El exdirector del departamento de Astronomía de Harvard, Abraham ‘Avi’ Loeb, quien es un reconocido astrónomo, sugirió recientemente en una columna publicada en Scientific American que el universo podría haberse creado en un laboratorio perteneciente a una “civilización tecnológica avanzada”.

Y de ser real lo que él propone, el origen del universo sería una unificación de las teorías, de un creador en la que creen los religiosos y de la gravedad cuántica, que destaca en la comunidad científica.

“Debido a que nuestro universo tiene una geometría plana con una energía neta nula, una civilización avanzada podría haber desarrollado una tecnología que creara un universo bebé de la nada a través de un túnel cuántico”, publicó el científico en su columna.

De igual manera, el experto cree que en el universo podrían existir diferentes tipos y niveles de civilizaciones, y el nivel científico que posee la Tierra es para estar ubicado en la clase C, lo que implicaría una dependencia de la estrella anfitriona, es decir el Sol.

Es por esto que si la tecnología del planeta avanzara al punto de no depender del Sol, pasaría a formar parte de la clase B; y si se crean universos pequeños en un laboratorio, se incluiría al planeta en la clase A.

No obstante, son muchos los factores a tener en cuenta y las dificultades que afrontaría la humanidad con esto, como lo es la incapacidad de crear “una densidad suficientemente grande de energía oscura dentro de una región pequeña”. Por lo que Loeb defiende que si esto se logra, podría haber una unión con los eventuales creadores de la clase A.

Vale la pena recordar que hace unos meses, Loeb planteó la premisa que una nave extraterrestre visitó la Tierra, con base en el objeto llamado Oumuamua (“explorador” en hawaiano) en Extraterrestrial: The First Sign of Intelligent Life Beyond Earth (Extraterrestre: el primer signo de vida inteligente más allá de la Tierra).

En octubre de 2017, los astrónomos observaron un objeto que se movía tan rápido que solo podría haber venido de otra estrella, con lo que sería el primer intruso interestelar registrado. No parecía ser una roca ordinaria, porque después de lanzarse alrededor del Sol aceleró y se desvió de la trayectoria esperada, impulsada por una fuerza misteriosa.

Esto podría explicarse fácilmente si se tratara de un cometa que expulsa gas y escombros, pero no hay evidencia visible de esta “desgasificación”.

El objeto viajero también se sacudió de una manera extraña, según se infirió por cómo se volvió más brillante y más tenue en los telescopios de los científicos, y fue inusualmente luminoso, lo que posiblemente sugiera que estaba hecho de un metal brillante.

Para explicar lo sucedido, los astrónomos tuvieron que idear teorías novedosas, como que estaba hecho de hielo de hidrógeno y por ello no tendría rastros visibles, o que se desintegró en una nube de polvo.

“Las ideas que surgieron para explicar propiedades específicas de Oumuamua siempre involucran algo que no habíamos visto nunca antes”, dijo Loeb. “Si esa es la dirección que estamos tomando, ¿por qué no contemplar un origen artificial?”, agregó.

Oumuamua no fue fotografiado de cerca durante su breve estadía, solo supimos de su existencia una vez que ya estaba saliendo de nuestro sistema solar. Hay dos formas que encajan con las peculiaridades observadas: larga y delgada como un cigarro, o plana y redonda como un panqueque, casi tan delgada como una navaja.

Loeb dice que las simulaciones apuntan a esta última y cree que el objeto fue diseñado deliberadamente como una vela ligera propulsada por radiación estelar. Otra rareza fue la forma en que se movió el objeto, lo que acentuó la extrañeza de su paso.

Antes de encontrarse con nuestro Sol, Oumuamua estaba “en reposo” en relación con las estrellas cercanas, algo estadísticamente muy raro. En lugar de pensar en él como una nave que se precipita en el espacio, desde la perspectiva del objeto, nuestro sistema solar se estrelló contra él.

“Quizá Oumuamua era como una boya que descansaba en la extensión del universo”, escribe Loeb. “Como un cable trampa dejado por alguna forma de vida inteligente, esperando ser activada por un sistema estelar”, finalizó.