron la información.

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Este año también los involucraron en escándalos. Nuevamente, una investigación de Réporter Brasil publicada por The Guardian, expuso que imágenes satelitales demostraron que JBS deforestó masivamente durante 2015, cuando supuestamente estaba cumpliendo el acuerdo con Greenpeace.

Según le dijo la empresa brasileña a The Guardian, “Para nosotros sigue siendo una prioridad monitorear a nuestros proveedores indirectos para la trazabilidad de nuestro suministro”. Además, argumentó que había logrado monitorear cerca de 50.000 fincas de ganado, de las cuales excluyeron a 8.000 por deforestar.

Pero la gota que rebosó la copa fue la más reciente investigación de Greenpeace en la Amazonia, publicada en junio por The Guardian, en donde expusieron que JBS, Marfrig y Minerva habían obtenido ganado de fincas dentro del área protegida en el estado de Mato Grosso. De hecho, la JBS había advertido que ya no le compraba a proveedores de ganado en esta reserva.

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En julio, por su parte, Amnistía Internacional y Réporter Brasil también señalaron a JBS por recibir ganado proveniente del área protegida en el estado de Rondonia.

Este tipo de escándalos fue debilitando de a pocos la relación con Asset Management, hasta que esta última decidió hacerse a un lado ante la falta de compromiso de JBS.

Tanto JBS, Minerva y Marfrig han expresado su compromiso para comercializar carne 100 por ciento libre de deforestación. Sin embargo, desde hace más de diez años han estado envueltas en escándalos que demuestran que este propósito parece estar cada vez más alejado de la realidad.

Decisiones como las de Nordea Asset Management se están volviendo cada vez más usuales y se convierten en un mecanismo de presión para las grandes empresas que al verse contra las cuerdas deciden cambiar sus sistemas por unos más amigables con el planeta.

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En cuanto a Minerva y Marfrig, ambas anunciaron sus nuevos planes de monitorear a los proveedores indirectos en el Amazonas para evitar contrataciones con terceros que puedan deforestar. Por el lado de JBS, aunque constantemente reiteran sus compromisos para disminuir la deforestación, las investigaciones demuestran lo contrario. ¿La decisión de la empresa europea servirá finalmente de algo?