Puede habitar en páramos, pastizales, sabanas, bosques secos, bosques húmedos, costas y hasta en el desierto. Es omnívoro y come prácticamente cualquier cosa. La capacidad de adaptación del coyote (Canis latrans) es tan asombrosa que ha colonizado ambientes adversos y ha ampliado significativamente su rango de distribución. Sin embargo, todas estas cualidades, que le han permitido expandirse desde su hábitat natural en América del Norte, representan una enorme amenaza para la fauna nativa de Centroamérica. Es más, el coyote está muy cerca de entrar a Colombia y, a partir de ahí, colonizar toda Sudamérica. Una especie invasora siempre será un peligro para un ecosistema. En el caso sudamericano, el coyote puede poner en riesgo a los cánidos medianos entre los que estarían diferentes especies de zorros y perros. Además, presas como roedores y herbívoros pequeños podrían sufrir descensos preocupantes en sus poblaciones pues se enfrentarían a un enemigo desconocido para el cual no tienen preparada ninguna estrategia de supervivencia. Le sugerimos: Especies invasoras: amenaza para sitios declarados Patrimonio Mundial NaturalLos científicos están preocupados y así queda plasmado en un reciente artículo: Coyote (Canis latrans) in South America: potential routes of colonization, publicado en la revista Integrative Zoology. Los recientes registros de este animal en la selva del Darién, límite entre Panamá y Colombia, han aumentado la alerta de los expertos que, en este estudio, identifican rutas potenciales de ingreso del coyote a Sudamérica. El humano ha ayudado en su expansión El coyote es un depredador eficaz y una especie generalista, es decir, puede habitar en una amplia gama de condiciones ambientales. No tiene una dieta especializada, así que encontrar alimento tampoco le representa un gran problema. “Además de ser una especie generalista, se favorece por las actividades antrópicas, desde los cultivos hasta la ganadería. Frecuentemente tiene problemas con personas que crían animales de talla pequeña como cabras, ovejas, cerdos y pollos. Y también se ha reportado que puede consumir frutos en los cultivos”, asegura Octavio Monroy, autor principal del artículo científico.
Los coyotes pueden vivir en jaurías. Foto: José Fernando González-Maya.
Coyote captado en cámara trampa nocturna. Foto: José Fernando González-Maya. Monroy es doctor en Biodiversidad y Conservación y coordinador del Centro de Investigación en Ciencias Biológicas Aplicadas de la Universidad Autónoma del Estado de México. Lleva más de dos años estudiando la distribución y el comportamiento del coyote en su paso por Centroamérica y su inminente llegada al sur del continente. Reconoce que la presencia de este cánido representa una gran amenaza para la fauna nativa sudamericana. La deforestación y el cambio de uso del suelo representan grandes riesgos para la biodiversidad pero, aunque parezca extraño, en el caso del coyote han sido unos buenos aliados. Las actividades humanas provocan la desaparición de muchas especies locales y tienen gran impacto en especies especialistas, con dietas y hábitats muy restringidos. Sin embargo, los investigadores encontraron que esas mismas actividades pueden favorecer la presencia de especies generalistas como el coyote. Le recomendamos: Estas son 7 de las especies invasoras que más causan daño en América Latina Los autores de este artículo científico aplicaron un modelo que tuvo en cuenta 12 variables para determinar la ruta más probable del coyote a su entrada en Sudamérica. “Lo que logramos predecir con el modelo es que las variables antrópicas están muy relacionadas positivamente con la presencia del animal. Algunas de las principales fueron la densidad poblacional humana y la presencia de cultivos”, asegura José Fernando González-Maya, doctor en Ciencias, director del Proyecto de Conservación de Aguas y Tierras (Procat) y coautor del artículo científico. González-Maya asegura que este cánido es una especie que se adapta muy fácil a las zonas intervenidas.
