En Yurumanguí todo es bosque y río, dos elementos vitales que le han enseñado a los niños y jóvenes que es por allí por donde va el futuro. Basados en lo que los rodea, desde muy pequeños los yurumanguireños entienden el significado que estos recursos tienen con la vida misma. Desde su nacimiento, los niños de las 13 veredas que conforman la cuenca hidrográfica de Yurumanguí, ubicada en el municipio de Buenaventura, entran en contacto con la naturaleza y crean una conexión fuerte con su territorio. Nacen nadando y pasan sus días entre el agua y el verde que los rodea, contemplando la espesura de los bosques. Ese mensaje de protección y respeto hacia los recursos naturales ha sido fortalecido por los 54 líderes del Consejo Comunitario de la Cuenca del Río de Yurumanguí (CCY), constituido en 1998, quienes han establecido normas de convivencia como el cierre al cultivo de drogas y la minería ilegal.
Los bosques de Yurumanguí hoy están protegidos de la minería y deforestación por medio del trabajo comunitario. Foto: FAO. “Nuestro territorio se respeta, acá no se siembra ni se consume coca”, afirman sus habitantes. "Esto nos ha permitido que hoy, después de tantos enfrentamientos, podamos seguir conservando nuestra riqueza y territorio”, dice Robinson Aramburo, uno de líderes. Le puede interesar: Estos son los héroes de los bosques colombianos Tatiana Mina, profesora de la institución educativa Esther Etelvina Aramburo, ubicada en la vereda de San Antonio, asegura que el conocer el pasado de la zona, cargado de esclavitud, minería y coca, “nos aferra mucho más a nuestros ríos y bosques. Los antepasados nos han dejado un legado muy importante: la fuerza y valentía de los esclavos rebelados de las minas de oro que se explotaban aquí desde el siglo XVI”.
Desde pequeños, los niños aprenden sobre el cuidado de la naturaleza y la cantidad de especies del bosque. Foto: FAO. Futuras semillas Los miembros del consejo comunitario han sembrado tesón y orgullo en sus niños y jóvenes, además de un arraigo para cuidar cada árbol, planta y animal por minúsculo que parezca. La comunidad ha construido iniciativas propias como el Grupo Ecológico Los Laureles, un colectivo que reúne a más de 60 niños y jóvenes de la vereda San Antonio, liderados por docentes y padres de familia, que defiende su territorio desde hace más de seis años. Le puede interesar: Bongo Negro, un hervidero de biodiversidad en las montañas del Valle del Cauca A partir de visitas por los terrenos gobernados por la manigua, los pequeños aprenden de los corteros o peones sobre la historia de sus bosques y las especies de fauna y flora que allí habitan.
Los jóvenes del grupo Los Laurel recorren a diario los bosques de su vereda. Foto: FAO. “Hemos conocido especies que no sabíamos que existían aquí. Con la guía de estos señores, ahora sabemos que el caimito, cuangaré, bagata y algarrobo, son nativas de nuestro bosque y esto nos motiva a seguir cuidándolo, porque seguramente no hay otro lugar tan lindo y rico como este en toda Colombia”, cuenta Luz Karime Caicedo, integrante del grupo ecológico. Le puede interesar: Un hijo del Valle que defiende el bosque seco tropical José Antonio Caicedo, líder juvenil de la vereda, afirma que es importante entender que los árboles tienen un ciclo de vida. “Quizás en algunos años, si no nos preocupamos por conservarlos, ya no tendremos que dejarle a las próximas generaciones. Por eso creamos un vivero en el que sembramos especies maderables y no maderables para que cuando crezcan podamos hacer reposición de los árboles en el bosque”.
Con el apoyo de la FAO y el Ministerio de Ambiente, estos niños aprenden sobre forestería comunitaria. Foto: FAO. Esta iniciativa comunitaria cuenta con una zona de reserva ecológica en la que los integrantes del grupo replican sus conocimientos del bosque a los niños más chicos de la vereda, asegurando así que el relevo generacional amplíe la onda conservacionista en la comunidad. Las 36 hectáreas de la reserva fueron bautizada por los jóvenes como Los Laureles, en honor a esta especie del bosque que abunda por la cuenca del río Yurumanguí. La zona es cuidada como un tesoro invaluable, pues es allí nace el yacimiento de agua que alimenta el acueducto veredal.
Una reserva de 36 hectáreas les sirve a los jóvenes y niños como aula de clase para aprender sobre biodiversidad. Foto: FAO. “Esta reserva ecológica se ha convertido en un centro de estudio, un aula a campo abierto en donde grandes y chicos aprenden de la riqueza natural. Términos como biodiversidad han sido asimilados como un todo desde la vivencia”, informó la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), quien ha acompañado el proceso. Según la organización, para un joven yurumanguireño el concepto, más allá de todo lo técnico que encierra, va de la mano con el cuidado del bosque y del río, “una simbiosis imposible de mantener si los humanos no la protegen”.
