Más allá de ser cierto o no, los colombianos nos enorgullecemos de ser uno de los países más felices del mundo, pero ¿lo mismo ocurre con la creatividad y la curiosidad? Puede que sí. Colombia ocupa actualmente el puesto número 20 de 141 países en exportación de servicios creativos. ¿Cómo se ha logrado esto? ¿De qué tipo de creatividad y curiosidad hablamos?
No existe una única definición de lo que es la creatividad. Según el psicólogo Mihály Csíkszentmihályi, la creatividad es cualquier acto, idea o producto que cambia un dominio ya existente o lo transforma en uno nuevo (desde este punto de vista casi que estamos hablando de innovación). Para otros, como el escritor Ellis Paul Torrance, es la capacidad de pensar de manera divergente; es decir, generar múltiples respuestas y soluciones a un problema (y aquí casi que hablamos de un pensamiento analítico según lo definimos en SAS).
Estas dos definiciones, junto con una docena más de respetados investigadores, tienen varios parámetros en común, como el surgimiento de ideas generalmente innovadoras para afrontar retos. Y esto tiene que ver –y mucho– con la tecnología, el big data, la capacidad de procesar millones y millones de datos que tienen las organizaciones y las personas en la actualidad y de aprovechamiento de esos datos para convertirlos en inteligencia analítica para tomar mejores decisiones o en inteligencia artificial para automatizar procesos y ayudarnos en las tareas diarias como hoy lo hacen cientos de aplicativos de todo orden.
Allen Gannett, en su libro ‘The Creative Curve: How to Develop the Right Idea at the Right Time’, destaca cómo el análisis de datos ayuda a potenciar la creatividad. Este punto es coincidente con los investigadores Hilary Mason y DJ Patil, autores de ‘Data-Driven: Creating a Data Culture’.
Lo más interesante es que esta relación es recíproca, ya que la creatividad también es una herramienta invaluable en el análisis de información. Hablamos de una creatividad potenciada por un flujo de datos que permite seleccionar los mejores escenarios para tomar decisiones.
En el caso colombiano, la creatividad ha sido tan importante que incluso se convirtió en una bandera de gobierno, como sucedió con la Economía Naranja, lanzada en 2020, donde una de sus bases fundamentales fueron las llamadas “Industrias creativas y digitales”.
Estos esfuerzos no pasaron desapercibidos internacionalmente, como lo demuestra el informe ‘Panorama de la economía creativa 2022′, impulsado por la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Comercio y Desarrollo (Unctad.
Dicho informe recordó que la economía creativa es un sector clave para el desarrollo sostenible de las naciones, ya que la creatividad no puede existir en el vacío, requiere de una cultura, hábitos y tendencias de donde nutrirse.
Solo se necesita un espíritu inquisitivo y curioso para investigar el entorno y buscar los datos que están moldeando el día a día de las comunidades. Es comprender esos datos porque es allí donde surge la innovación.
Y ya que hablamos de innovación, Colombia enfrenta un desafío. Según el Índice Global de Innovación 2022, el país ocupa el puesto 63 entre las 132 economías analizadas y el cuarto lugar en América Latina. Aunque existe talento, es necesario invertir más en ciencia y tecnología.
En un artículo de El Tiempo, Marcela Rueda, subdirectora de la red de innovación Connect Bogotá, afirma que “Colombia realmente está rezagada en cuanto a sus niveles de inversión en general en investigación y desarrollo”.
Sin embargo, varias de estas cifras y análisis aún están afectadas por la sombra de la pandemia, una anomalía estadística que afectó al mercado y generó nuevos hábitos de consumo, ¿cómo y por qué es importante entender estos cambios?
Si pensó en buscar respuestas en la correlación de datos (datos económicos, de comportamiento de industrias y sectores, datos que relacionan cambios de hábitos en los consumidores colombianos y datos de cómo avanza el país en términos de innovación y de creatividad), está por el camino adecuado.