En las últimas horas ha vuelto viral en redes sociales un video en el que se ve a dos presentadores de televisión en México burlándose, de manera irónica, del presidente de Colombia, Gustavo Petro. Todo producto de que el jefe de Estado afirmó, el 19 de agosto de 2022, que “si logramos que una serie de actividades de la sociedad colombiana que hoy se consideran crimen no se consideren crimen más adelante, pues habrá por definición menos crimen en Colombia”.

El video fue compartido a través de Twitter por el exviceministro de Justicia Rafael Nieto Loaiza, quien escribió sobre la burla de los mexicanos lo siguiente: “En México, con mucho sarcasmo e ironía, se burlan de Petro. Y con toda la razón, agrego yo”.

Los mexicanos comenzaron tomándose muy en serio las palabras de Gustavo Petro y, poco a poco, comenzaron a reírse de las afirmaciones del presidente: “El presidente de Colombia, Gustavo Petro, el ‘carnal’ tiene muchas ideas para reducir el crimen en su país, pero entre ellas está la de reducir la criminalidad y contrario a lo que usted pueda pensar, eso es muy fácil, mucho más fácil de lo que creemos acá en México; escuchen a este genio”, afirmó un presentador.

Los presentadores comenzaron a reírse de las declaraciones del presidente colombiano y, de manera sarcástica, le dieron la razón, afirmando que esa era la solución para absolutamente todo, llamarlo por otro nombre. “Bravo, qué lógica impecable. Funciona muy bien su idea. Mira si le cambiamos el nombre a ‘secuestro’, por ‘masaje terapéutico’, ¡pum! Ya no habrá más secuestros”, dijo uno de los presentadores, a lo que él otro le respondió: “A los robos no hay que llamarlos ‘robos’, sino ‘masturbación’. Ahí puedo decir yo ya me masturbaron cuatro veces este año”.

En el set de grabación del programa se escucharon las risas de todas las personas, demostrando que no se tomaban nada en serio el argumento del presidente Gustavo Petro. Sin embargo, los presentadores mexicanos no pararon ahí. “Además, podemos en vez de ‘robo de celular’, llamarlo ‘préstamo permanente involuntario de vías de comunicación’”, manifestó uno de los mexicanos, mientras seguían haciendo más analogías para burlarse de las palabras de Gustavo Petro.

En contexto, las declaraciones del presidente Gustavo Petro tuvieron lugar en la ceremonia de reconocimiento del nuevo director de la Policía Nacional, mayor general Henry Armando Sanabria Cely

Estas fueron sus palabras y bajo el escenario referido:

Un saludo especial en este acto solemne de transmisión de mando, en el cual quiero expresar algunos conceptos, algunas ideas, para la discusión pública y para el análisis de la institución.

En campaña electoral se debatió, y mucho, en foros, en eventos, en debates televisivos, el tema de la seguridad en Colombia y, obviamente, el de las instituciones que la garantizan.

Dijimos allí que el concepto de seguridad tenía que ser transformado en el país, porque el que se había usado había fallado de manera enorme, llevando incluso a instituciones a una quiebra fundamental de la ética y de los derechos humanos. Propusimos, y es lo que proponemos ahora, cambiar el concepto hacia la Seguridad Humana.

El presidente Gustavo Petro en la transmisión de mando del mayor general Henry Armando Sanabria Cely, director General de la Policía Nacional de Colombia, el 19 de agosto de 2022, en Bogotá | Foto: Foto suministrada por Presidencia de la República

La Seguridad Humana no es un invento mío; es una discusión mundial, que tiene como escenario hoy las Naciones Unidas. Y la diferencia no es de palabras, que sería fácil pronunciar, poniéndole apellidos a la palabra ‘seguridad’. La Seguridad Humana, básicamente, cambia el objetivo, el concepto mismo, la esencia, de lo que hasta ahora se ha hecho en esta materia.

Hemos medido la seguridad en bajas: cuántos muertos, cuántos presos. Día a día, la televisión nacional saca, más o menos, balances en ese objetivo. Más o menos los informes que cada mes se presentan, a mí me los presentaban, siendo Alcalde Mayor de esta ciudad, versaban sobre lo mismo. Y, sin embargo, muertos tras muertos, bajas tras bajas, neutralizaciones tras neutralizaciones, muchos de los indicadores de la seguridad no han mejorado.