En lo profundo del bosque, los pequeños toman fotografías de la biodiversidad de Buenaventura. Foto: FAO. Respetar el bosque Los jóvenes y niños cuidan cada paso que dan durante su visita al bosque y la zona de reserva, pues saben que allí habitan especies de fauna y flora que deben proteger. “La manera más inmediata de hacerlo es respetando las épocas y zonas de corte de madera autorizadas por la Corporación Autónoma Regional del Valle del Cauca, además de seguir llevando el mensaje de conservación a sus familiares y amigos”, complementó la FAO. Le puede interesar: Los guardianes del bosque seco Para lograr esta labor, integrantes del grupo juvenil ecológico acompañan a los corteros en cada salida a los sitios autorizados, quienes hacen una inspección previa para evitar la pérdida de animales.
Una de las actividades de estos jóvenes es el monitoreo comunitario por las zonas boscosas. Foto: FAO. “También velan por el cuidado de las plántulas de árboles en crecimiento, las cuales trasplantan para que puedan crecer. Este es un espacio de intercambio de conocimientos ideal, en el que comparten adultos y jóvenes y encuentran un vínculo que los une: el amor por el bosque”, dice la organización. Le puede interesar: El manual indígena para proteger el bosque seco de la Sierra Nevada A la fecha, el Grupo Ecológico Los Laureles ha estructurado su trabajo en cinco áreas: manejo del vivero, gestión del conocimiento, prácticas de autoconsumo y seguridad alimentaria, desarrollo empresarial y monitoreo comunitario. “El territorio es la vida y la vida no se vende, se ama y se defiende”, es la consigna comunitaria de estos niños y jóvenes, quienes esperan seguir creciendo y llegar a vincular a otros yurumanguireños de otras veredas.
El grupo juvenil es uno de los mayores conocedores de la fauna de sus bosques. Foto: FAO. Manos amigas En 2018, el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible y la FAO firmaron un convenio de asistencia técnica para la implementación del modelo de forestería comunitaria e impulso a la economía forestal en Colombia, en el marco del proyecto de gobernanza forestal apoyado por la Unión Europea. Dicho convenio busca aportar a la implementación de las acciones de la estrategia integral de control a la deforestación, bajo la ejecución de un modelo innovador de forestería comunitaria con enfoque diferencial y equidad de género en ocho zonas del país: Antioquia, Bolívar, Cauca, Chocó, Huila, Putumayo, Tolima y Valle del Cauca (como es el caso de la cuenca de Yurumanguí).
Las comunidades afro de Buenaventura están comprometidas con frenar la deforestación. Foto: FAO. “Este proceso busca tener impactos positivos en la reducción de las emisiones por deforestación y degradación forestal, además de aportar al trabajo decente y crecimiento de la economía forestal”, anotó la FAO. Le puede interesar: Un cordobés con alma y corazón en los Montes de María A mediano plazo, esta estrategia pretende lograr organizaciones de productores fortalecidas con planes de manejo forestal formulados, planes de negocio en los núcleos forestales, empresas forestales reconocidas a nivel nacional en legalidad y consolidar un Sistema Nacional Ambiental en las jurisdicciones de las varias autoridades ambientales. Homenaje al bosque En 2012, la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó el 21 de marzo como Día Internacional de los Bosques, celebración que rinde homenaje a la importancia de todos los tipos de estos ecosistemas y hace un llamado a generar conciencia al respecto. Ante el panorama que pone en alerta al mundo por la pérdida de biodiversidad, la FAO propuso como tema para todo 2020 los bosques y biodiversidad.
Los bosques son vitales para el sustento de las comunidades y el quilibrio ambiental del planeta. Foto: FAO. “Los bosques cubren un tercio de la superficie terrestre y juegan un papel fundamental en la vida del planeta. Más de 1.000 millones de personas, incluidas 2.000 pueblos indígenas, dependen de los bosques para sobrevivir al proporcionar alimentos, medicinas, combustible y abrigo”. Le puede interesar: De manejar mototaxi a defender los árboles del bosque seco Desde el punto de vista biológico, los bosques son los ecosistemas terrestres más diversos, que albergan más del 80 por ciento de las especies animales y vegetales. Pero pese a sus beneficios ecológicos, económicos y sociales, la deforestación continúa a un ritmo sin precedentes. “2020 ha sido denominado el Súper Año de la Naturaleza, periodo en el que debemos invertir la tendencia de la deforestación y la pérdida de bosques”, puntualizó Antonio Guterres, secretario general de la ONU.
Jóvenes y niños son claves para combatir la pérdida de los bosques. Foto: FAO.