Willie Smith, un estadounidense de 52 años, se salvó de ser ejecutado este jueves, luego de que la Corte Suprema de Estados Unidos, en el último momento suspendiera el acto, considerando ilegal la ausencia de un capellán que asistiera a Smith en su último momento de vida.
La ejecución se llevaría a cabo en la cárcel de Holman, en Atmore, en el estado de Alabama, donde Smith recibiría una inyección letal tras ser condenado en 1992 por el asesinado de una mujer cometido en 1991.
De acuerdo con los informes, Smith secuestró en ese año a una mujer de 22 años cuando ella se encontraba en un cajero electronico de un banco. El hombre amenazó a la joven con un arma y la obligó a que le diera la clave de su tarjeta.
Después de hurtar su dinero, Smith llevó a su víctima a un cementerio donde le propinó un disparo en la cabeza y posteriormente le prendió fuego junto con su vehículo.
Un año después fue condenado a muerte por un jurado. Desde entonces, sus abogados han intentado evitar el cumplimiento de la pena, subrayando los problemas mentales del condenado.
En las últimas semanas introdujeron de nuevo varios recursos, entre ellos la necesidad de que un capellán estuviera en la misma habitación que Smith cuando recibiera la inyección letal, algo que en este momento está prohibido en la prisión debido a la pandemia del coronavirus.
Smith deseaba que un religioso le acompañara en este ese momento y la justicia le dio la razón el miércoles. Las autoridades de Alabama se opusieron a la decisión y apelaron ante la Corte Suprema, que rechazó su solicitud el jueves por la noche.
Los jueces consideraron que “no se puede ejecutar a Smith sin que esté presente el pastor” que el condenado había solicitado. Su ejecución podría tener lugar en las próximas horas si el estado autoriza la presencia del religioso en la habitación.
El gobierno del expresidente Donald Trump reanudó las ejecuciones el pasado julio, después de estar suspendidas durante 17 años. Desde que se retomó se aplicaron 13 condenas a muerte.
El gobierno del entonces presidente Trump, cerró el año 2020 con el mayor número de ejecuciones de los últimos cien años en la historia del país.
Incluso, la última ejecución de pena de muerte del gobierno Trump, tuvo lugar el pasado 16 de enero, cuatro días antes de que Joe Biden asumiera como presidente de Estados Unidos. Se trató de la decimotercera y última ejecución en seis meses.
El ejecutado fue Dustin Higgs, un afroestadounidense de 48 años, que recibió una inyección letal en la penitenciaría federal de Terre-Haute, en el estado de Indiana.
“El condenado fue declarado muerto a las 01H23″, indicó The New York Times, citando una declaración de la Agencia Federal de Prisiones.
Dustin Higgs fue condenado a muerte debido a lo que ocurrió una noche de enero de 1996, cuando invitó a tres mujeres jóvenes a su apartamento cerca de Washington, con dos amigos. Después de que una de las chicas rechazara sus avances, él se ofreció a llevarlas a casa, pero, en lugar de ello, se detuvo en una reserva natural federal. Según el Departamento de Justicia, en ese lugar aislado le ordenó a uno de sus amigos que disparara a las tres mujeres.
Finalmente, en el año 2000, fue condenado a muerte por secuestro y asesinato. El autor de los disparos fue condenado a cadena perpetua.
Desde antes de asumir el poder, el presidente Joe Biden se ha opuesto a la pena capital, que ya ha sido abolida en 22 estados del país y en otros tres está suspendida temporalmente.
Con información de AFP.