El confinamiento por la pandemia de covid-19 hizo que la humanidad cambiara varios aspectos de su forma de vida. Por ejemplo, en muchos casos la soledad despertó el interés por adoptar mascotas en varias ciudades del país y del mundo. A comienzos de este año, la organización sin ánimo de lucro Humane Society of Greater Miami señaló que estaba recibiendo y gestionando una enorme cantidad de adopciones diarias, lo que para la entidad no era normal. En el país, de acuerdo con fuentes consultadas por la revista Dinero, las solicitudes para adoptar y comprar una mascota tuvieron un aumento considerable.
El Instituto Distrital de Protección y Bienestar Animal (IDPYBA) dijo a la revista económica que entre marzo y septiembre del pasado 2020, recibieron 1.771 peticiones de adopción. Por lo que, hasta ese mes, la entidad entregó 53 animales, un aumento del 40 por ciento, en comparación con 2019. Las cifras son alentadoras pues se trata de una segunda oportunidad para muchos perros y gatos que esperan una familia. Sin embargo, la situación se presta para agravar una problemática que ha estado latente en el país: el abandono animal. Le recomendamos: Cinco proyectos de protección animal radicados en el Concejo de Bogotá Rosa Juliana Herrera, periodista y activista por los derechos animales, y María Adelaida Aristizábal (Malala), directora de la Fundación Arca Luminosa, conversaron sobre esta situación en Encuentro Sostenible. Para Malala, que desde pequeña sintió un amor profundo por los animales pues vivió en una finca en la que compartió a diario con varias especies, la adopción se trata de darle a un animal la oportunidad de tener una vida totalmente diferente a la que conoce. "Ellos ya saben lo que es el hambre, el frío, la indiferencia. Cuando llegan a un hogar en el que tienen una cama y un alimento son los seres más agradecidos del mundo”, dijo.
El Instituto Distrital de Protección y Bienestar Animal (Idpyba) dijo a la revista Dinero que entre marzo y septiembre del pasado 2020, recibieron 1.771 peticiones de adopción. Foto: IDPYBA. Herrera, por su parte, resume la acción de adoptar en cuatro palabras: un acto de amor. “Desde siempre aprendí el respeto por la vida animal. Soy hija de un campesino de Santander. Cuando una persona adopta ya no puede parar porque entiende la valía que tiene la vida de un animal”, comentó al respecto. Para ambas, las personas deben adoptar por dos razones principales: darle una segunda oportunidad a los animales que han sufrido por diferentes situaciones y la segunda es porque en el país “las leyes para los criaderos y tiendas de mascotas son mínimas, entonces la gran mayoría son lugares en donde se comercia con la vida”. Le sugerimos: Una misión especial permitió el regreso de una tigrilla lanuda a su hábitat Según explicó Malala, las personas no conocen lo que hay detrás de los cachorros que ven en las vitrinas. “Nunca vemos al papá o a la mamá de estos animales. Estos lugares funcionan como fábricas de bebés que terminan desechándolos cuando ya no les sirven. A algunos los sacan a la calle, a otros les hacen la eutanasia. Al comprar un cachorro, tristemente, se está apoyando esto”, aseguró. En ese sentido, Herrera afirma que es necesario abolir estas “fábricas de animales”. Agregó, además, que muchos de los ejemplares viven en situaciones deplorables, “varios nunca ven la luz, los encierran, montan a las hembras, tienen los bebés, se los quitan rápidamente e inicia el proceso de nuevo. Las tratan como mercancía”. Para la activista por los derechos animales es muy difícil para una persona saber si en un almacén maltratan a los animales porque, aunque pasa en la mayoría de estos lugares, hay otros en los que sí se les brindan los cuidados necesarios para su bienestar.