Al contrario, muchas regiones del país hoy están en manos y bajo control de grandes organizaciones multicrimen: es el nombre que le vamos a poner; mafias, les diríamos más popularmente. Pero esas mafias han cambiado también su connotación: fluyen, se han transformado al paso de los años y de las décadas. Hoy el nombre que mejor podríamos utilizar es el de ‘organización multicrimen’, porque no solo se dedican al narcotráfico.

Pueden establecer en una región, en una parte de la ciudad, controles que llevan no solo a las drogas, a los estupefacientes, a construir rutas para exportarlas o microtráfico para el consumo interno, sino que además pasan a extorsiones generalizadas de barrios enteros, de zonas enteras de las grandes ciudades, de comarcas enteras rurales. No solo es la extorsión; también el secuestro, una actividad de captura de rentas ilegales, que hace que la sociedad quede sometida, quede sin derechos, quede sin libertades en muchas regiones de Colombia.

Esos indicadores aparecen allí, esas realidades aparecen allí; el incremento de las masacres, el incremento del asesinato de líderes sociales, el incremento de asesinatos de excombatientes, el incremento incluso del asesinato en general. Desde el robo del celular, que quizás hace un muchacho simplemente para llevar ese celular a la novia, como descubrimos en esta ciudad, hasta la banda multicrimen, tenemos una realidad en donde la tranquilidad ciudadana en realidad no ha aumentado.

• De qué trata la Seguridad Humana

Nosotros queremos proponer, entonces, el concepto que se basa, no en el número de bajas, en el número de muertos, sino en el aumento de la vida. Eso es lo que llamamos Seguridad Humana.

Cómo en un territorio concreto, urbano o rural, en una jurisdicción policial, en este caso –34 que hay–, lo que aumenta es la vida y no la muerte; lo que disminuyen son las masacres y lo que se incrementa entonces es el disfrute pleno de la existencia.

Cómo disminuyen no solamente los riesgos causados por un ser humano a otro ser humano, sino los riesgos que incluyen la naturaleza, producto también de la acción del ser humano; cómo disminuye el riesgo de inundación o de que alguien muera en una inundación; cómo disminuye el riesgo de morir para el conjunto de la sociedad. De eso se trata la Seguridad Humana. Por tanto, los indicadores no son ya los de las bajas; los de las vidas.

Los indicadores tendrían que ver, y la pericia de un mando, hombre o mujer, o de un oficial o de un comisario o de un subintendente, en lo que le toca hacer, debería ser cómo salva la existencia humana; cómo disminuye los riesgos de morir, que incluyen indudablemente el desmantelamiento de las organizaciones multicrimen. Grandes organizaciones que, quizás, hace unas décadas, ni soñábamos que podían existir en la sociedad colombiana o en América Latina.

El mayor general Henry Armando Sanabria, director de la Policía Nacional. Fue en su posesión que el presidente Petro ofreció sus declaraciones sobre el crimen Bogota agosto 25 del 2022 Foto Guillermo Torres Reina / Semana | Foto: Guillermo Torres Reina

Organizaciones que aparecen porque ha cambiado el contexto de la sociedad mundial y el contexto de la economía mundial, porque el nuevo contexto de la economía mundial, de la expansión de los mercados, genera oportunidades para múltiples crímenes que se pueden coordinar desde una organización que las planifica. Crímenes que se vuelven internacionales, crímenes que pasan por las fronteras. Incluso se pueden construir a lo largo y ancho de América.

Cómo no poder reconocer que la tasa de homicidios en los países latinoamericanos y americanos, en general, en las diversas ciudades, las más violentas hoy del mundo, algunas de ellas colombianas, menos mal descendiendo, es el producto de organizaciones que se mueven escala americana, que pueden perfectamente unir, verticalmente –como dicen los gerentes de las empresas privadas– el crimen desde donde se produce, por ejemplo, la materia prima, si se trata de drogas, hasta su venta al consumidor final en el país rico y de mayores consumidores.

¿Cuántos miles de kilómetros no atraviesa ese crimen? ¿Cuántas realidades sociales no van navegando? Igual que atraviesa por ríos y por océanos, atraviesa por el ser humano, su diversidad, su conflictividad, sus problemas, sus necesidades.

