Las jirafas, de cuello y patas largas, son animales majestuosos que pueden alcanzar una altura de 5,8 metros, convirtiéndose en los mamíferos más altos de todo el planeta. Las patas de este protagonista de la sabana africana llegan a medir hasta dos metros, mucho más que la altura promedio de los seres humanos. Por esto, cuando un grupo de científicos de la Fundación para la Conservación de la Jirafa y el Instituto Smithsonian de Biología de la Conservación, observaron en 2015 una jirafa nubia en el Parque Nacional Murchison Falls de Uganda que medía sólo nueve pies sintieron que se encontraban frente a una imagen irreal. Le recomendamos: Los homínidos ya se adaptaban a los cambios medioambientales, según estudio De acuerdo con los científicos, la jirafa tenía “dimensiones aparentemente desproporcionadas de las extremidades en relación con el torso y el cuello”. Más adelante, en 2018, los investigadores fotografiaron a una segunda jirafa, en el centro de Namibia, sudoeste de África, que tenía proporciones bastante parecidas a la hallada en 2015. Haciendo uso de la fotogrametría digital y de análisis morfométricos comparativos, el equipo de científicos encontró que la explicación del tamaño de estas jirafas se debía a una cosa: el enanismo.
La primera es una jiraba común del Parque Nacional Murchison Falls de Uganda. Las imágenes b y c corresponden a las dos jirafas macho con enanismo. Foto: documento del hallazgo "Síndromes similares a la displasia esquelética en jirafas salvajes". “Demostramos que las dimensiones esqueléticas de estas jirafas displásicas no son consistentes con las mediciones de la población de jirafas en clases de edad similares”, cita el descubrimiento, el cual fue publicado en un artículo el mes pasado, en la revista BMC Research Notes. Le sugerimos: El triste final de Pongo, una jirafa a la que le aplicaron la eutanasia El hallazgo, que representa una gran oportunidad para que se estudie esta condición en los animales salvajes que se encuentran en libertad, señala que en la jirafa de Uganda como en la de Namibia, “estas afecciones se caracterizaban por el acortamiento de los huesos metacarpianos y radiales. Sin embargo, estas jirafas exhibieron extremidades anteriores acortadas en diversos grados y exhibieron diferentes longitudes de cuello, por lo que no está claro si la etiología de estas aberraciones esqueléticas es consistente”. De acuerdo con Michael Butler Brown y Emma Wells, el equipo líder detrás del hallazgo, muchas de las jirafas salvajes mueren antes de llegar a su edad adulta, por lo que el hecho de que ambas jirafas superen estas edades demuestra que su condición no ha afectado su capacidad para sobrevivir en su entorno. Sin embargo, a pesar de esto, el enanismo sí dificulta otros aspectos de su vida. “La movilidad limitada causada por la dimensión más corta de las patas podría hacer que estas jirafas sean más susceptibles a la depredación, incluso en las etapas de vida subadulta/ adulta”, indica el estudio.
El hallazgo representa una gran oportunidad para que se estudie esta condición en los animales salvajes que se encuentran en libertad. Foto: BMC. Puede leer: Tamaño de un abejorro, clave en su habilidad para encontrar las mejores flores También, el hecho de que las dos jirafas observadas con enanismo eran machos, sugiere, de acuerdo con los científicos, que “el montaje exitoso para la reproducción parece físicamente improbable, lo que sugiere la incapacidad de transferir genes potenciales asociados con esta condición”. Finalmente, los científicos señalan que aunque estos casos de enanismo (displasia esquelética) rara vez se observan en animales salvajes, “los casos de displasia esquelética en animales cautivos se han asociado con la endogamia y la falta de diversidad genética”.