Cámaras trampa para captar al coyote en Costa Rica. Foto: José Fernando González-Maya. A pesar del gran riesgo que representa la llegada del coyote a Colombia, Octavio Monroy asegura que tampoco se puede ver a este animal como “el demonio”. Según dice, es una especie admirable por esa capacidad que ha tenido de desplazarse a lo largo del tiempo y llegar a ambientes donde antes no estaba. “Su flexibilidad ecológica y su adaptación conductual la hace una especie interesante desde el punto de vista biológico. Lo malo es que la expansión de la especie ha sido provocada por las actividades humanas. Nosotros hemos favorecido esa expansión”, reconoce. Los investigadores sugieren que grandes carnívoros como el puma y el jaguar podrían jugar un papel importante a la hora de “contener” al coyote. Aún no saben qué tanta presión de depredación puedan ejercer estos felinos sobre los coyotes, “algunos estudios han evidenciado restos de coyote en la dieta de los felinos pero es algo muy raro”, dice Monroy. El experto cree que puede darse un fenómeno conocido como exclusión competitiva, es decir, la sola presencia de jaguares y pumas hace que el coyote no se acerque a esos territorios. Pero hay un problema. Las poblaciones de puma y jaguar están diezmadas en varias zonas. “La disminución de grandes depredadores (jaguar Panthera onca y puma Puma concolor), ha facilitado la expansión del coyote al sur de Panamá”, dice el artículo científico, que en la sección de discusión señala que es probable que el aumento de los depredadores ápice, como los jaguares y los pumas que están en el top de la cadena alimenticia, pueda ser una forma de lidiar con la presencia de coyotes.
Puma en el municipio de Piamonte, Cauca. Foto: Corporación Autónoma Regional del Cauca (CRC). La ruta del coyote El modelo utilizado por los investigadores identificó que los coyotes avanzan desde el sur de Costa Rica, siguiendo por la costa Pacífica de Panamá hasta llegar al Darién y podrían llegar a la selva del Chocó en Colombia. Luego, la ruta más probable sería: a lo largo de la cordillera de los Andes, así como la región Caribe, pasando por la Sierra Nevada de Santa Marta y continuando hacia la costa venezolana. La región Caribe colombiana cumple con varias condiciones que la convierten en ideal para el coyote pues “ha sufrido procesos de deforestación muy fuertes, está dominada por pasturas degradadas y zonas de cultivos. Es muy probable que ahí el coyote sea muy exitoso”, dice José Fernando González-Maya. El artículo también hace énfasis en que la región Caribe presenta fragmentación de hábitat y presiones históricas causadas por la intervención humana, “debido a la ganadería extensiva y los monocultivos de aceite de palma”.
Modelo de distribución potencial del coyote y la principal ruta de expansión entre Centroamérica y el norte de Sudamérica. Mapa: Paper: Coyote (Canis latrans) in South America: potential routes of colonization. De hecho, Octavio Monroy reconoce que los monocultivos también han jugado un papel muy importante en la expansión del coyote en el centro del continente. “La deforestación y el cambio de uso de suelo a monocultivos como la palma en buena parte de Centroamérica, favorecen que el coyote pueda moverse a través de ellos e incluso vivir ahí, porque está disminuido el hábitat de carnívoros nativos como el puma y el jaguar”, dice. Que el coyote llegara a tener una preferencia por la región Caribe colombiana no sería inesperado pues, históricamente, se distribuye principalmente en ambientes más secos de la costa del Pacífico de América Central y de su hábitat original en el centro y norte de México, suroeste de Estados Unidos y oeste de Canadá. Sin embargo, se espera que su expansión por los Andes también sea exitosa pues recientemente ha demostrado ser un gran colonizador de altura, llegando al páramo. González-Maya ha monitoreado a los coyotes en Costa Rica, donde empezó a notar un aumento de sus poblaciones en zonas altas donde el único depredador competitivo es el puma que, en esas zonas, habita en bajas densidades. “Como la competencia no era tan alta, el coyote se volvió súper exitoso y los análisis que hemos hecho muestran que el impacto que está teniendo sobre las especies menores es muy significativo. Por ejemplo, en el páramo habita un conejo endémico (Sylvilagus dicei) y la dieta del coyote en esa zona es entre 80 y 90% conejo. Una presión muy fuerte para una especie de distribución tan restringida”, dice el investigador.
El coyote se ve beneficiado por hábitats intervenidos por el hombre. Foto: José Fernando González-Maya.
Coyote en el estado de Michoacán, México. Foto: Octavio Monroy. Tampoco había coyote en los bosques húmedos de Costa Rica y Panamá (hacia el Caribe), pero desde hace unos diez años empezaron a tener registros y a reportar híbridos (coyote – perro). Según González-Maya, esto ha facilitado que la especie se mueva y colonice el bosque tropical. “De ahí para acá ha sido una bola de nieve, ya con registros más cerca del Darién. El riesgo gigantesco que se tiene es que llegue a ser un competidor de las especies de carnívoros que tenemos, especies medianas de la familia de los zorros y los perros”, comenta el biólogo. Una de las sorpresas más grandes que ha dado el coyote es que fue capaz de cruzar el canal de Panamá cuando se pensaba que sería la barrera final a la expansión del cánido.