La organización multicrimen ha aprendido a navegar las sociedades de América. Incluso si lo miráramos más allá, cuando examinamos las rutas que pasan por África y llegan a Europa, las vamos viendo aliarse en los diferentes conflictos armados del África sud-sahariana, del África árabe, del sur del Mediterráneo, de los puertos y las mafias europeas.

• Cómo enfrentar las organizaciones multicrimen

¿Cómo enfrentar eso, entonces? ¿Cómo enfrentarlo desde una institución nacional bajo la Constitución del 91 y en la sociedad colombiana? Creo que estamos ante problemas más complejos que la vieja doctrina de seguridad, fundada en la creencia falsa de que existe un enemigo interno en Colombia, de que algo confabula en Marte o en alguna parte del planeta para hacernos daño a nosotros.

No existe enemigo interno en la sociedad colombiana. Existen personas que sufren de manera diferente las circunstancias por las que vivimos en este país, en este territorio, en concreto, algunas muy fuertes, algunas con posibilidades, algunas con privilegios, algunas con tantas capacidades que resisten; otras no, otras muy débiles.

Territorios excluidos a los que no ha llegado sino la Policía o el Ejército, pero nunca llega el médico o la médica o el psicólogo o la comida siquiera.

¿Cómo enfrentar entonces esa poderosa organización multicrimen?

La Seguridad Humana puede construir instrumentos que puedan ir dando un blindaje a la sociedad colombiana. Si nuestro pueblo no tiene hambre, habrá menos crimen. Si nuestros jóvenes pueden entrar a una universidad, allá en el Catatumbo, en Tumaco, o como ayer que visitaba Leticia, donde solo el 8% de los muchachos y muchachas pueden entrar a una universidad, pues si logramos que la juventud en el Catatumbo pueda ingresar a la universidad, habrá menos crimen.

Si logramos que el jovencito en un barrio, de estos aquí cerca, tenga cómo llevarle el celular a su novia, habrá menos robo. O quizás que no tenga que plantearse el tema de un regalo entre el novio y la novia en términos criminales. Si logramos que una serie de actividades de la sociedad colombiana que hoy se consideran crimen no se consideren crimen más adelante, pues habrá por definición menos crimen en Colombia.

Cuántas cosas criminalizamos que no deberíamos criminalizar. ¿Desde cuándo un campesino que cosecha hoja de coca es un criminal, si lo que es un simple campesino que no tiene más que cultivar, porque si le dicen que cultive maíz, allí no se produce o se produce tan caro que no podría sostener a su familia? ¿Desde cuándo es un criminal un joven que consume y que debería tener es un médico, un psicólogo al lado, tratando de superar las debilidades de la mente?

Creo que tenemos la opción de construir entonces un concepto diferente de Seguridad Humana: escoger bien a quién es el que hay que confrontar. No es el pobre; es la organización poderosa multicrimen. En esa perspectiva, entonces, tendríamos que recordar la Constitución del 91, que dice que la fuerza policial, la institución, es una fuerza armada civil para garantizar los derechos y las libertades de todas y todos los colombianos.

Este es el concepto que está en la Constitución; quizás, la historia del país no ha permitido que se pueda concretizar a fondo y profundamente. Claro, alguien podría decir, lo dijo la Corte Interamericana de Derechos Humanos, pues tiene que ver con que la Policía no pertenezca al Ministerio de Defensa, tema que está en discusión pública y que tenemos que discutir aquí entre nosotros también, entre ustedes.

¿Qué significa esa opción? Que la Policía deje de ser un cuerpo militar en algunos de sus aspectos, porque la organización multicrimen no es una organización militar, como sí lo era la guerrilla, la insurgencia y, alguna vez, varias de las organizaciones mafiosas que aquí se han convertido. Pero si la organización multicrimen responsable de la inseguridad ciudadana en muchas regiones de Colombia no es una organización militar, ¿cómo se puede destruir con instrumentos militares? Indudablemente, aquí tendremos unos vacíos que la historia nos ha dejado.

Si la actividad por la cual se vende cocaína es tener dinero, porque para qué más se vende cocaína, y la venta del dinero, o más bien la venta de la cocaína vuelta dinero, se tramita en nuestra economía nacional, a través de operaciones, megaoperaciones de lavado de activos, explíqueme alguien cómo con instrumentos militares se puede destruir la organización de lavado de activos.

