¿Qué esconden las profundidades marinas de Colombia y otros países latinoamericanos que formaban parte de la ruta comercial entre la Península Ibérica y el continente americano? El galeón San José es el más mediático de los naufragios por lo valioso de su cargamento y las disputas por la propiedad del mismo.
Pero las aguas de Latinoamérica albergan muchas otras naves que, sin duda, podrían narrar innumerables historias de ataques, batallas, tormentas y huracanes que provocaban el naufragio de los barcos. Si a todos estos factores le agregamos las enfermedades, las epidemias y la precariedad de algunas embarcaciones, concluiremos que emprender viaje en barco durante la época colonial era una aventura muy peligrosa.
Ausencia de inventario sobre naufragios
Pero ¿se puede cuantificar el patrimonio subacuático en Colombia? Uno de los asuntos pendientes en ese ámbito es la realización de un trabajo minucioso y sistemático del patrimonio sumergido, que suscita la fantasía en muchas personas sobre riquezas incalculables de los tesoros marinos por descubrir.
Una aproximación a este inventario fue llevada a cabo a principios de la década de 2000 por dos estudiantes de la Universidad Nacional de Colombia, Juan Felipe Pérez Díaz y Luis René Romero Castaño, con su estudio Naufragios y puertos marítimos en el Caribe colombiano del siglo XVI al siglo XVIII. Basándose en diversas fuentes documentales, Pérez y Romero cifraron en 119 los barcos hundidos en ese período de tres siglos.
En conversación con DW, Juan Felipe Pérez, doctor e investigador de la historia marítima y naval colombiana en la Universidad de Granada (España), dice que seguramente hay muchos más naufragios de toda índole que no se han podido documentar. Pérez destaca en conversación con DW algunos de los naufragios con los que se topó durante su investigación, en la que encontraron cinco puntos principales del Mar Caribe en los que se producían estos sucesos: San Andrés y Providencia, Urabá, Cartagena, Santamarta y Riohacha.
Una de las primeras expediciones
Un naufragio importante en términos históricos fue el de una nave comandada por Juan de la Cosa, con una tripulación de 200 hombres, que exploraba costas colombianas. Una fuerte tempestad hundió la embarcación en 1504 en el Golfo de Urabá. Para el experto, se trata de un suceso interesante “porque fue una de las primeras expediciones de los españoles para conocer lo que posiblemente se llamó la ‘tierra firme’”. Por lo temprano de la fecha, “es casi como encontrar un naufragio de Cristóbal Colón”, asegura el experto. Se desconoce el cargamento de la nave, pero el suceso está referenciado, entre otros, por los cazadores de tesoros.
El primer Robinson Crusoe
En las costas de San Andrés y Providencia naufragó en 1526 una nave que se dirigía desde La Habana hasta Cartagena de Indias. Tras sufrir un fuerte temporal, Pedro Serrano, el capitán, logró salvarse llegando a un banco de arena sin apenas vegetación y agua dulce. Pájaros, peces y la sangre de tortugas marinas constituyeron la base de su alimentación.
Tras tres años de supervivencia en solitario, llegó la ansiada compañía: otro náufrago de otra nave hundida compartió espacio y soledad durante otros ocho años, hasta que, finalmente, ambos fueron rescatados. Pedro Serrano logró vivir hasta llegar a Europa, donde narró sus penalidades, documentadas en varias fuentes. Su compañero de aventuras corrió peor suerte: murió en el barco que los rescató y quedó para siempre en el anonimato. No así el lugar donde vivieron, que recibió el nombre de Bancos de Serrana.
Cojo, manco y ciego se enfrentó a los ingleses
Las naves La Galicia, San Carlos, África, San Felipe, Dragón y Conquistador (esta última con 12.700 quintales de hierro) fueron hundidas intencionalemente en 1741 por parte de la flota española como medio de refrenar la avanzada de las tropas del almirante inglés Vernon hacia Cartagena de Indias. Esta estrategia no les sirvió a los españoles, comandados por Blas de Lezo, conocido por su estampa marcada por heridas de guerra: estaba cojo, manco y ciego. Las tropas inglesas siguieron avanzando, y solo las enfermedades y la lluvia los hicieron retroceder. Cartagena siguió siendo española.