El eCommerce ha servido como catalizador para la transformación digital de los comercios y el cambio en los hábitos de consumo de los ciudadanos. Hoy es un motor fundamental para el crecimiento económico y una poderosa herramienta capaz de ampliar los mercados, disminuir las barreras de inclusión financiera, los costos operativos y la intermediación, además de servir como un reactivo para incrementar la competitividad y la eficiencia empresarial. La tendencia muestra un aumento en ventas del 16 por ciento, comparado con los tres primeros meses del año. Este porcentaje además se vio influenciado por factores como los días de descuento especial en ventas en línea, como el HotSale®, que alcanzó ventas cercanas a los 368,9 mil millones de pesos; y el Cyberlunes®, que logró ventas de aproximadamente 457,9 mil millones de pesos; además de la reactivación de diferentes sectores y los cierres ocasionados por las jornadas de paro nacional que llevaron a preferir la compra online.
El ticket promedio se situó en 109.306 pesos, 8 por ciento menos que la cifra reportada en enero, cuando fue de 122.820 pesos. Este comportamiento refleja el cambio de preferencias de compra online desde que inició la pandemia. Los colombianos dejaron de lado los bienes de lujo para priorizar los productos de menor valor a través de los canales digitales. Una tendencia que se destaca es la forma como posicionaron este canal para atender las compras cotidianas, consolidándose como un gran dinamizador de la economía nacional.
EL EFECTO COVID
En abril del año pasado, como parte de las medidas de aislamiento preventivo que tomó el Gobierno y las autoridades locales, el comercio electrónico se concentró en atender renglones como el de la alimentación, el cuidado personal y la salud. Con el paso de los meses su demanda se incrementó y se transformó en una excelente oportunidad para que cualquier tipo de comercio y emprendimiento tuviera exposición y participación de ventas en el canal digital.
La oportuna reacción permitió llegar a los colombianos de una forma masiva y con un alto nivel de aceptación debido a su efectividad, aplicación y seguridad. El eCommerce en el país vivió su mayor disrupción cuando se decretaron las primeras cuarentenas y durante las épocas de mayor rigurosidad creció semanalmente 11 por ciento. Al finalizar el año pasado alcanzó un récord histórico en ventas, al superar los 20 billones de pesos, con un crecimiento aproximado del 25 por ciento en comparación a 2019.
En contraposición, durante este periodo el comercio tradicional se contrajo 7 por ciento hasta el mes de septiembre. Una realidad que obligó al retail, las pymes y emprendimientos a adaptar sus operaciones para participar de alguna manera en los canales digitales y así atender las necesidades de consumo que las personas estaban requiriendo. La pandemia promovió un cambio estructural en el comercio electrónico, modificando las categorías de compra y aumentando el número de usuarios. Tanto las empresas como las personas hicieron uso de los canales digitales, lo que llevó sus transacciones del mundo físico al virtual.
Este modelo se transformó en una oportunidad para todo tipo de comercios e industrias. La omnicanalidad mejora la experiencia de compra al integrar todos sus canales de venta, tanto físicos como online, mediante el uso de la tecnología. Además, promueve la integración de una serie de servicios complementarios como los logísticos, las entregas a domicilio y los administrativos. Esto, a su vez, impacta en la generación de empleo y en oportunidades para otros sectores.
Pero para que el crecimiento del comercio electrónico sea sostenible y continúe aportando a la competitividad y a la economía del país, tenemos todavía grandes desafíos por delante, como el despliegue de la conectividad en internet móvil, la inclusión financiera y la efectiva protección del consumidor digital.
Debemos lograr que un mayor número de colombianos tengan acceso a estas dinámicas aprovechando la ubicuidad que le podría proporcionar un celular; así mismo, es importante profundizar en la participación de nuevos jugadores como los neobancos, las fintech y las nuevas propuestas de la banca tradicional, que pueden impulsar el despliegue de las transacciones digitales, lo que genera un gran beneficio para la población y en mayor medida para quienes tradicionalmente han sido excluidos.
Pero, sobre todo, debemos promover un entendimiento cada vez más riguroso de los diferentes modelos de negocio que impulsan la industria y cómo se da su relacionamiento con el consumidor digital, que tiene cada vez más expectativas y demandas hacia el ambiente digital, de manera que podamos entregar herramientas para su protección en la ruta de poderle ofrecer alternativas de consumo más competitivas.
La reactivación económica del país debe apalancarse en un modelo de digitalización sostenible, que involucre los hábitos de consumo de las personas. El comercio electrónico es la ruta para toda la cadena de valor de la industria, en donde comerciantes, usuarios, autoridades y organismos tienen una tarea en conjunto para articular incentivos, medidas y regulaciones que estimulen su uso en una población que crece en demanda y en el nivel de confianza hacia este canal.
*Presidenta Ejecutiva de la Cámara Colombiana de Comercio Electrónico