Para destruir una organización de esas tenemos que tener contadores expertos en ingeniería financiera, expertas en inteligencia policial, expertas en transacciones bancarias a nivel mundial, una cantidad de capacidades, que no se pueden bautizar propiamente como militares, que son quizás civiles, pero que tienen que estudiarse a tanta profundidad, que nos permita llegar a la altura a la que han llegado las organizaciones multicrimen, porque tienen el dinero para reclutar los mayores expertos -también civiles, quizás- en materia de lavado de dólares.

Muchas veces presentamos los alias, día tras día en la televisión; rostros a veces muy populares de los alias, parecieran campesinos, parecieran habitantes de barrios populares, dedicados, seguro, al microtráfico y actividades ilícitas.

Pero, ¿cuántas veces hemos podido presentar a los grandes lavadores de dólares de Colombia, de México, de América? ¿En dónde viven ellos? ¿Cuáles son sus barrios? ¿Y de qué manera podemos llevarlos a la justicia para que sean juzgados?

Aquí creo que tenemos un gran camino por recorrer, que tiene que ver con la institución policial, fundamentalmente. Aquí lo que nos muestran estas nuevas realidades de la Seguridad Humana de hacer crecer la vida y de desmantelar las organizaciones multicrimen, es que la policía tiene que crecer muchísimo en capacidades.

Y se me podría demandar, entonces, ¿cómo un hombre o una mujer, de 19, 20 años, que ingresa aquí, a la institución, puede lograr esas capacidades, cuando viene también de un mundo con problemas, de un barrio con problemas, en una sociedad profundamente desigual?

Creo que parte de la transformación no tiene que ver, simplemente, si se pasa de un Ministerio al otro, sino que es un poco más profunda, si el ser humano sobre el cual se conforma la institución -porque la institución no es vacía de seres humanos, no es una abstracción jurídica, sino que siempre está compuesta por personas-, si esas personas pueden gozar a plenitud de sus propios derechos y libertades.

Estoy absolutamente convencido de que una persona que está en la institución policial gozando de su dignidad humana dentro de la institución, no es capaz de violentar la dignidad humana de una persona fuera de la institución.

Estoy convencido de que entre más crezca el concepto de dignidad humana dentro de la Policía Nacional, más cuidado tendrá la Policía Nacional del concepto y de la realidad de la dignidad humana fuera de la Policía Nacional, allá en la vereda, allá en el barrio popular.

La Policía Nacional no está para perseguir jovencitos en los parques. La Policía Nacional no está para tumbarle una carreta de alimentos a un vendedor ambulante, de lo cual casi que exclusivamente vive.

El presidente Gustavo Petro en la Casa de Nariño, en Bogotá | Foto: Juan Carlos Sierra

La Policía Nacional no está para llegar a una casa de una familia campesina y porque cultivó hoja de coca, arrastrarlos hasta las cárceles; 25% de los presos en las cárceles son campesinos de Colombia.

Eso lo único que va a provocar son unas guerras secretas, clandestinas en los barrios, una confrontación permanente y creciente entre una ciudadanía joven y un personal de la policía joven, y esa no es nuestra guerra.

Ahí no es que está Colombia construyéndose, ahí a lo mejor se destruye; quizás lo que vivimos hace unos meses, que marcó este país política y socialmente, no se debe repetir.

La Constitución del 91 es clara: la Policía es para la defensa de los derechos y las libertades de todas y todos los ciudadanos, de los que son de la oposición y no creen en este Presidente, y no votaron por él; hay que cuidarlos y cuidarlas.

Sobre todo, de la gente humilde y pobre, porque estamos en una de las sociedades más desiguales del planeta tierra. Y eso implica un Estado que le dé la mano más firmemente al que más sufre, al que más se vulnera en la exclusión; a la mujer campesina, a la mujer negra, al joven que es perseguido, en realidad, por todas las exclusiones en su existencia y pierde la esperanza, y cree que no hay posibilidad en esta patria, y entonces acepta que le entreguen dos millones o tres millones para cargar un fusil, allá en las trochas, siendo la fuerza, la carne de cañón de las organizaciones multicrimen.

• Reformas

Yo creo que tenemos, y le pido al Ministro de Defensa y al nuevo Director de la Policía que hoy se inicia en todas sus labores, que tenemos que hacer unas reformas.

Esas reformas tienen que ver, entre otras, no vamos aquí porque de pronto nos cae un aguacero, la crisis climática, a analizarlas todas a fondo, pero yo propondría dos o tres.