"Ellos ya saben lo que es el hambre, el frío, la indiferencia. Cuando llegan a un hogar en el que tienen una cama, un alimento, son los seres más agradecidos del mundo”, dijo Malala. Foto: IDPYBA. “Es un gran desafío conocer en qué lugares sí tratan bien a los animales debido a que estas compras se realizan generalmente por internet. Tú desconoces por completo cómo es el funcionamiento interno del lugar. Y si se tiene la oportunidad de conocer el sitio, pues es bien sabido que el dueño de casa muestra lo que quiere”, comentó al respecto la periodista, quien tiene un programa en El Dorado Radio, en el que conversa con expertos de diferentes partes de Colombia y el mundo sobre las garantías de vida digna de los animales. De acuerdo con las panelistas, la diferencia entre estos almacenes y la fundaciones es que los primeros entregan los animales y el único requisito a cambio es el dinero. En cambio, las fundaciones tienen como prioridad que los animales lleguen a un buen hogar. Puede interesarle: Tamaño de un abejorro, clave en su habilidad para encontrar las mejores flores “La gente cree que los procesos de adopción con las fundaciones son difíciles y engorrosos, pero la realidad es que hacen parte del proceso responsable que llevamos. Para nosotros, adoptar es un compromiso porque es una vida que va a depender de ti. El formulario que les pedimos llenar a las familias es para conocer más de ellos y revisar qué animalito puede ajustarse más a su forma de vida”, explicó Malala, quien empezó su fundación haciendo collares reflectivos para perros callejeros con el fin de evitar que los atropellaran. El proceso que se lleva a cabo desde las fundaciones se realiza también con el fin de evitar el abandono y el maltrato. Y, aunque se trata de situaciones que se repiten casi a diario, hubo una en especial que marcó a Malala en su Fundación Arca Luminosa y que describió durante el encuentro. “Un día en la noche, nos escribieron unas niñas diciéndonos que escuchaban un perrito llorando en la basura. Nos movilizamos inmediatamente y nos encontramos con una perrita, de unos siete meses, cuya pierna había sido cercenada. Entró a cirugía de emergencia. Incluso los veterinarios decían que nunca habían visto algo por el estilo”, contó. Valquiria, como fue nombrada en la fundación, salió de cirugía. Sin embargo, su herida estaba muy infectada y no pudo salvarse porque la habían botado a la basura. Luego de esta situación, el equipo veterinario decidió hacerle una donación a Arca Luminosa por todos los gastos con Valquiria que eran más o menos unos dos millones. “A partir de entonces creamos las Jornadas Valquiria, de esterilización. La primera fue con esa donación. Esterilizar es la única forma para no ver nunca más a un animal siendo víctima de algo tan cruel. Hemos completado 1.200 esterilizaciones”, dijo Malala.
Con respecto a estas situaciones de maltrato, las invitadas también dialogaron sobre la legislación actual para proteger a los animales en Colombia. De acuerdo con Malala, la ley 1774, que castiga el maltrato animal, es un paso hacia el camino correcto, aunque asegura que todavía faltan muchas herramientas para que la ley pueda cumplirse a cabalidad, pues todavía hay muchos casos de impunidad. “Hay niveles de maltrato y a los que dejan en los balcones, por ejemplo, es muy difícil cobijarlos bajo esta ley”, afirmó la directora de Arca Luminosa. También: Grupo de mujeres en Putumayo creó un colectivo para la defensa del mono churuco Herrera también coincidió en que hacen faltan herramientas para que esta ley pueda ser aplicada en su totalidad. “Hay unos vacíos y uno de ellos es que la ley no tiene dientes. Por el mero delito nunca vamos a ver a una persona en la cárcel. En el caso puntual del señor en Funza, este tuvo una penalización severa porque tenía una restricción para acercarse a la casa de su mamá y otros hechos”, dijo.
Finalmente, la activista explicó que otra de las problemáticas es que la gente no sabe dónde debe denunciar. “Se desconoce cuándo debe ser directamente con la Policía y cuándo debe hacerse con la Fiscalía”, dijo.