Este martes, 4 de enero, la Tierra llega al perihelio de 2022, mayor cercanía al Sol en su órbita. Eso produce máxima velocidad orbital, acelerando 3.420 kilómetros por hora sobre la media.

La Tierra gira alrededor del Sol, describiendo una órbita elíptica de 930 millones de kilómetros, a una velocidad media de 107.280 kilómetros por hora, lo que supone recorrer la distancia en 365 días y casi seis horas, de ahí que cada cuatro años se cuente uno bisiesto.

Pero, de acuerdo con la segunda ley de Kepler, esa velocidad de traslación varía, aumentando hasta ser máxima en el perihelio -la menor distancia al Sol- con 110.700 kilómetros por hora, y reduciéndose hasta ser mínima en el afelio, con 103.536 kilómetros por hora, más de 7.000 kilómetros por hora de diferencia.

El Afelio llegará el 4 de julio

Según Earth Sky, el perihelio de 2022 se producirá a las 06.52 UTC del 4 de enero, con una distancia de algo más de 147 millones de kilómetros. El afelio en 2022 será el 4 de julio, a unos 5 millones de kilómetros de distancia más.

Kepler se dió cuenta de que la línea que conecta a los planetas y al Sol abarca igual área en igual lapso de tiempo. Esto significa que cuando los planetas están cerca del Sol en su órbita, se mueven más rápidamente que cuando están más lejos.

Así, la velocidad orbital de un planeta será menor, a mayor distancia del Sol, y a distancias menores la velocidad orbital será mayor. La distancia media del Sol es en promedio de 150 millones de kilómetros. En el afelio alcanza los 152,09 millones de kilómetros y en el perihelio baja a 147,10 millones de kilómetros de distancia.

Galaxia similar a la Vía Láctea

Un estudio reveló que las propiedades del depósito de gas molecular son similares al de nuestra propia galaxia, una peculiaridad no observada hasta ahora en el universo lejano. El artículo, en el que participan investigadores del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), se ha publicado en la revista Astrophysical Journal Letters.

Una cuestión importante en el estudio de las galaxias es el modo de formación estelar, es decir, la eficacia de la conversión del gas frío en estrellas. Hasta ahora, las galaxias del universo primitivo parecen formar estrellas de una manera diferente a la observada en nuestra propia galaxia, lo que resulta desconcertante para los científicos. Para arrojar luz sobre esta cuestión, el gas molecular frío -el combustible para la formación de estrellas- se observa con radiotelescopios.

Sin embargo, debido a las propiedades físicas del gas compuesto por hidrógeno molecular (H2), no se puede observar directamente en la región de radio del espectro, pero sí se puede rastrear a través de la molécula de monóxido de carbono (CO). Y eso es lo que ha hecho el equipo dirigido por Nikolaus Sulzenauer, estudiante de doctorado en el Instituto Max Planck de Radioastronomía.

En primer lugar, los investigadores seleccionaron una galaxia cuyo brillo está amplificado por el efecto de lente gravitacional ejercido por un cúmulo de galaxias intermedio. Posteriormente, buscaron datos de observaciones en infrarrojo de misiones espaciales y los combinaron con las imágenes del telescopio espacial Hubble.

*Con información de Europa Press.