Una ya muy altamente alcanzada, no sin problemas, porque todo tiene problemas, pero en la Policía Nacional la igualdad entre el hombre y la mujer debe ser práctica cotidiana, precisamente para que en nuestra sociedad la igualdad entre el hombre y la mujer sea práctica cotidiana.

En sociedades que, culturalmente, han sido machistas desde hace siglos, que nos han educado a los hombres así, a todos, que tenemos esas taras en la cabeza, a veces inconscientemente, tenemos que hacer esfuerzos institucionales para que la mujer pueda llegar a estar en las mismas condiciones que el hombre en cualquier institución, en cualquier parte, incluida la Policía. Aquí se han hecho esfuerzos indudables y son visibles. Un desfile de estos, hace 20 años, quizás no sería así, creo yo, ustedes saben más que yo, no sería así.

Entonces, hay avances que hay que continuar, el papel de la mujer dentro de la Policía tiene que ser fortalecido, protegido, cuidado. Hay que crear mecanismos de denuncias en caso de que existan problemas, irregularidades para que la mujer sienta aquí, en la Policía Nacional, quizás dentro de todo el país, su espacio más seguro.

Dos, hay un mundo social diferenciado: uno es el mundo del Intendente, del Patrullero que puede llegar a Comisario, uno es ese mundo y otro es el mundo del personal ejecutivo; este es un tema que no solamente es de la Policía.

Pero cuando existen dos mundos diferenciados y pasar de un mundo al otro cuesta dinero, puede suceder que entonces la capacidad de mando se deshace, que se cuestiona; si un comandante come en la misma zona y con los mismos instrumentos y con la misma comida que un Patrullero, esto incluso pues es mejor mando, es más respetado, es más querido, es menos distante que cuando tienes una estación de Policía de 300 patrulleros, por poner un ejemplo, y de pronto te llega un Subintendente que jamás ha sido Patrullero en su existencia y no sabe qué es eso, pero llega es a mandar, se produce el choque, la debilidad del mando.

Por eso, a mí me parece que los dos mundos deben unirse, es decir que cualquier Patrullero pueda ser General de la República simplemente por mérito y no porque tuvo un dinero para hacer el curso, que lo que cuesta hacer el curso, los diferentes cursos que yo sé que no tienen matrícula, pero sí se cobra por el uniforme, las sabanas, los pertrechos, pero vale tanto que entonces para una persona humilde es difícil conseguir 10 millones de pesos. Eso debe acabarse, porque para eso debe haber un presupuesto nacional, para eso esto son organizaciones públicas.

Todo lo que hay aquí vinculado, incluido el que les habla, se paga es con el dinero público y en esa medida no tiene que haber un cobro para pasar de un mundo al otro.

Estudiar en las diferentes escuelas en la Policía Nacional debe ser completamente gratuito para los miembros de la Policía Nacional y es la primera reforma que les propongo. Que lleva un asunto complejo, que quiero que se debata y he pedido una consulta con las bases mismas de la Policía para que lleguen las opiniones, las propuestas, porque eso lleva, necesariamente, al que el mundo que llaman en la Policía ‘ejecutivo’ salga del mundo de patrulleros. Es decir, que no se llega a la Policía desde fuera de la sociedad, por esta puerta, sino por la puerta del patrullaje.

Que todo miembro de la Policía tenga que pasar por allí y, a través del mérito y de estudiar obviamente, se pueda ascender. Eso es un cambio, es un cambio que tiene sus bemoles, no digo que no, pero que puede garantizar una fortaleza del mando y una mayor unidad en la acción a final de cuentas, que la Policía pueda tomar en diferentes regiones y lugares. Que no haya diferenciación social en la Policía. Que cualquiera pueda ser General si tiene los méritos, que no sea la condición económica, yo hablaba en campaña de la política que esa sí es peor, pero que no sea la condición económica la que le impida a una mujer o a un hombre dentro de la Policía a ser, como su vocación le indica, la carrera, quizás, hasta el final, hasta la cúpula, hasta que algún día aquí un presidente lo despida en honores, porque ya se acabó su ciclo al frente de la fuerza policial.

Y, una segunda propuesta, es que al final, y esto tendría que ver más con las Fuerzas Militares, donde las personas son más transitorias que en la Policía por el tipo de servicio, pero la Policía será mejor si sus integrantes, todos, pueden elevar su nivel de escolaridad.

