El año 2020 no ha sido fácil para Puerto Nariño. Durante los primeros meses, en plena temporada de lluvia, el río Amazonas arrasó con un pedazo entero de bosque ubicado justo en frente del municipio. Este dividía al río Amazonas del río Loretoyacu, en el que estaba Puerto Nariño. Hoy, sin embargo, el río Amazonas choca directamente contra el puerto, es decir, ahora el municipio está dentro de este afluente, y con el paso del tiempo y a medida que aumente su caudal, erosionará cada vez más la zona poniendo en riesgo a los habitantes.  Le puede interesar: Adiós a Dexter Dombro: el canadiense que se la jugó por el Vichada Este comportamiento de los ríos es natural, especialmente de uno con la magnitud del Amazonas. Suelen cambiar de curso y forman islas que luego desaparecen por la erosión y sedimentación. Sin embargo, puede haber factores que aceleren este proceso, como la deforestación. Este es el caso de Puerto Nariño, en donde hace tres o cuatro años empezaron a deforestar. “Hacen chagras, cultivos, y esto acabó con los árboles y le quitó protección a la parte frontal del municipio”, explicó Fernando Trujillo, director científico de la Fundación Omacha, quien lleva 33 años trabajando por este lugar.  El fenómeno, sin embargo, no es nuevo. Desde hace tres años se ha venido degradando el frente que cubría Puerto Nariño y aunque han alertado a las autoridades, no se ha hecho nada para prevenir y evitar lo que ocurre por estos días.  En esta ocasión el caudal se llevó en 3-4 días, el puente turístico de desembarco, cubrió de agua y desapareció la isla Zancudo, justo enfrente del municipio, además de desprender enormes pedazos de tierra del frente del puerto. Esto tiene en alerta a sus habitantes pues ante el inminente aumento de caudal, el río podría llevarse por delante a parte de Puerto Nariño.

Los enormes pedazos de tierra que han caído por estos días, tiene a los 8.000 habitantes de Puerto Nariño en alerta. Foto: Bomberos voluntarios de Puerto Nariño. La situación es preocupante y el futuro del municipio está en riesgo. En este momento, aunque están en temporada seca y el caudal es de 20.000 metros cúbicos por segundo, el río se ha llevado grandes pedazos de tierra. En invierno, por su parte, el caudal puede sobrepasar los 100.000 metros cúbicos por segundo, lo que dejaría daños irreparables en el puerto si las autoridades no actúan oportunamente. “Cuando hablamos con las autoridades la respuesta es que ese es el comportamiento normal del río y no hay de qué preocuparse. Pero es necesario actuar de inmediato pues cuando Puerto Nariño quede sin esa franja de enfrente y empiece el caudal de invierno, podría llevarse todas las casas del primer frente del municipio. Hasta que no estamos con el agua hasta el cuello no reaccionamos”, dijo Trujillo. Le sugerimos: ¿Cómo salvar al bosque de los mil colores en Colombia? Trujillo agregó que “si cuando llueve normalmente se inundaban las casas de enfrente, ahora la situación puede tornarse en una catástrofe pues están desprotegidas”. De ahí que se haga un llamado a las autoridades para darle una solución urgente al tema antes de que llegue el invierno y no puedan llevar a cabo ninguna obra.  “Tenemos un programa de siembra de árboles para compensar la deforestación. Sembramos pepeaderos que producen frutas y semillas para los peces, y su disminución también afecta la cantidad de peces presentes en el río y por ende la alimentación de la población. Todo es un círculo. La deforestación no es sólo tumbar un árbol y murió, tiene muchas más implicaciones”, dijo Trujillo. Se llama pepeaderos al conjunto de árboles a las orillas de humedales y ríos que producen frutos, denominados coloquialmente “pepas”, que al caer son alimento para innumerables especies de peces como: gamitanas, acarawuazus, pirañas, bagres y sardinas. Puede leer: La increíble historia de un caimán aguja que nadó 700 kilómetros para ser libre Es importante que las autoridades atiendan esta emergencia antes de que sea demasiado tarde. Puerto Nariño no es el único lugar que padece esta problemática, no es un caso aislado sino recurrente que permite ver las consecuencias de la deforestación. La tragedia de Mocoa, por ejemplo, es otro caso similar que evidencia cómo dejar pasar este tipo de alertas puede desencadenar en una catástrofe.  "Hay muchas poblaciones en la mayoría de los ríos de Colombia que merecen que se haga un análisis preventivo de procesos de sedimentación y erosión de los ríos, pues, aunque es algo natural, nosotros podemos estar acelerándolos sin darnos cuenta. Es necesario tener equipos de geólogos e hidrólogos que hagan una lectura preventiva de estos desastres", explica Trujillo.  Puerto Nariño antes tenía un islote de bosque que lo dividía del Amazonas, pero hoy está dentro de este afluente, a merced de su caudal.