Registros de coyote en Panamá a 2018. Mapa: Centro de Investigación en Ciencias Biológicas Aplicadas de la Universidad Autónoma del Estado de México. “Es probable que hayan cruzado nadando, porque hay otras zonas dentro de su distribución que tienen ese tipo de barreras, como en el sur de México donde hay varios ríos de gran tamaño, e incluso el río Bravo entre México y Estados Unidos”, comenta González-Maya. Sin embargo, dice que la colonización al sur del canal no está del todo clara, pues existen algunos trabajos científicos que lo han detectado pero no se sabe cuál es la tasa de expansión del coyote en esa zona. “El caso es que ya lo cruzó y ahora quedan muy pocas barreras que lo puedan detener”, reconoce. ¿Cómo detener su dispersión? Hasta el momento no hay un cálculo de cuántos coyotes hay en Centroamérica. Los científicos reconocen que se necesita estimar sus poblaciones, principalmente en las zonas colonizadas para entender realmente la magnitud del problema. Aún así, pronostican que se trata de una especie bastante abundante. ¿Cuándo entrará en Colombia? Los investigadores todavía no lo saben. Aún no hay registros del animal en el país y el COVID-19 frenó, por el momento, las salidas de campo que se iban a hacer en la frontera colombo-panameña.
Los coyotes pueden vivir en jaurías. Foto: José Fernando González-Maya.
Coyotes en el estado de Puebla, México. Foto: Octavio Monroy. Monroy asegura que trabajan en proyecciones temporales en las que utilizan datos satelitales para saber cuántos kilómetros puede recorrer el coyote en un día y analizan la tasa de cambio de uso del suelo en Sudamérica. Según dice, con base en algoritmos matemáticos podrán calcular el tiempo estimado que le tomará a la especie llegar hasta algún punto que se tome como referencia, lo que les ayudará a tomar acciones a tiempo. Le puede interesar: Las seis plagas que acaban con los ecosistemas estratégicos de Boyacá La pregunta más apremiante ahora es: ¿qué se puede hacer para evitar su entrada a Sudamérica y, en caso de que llegue a Colombia, qué hacer para controlarlo? El investigador mexicano dice que hay que conservar el bosque y no afectar las poblaciones de los felinos “porque ellos nos ayudarán a contener a esa especie”. Por su parte, González-Maya dice que como esta es una migración no asistida —el coyote no ha sido introducido directamente por el humano, a pesar de que las actividades antrópicas hayan beneficiado su expansión—, es más difícil proponer medidas de manejo. “En Costa Rica es una especie muy aceptada culturalmente y la gente ya lo ve como parte de su fauna. Eso genera sentimientos encontrados a la hora de proponer cualquier medida para su control”, dice González-Maya, recordando, por ejemplo, la oposición que han generado alternativas como la eutanasia o la cacería de control en el caso de los famosos hipopótamos de Pablo Escobar en Colombia.
El coyote es una especie generalista y oportunista. Foto: José Fernando González-Maya. Finalmente, una última preocupación de los científicos tiene que ver con posibles enfermedades zoonóticas —que pueden transmitirse entre animales y humanos—. Según cuenta Monroy, las especies generalistas como el coyote pueden tener mucha resistencia a parásitos, bacterias y virus. Suelen tener resistencia pero son portadores y pueden propagarlos. “Además, especies como el coyote se acercan más a los sitios donde hay humanos y ahí hay un riesgo por exposición a sus excrementos e interacción con animales domésticos, lo que puede llevar a un intercambio de patógenos que pueden ser zoonóticos”, dice. El trabajo que se viene no es fácil, “estamos casi seguros que el coyote entrará a Sudamérica”, dice Monroy. Eso traerá enormes retos. ¿Está preparada Colombia, y el resto de Sudamérica, para hacerle frente a este problema? ¿Las estrategias que se propongan serán tan exitosas como lo es el coyote colonizando nuevos hábitats? Artículo tomado de https://es.mongabay.com/2020/08/coyotes-en-colombia-especie-invasora-sudamerica/