Lo primero que se ve cuando una persona llega al terminal de Pasto, en Nariño, es a la gente acostada en el piso con algunas cobijas esperando conseguir algún tiquete para viajar hacia el norte del país. Las opciones son pocas y la espera muy larga. Familias con niños pequeños sobreviven a punta de pan y pagando el servicio de baño a 1.500 pesos, en un intento por salir de un departamento que prácticamente quedó atrapado.
Las opciones no son muchas: dos vías alternas que están en muy mal estado, pero que además son un salto al vacío porque no saben con qué se van a encontrar. A pesar de que han intentado organizarse, dando paso en un sentido un día y en el otro al día siguiente, muchas veces los controles no son suficientes y se terminan encontrando en la mitad, lo que alarga aún más el viaje.
En condiciones normales, una persona se puede gastar en un bus unas 8 horas viajando de Pasto a Cali. Hoy en día, por una de las “trochas” como le llaman los conductores, se están gastando 17 horas si es que no ocurre algún contratiempo. La ruta es: Pasto - El Bordo - La Depresión - La Sierra - Rosas - Popayán y Cali.
Existe otra opción, pero mucho más larga. Algunos dicen puede ser hasta de 500 kilómetros y va desde Pasto hacia Mocoa, después desvía a Pitalito para llegar a Popayán por el otro lado. Es una vía que lamentablemente también está en muy mal estado y es por eso que los nariñenses se sienten atrapados.
El alcalde encargado de Pasto, Carlos Bastidas, dijo que desde que se terminó el fin de semana del carnaval de negros y blancos, que a propósito era el primero que se hacía después de la pandemia, unas 2.000 personas quedaron atrapadas en el terminal por el derrumbe y esperan salir en los próximos días. La mayoría de ellas, por supuesto, eran turistas.
A Juan Diego Alvira le llamó la atención el caso de una familia de venezolanos que intentaba viajar a Cali con una bebé de brazos y con cobijas en el piso. Le confesaron al comunicador que si no encontraban soluciones en las próximas 24 horas, no iban a tener más remedio que ir a la calle a pedir plata, pues lo que tenían apenas les alcanzaba para comprar algo de alimento y pagar el servicio de baño.
Otro fue el caso de una mujer que viajaba con su esposo, y con sus tres hijas, con el ánimo de regresar a su país: Venezuela. Llevaba cuatro días en el terminal y confesó que todos estaban “sobreviviendo a punta de pan” porque no les alcanzaba para otra cosa. Han dormido encima de una especie de costal gigante y acolchado esperando una solución que no llegará en el corto plazo, pues ya el propio presidente Gustavo Petro advirtió que la vía Panamericana estará cerrada al menos un mes más.
Los pasajes de los buses, por supuesto, están por las nubes. Hoy en día están cobrando 160.000 pesos por un puesto entre Pasto y Mocoa. De allí en adelante cada quién debe conseguir transporte hacia Pitalito, para seguir con su camino hacia el norte. Normalmente, ese mismo pasaje, en condiciones normales no superaba los 60.000 pesos. Esa es la razón por la cual muchas familias de escasos recursos no han tenido otra alternativa que dormir en el terminal, pues tampoco les alcanza para una habitación de hotel.
Como medida inmediata, los transportadores están reclamando la intervención de las vías alternas para disminuir los tiempos de desplazamiento, para evitar el desgaste de los carros y permitir, además, que puedan viajar vehículos de más de 3 toneladas, pues por ahora los grandes camiones no tienen otra alternativa que apagar sus motores.