Cuando hablaba de cómo destruir una organización multicrimen dedicada al lavado de activos, donde necesitamos inteligencia financiera para descubrir las transacciones ilícitas, que no son fáciles de descubrir, pues eso implica capacidades profesionales, que son diversas, porque no es lo mismo esas que si se va a enfrentar un problema de bandas en un barrio popular, donde hay que entender la antropología de las juventudes del hoy, por ejemplo, y hay que estudiarlas.

A mí me costó trabajo cuando llegaba aquí a la Alcaldía a descubrir qué dice un mural en una pared, hasta que descubrí qué decía. Pero para eso hay que conocer, hay que saber.

Si implementamos un programa donde, al máximo posible, las personas que entran de Patrullero o Patrullera de esta institución, pueden empezar acoplando su actividad diaria de trabajo con la educación superior, ojalá, en todas las disciplinas, lo cual implica que no solamente se puede estudiar aquí, sino que habría que abrir las puertas de la universidad pública, del Sena y ampliar estas, de las escuelas, para lograr un cometido, donde el nivel de escolaridad de la totalidad de la Policía crezca, tendríamos una Policía mejor, más capaz, esas capacidades son fundamentales a la hora de defender los derechos y libertades de la ciudadanía.

Cuando una persona aquí se retire, por cualquier razón, queda capacitada en la sociedad colombiana para ejercer su profesión, sin decaer. Decía con usted, General, qué pasa con un soldado que sabe manejar un fusil y de pronto sale a la sociedad y ya no es profesional, ya no le dan el salario de las Fuerzas Militares y va a pedir un puesto ¿y qué le dicen? Si no es celador de un edificio, si acaso, no le dan ningún puesto, porque sabe es manejar un fúsil.

Pues la institución estatal tiene que darle las capacidades a los jóvenes, hombres y mujeres, que entran a estas instituciones que son armadas, que tienen unos conocimientos específicos, pero que no se aplican en la sociedad, las capacidades también para defenderse en la sociedad. De tal manera que el paso por la Policía o el paso por el Ejército, por la Fuerza Aérea o por la Armada sea un paso que le garantice a cada ser humano que ingresa salir mejor de como entró, en capacidades humanas de todo tipo, que incluyen las académicas, las profesionales.

Un cuerpo de Policía más profesional, claro que implica unos dineros. Lo que pagaba el Patrullero, ahora lo paga el Estado; lo que paga hoy el cadete o el alférez, lo debe pagar el Estado. La educación que habría que encontrar, incluso fuera de estas instituciones, las tiene que pagar el Estado y entonces, en volumen, ¿cuánto es? Y llegamos a la práctica de todo gobernante, ¿qué es lo prioritario?

Porque el dinero puede que esté, pero se gasta en otras cosas. Puede que esté dentro de la Policía y se gasta en otras cosas, puede que esté dentro de las Fuerzas Militares y se gasta en otras cosas, puede que esté dentro del Estado y se gasta en otras cosas.

Pues yo lo que les propongo es que todo gasto en el ser humano es prioritario. Las cosas pueden esperar, los seres humanos no. Es más importante la mujer y el hombre que tienen el fusil, que el fusil. Siempre y en todo lugar. El fusil no se dispara solo o el fusil puede ser autodestructivo, pero si el ser humano que está detrás de ese fusil es cada vez mejor, tengan ustedes la seguridad que lo tenemos más capacidad, más garantías de seguridad, más garantías de defensa, una Policía, en este caso, que –como dice la Constitución–, sea la garantía plena de los derechos y las libertades de toda la ciudadanía colombiana sin excepción, desde el más pobre hasta el más rico, pero sabiendo que quien más necesita es el más pobre y, por tanto, esa alianza Estado–pueblo, Ejército–pueblo, Policía–pueblo, Ejército–campesino y campesina, Policía–joven del barrio popular es fundamental establecerla si queremos una mejor democracia, más estabilidad, más tranquilidad, un desarrollo que ojalá alcance a toda la sociedad colombia a para que este país sea mucho más grande de lo que es.

Gracias por haberme escuchado, me alargué un poco, felicitaciones y un aplauso a ustedes muchachos y muchachas de la Policía Nacional.

Muchas gracias.