Como cualquier día, el pasado viernes Jaime Silva iba de camino para su casa, ubicada en la vereda El Recodo, luego de su jornada de trabajo como operador de la garrucha o tarabita (transporte colgante), que comunica la vereda con el municipio de Murillo, por entre las montañas del Tolima.
Silva es de los que no puede parar su trabajo en confinamiento porque si no, queda desconectada la vereda. A lo lejos vio a un grupo de jóvenes jugando con lo que creyeron que era un gato. Un minino diminuto que, casi al instante, este campesino pudo identificar como una especie salvaje. Su pelaje y pintas le fueron inconfundibles. - “No es un gato”, les dijo- “Claro que lo es”, le contestaron
“Les expliqué que no se trataba de un gato, sino de un tigrillo. Que por lo tanto se debía avisar a las autoridades correspondientes. En principio discutimos y no hicieron caso. Ya después de tanta insistencia, me lo entregaron”, cuenta Silva. Lo tomó en sus manos y se lo llevó hasta su casa. Desde allí alertó de la situación a funcionarios de la Corporación Autónoma Regional del Tolima (Cortolima), de la UMATA y hasta de Parques Nacionales Naturales.
“En lo que va corrido de la cuarentena, se han adelantado 77 rescates en todo el territorio tolimense gracias al oportuno llamado de la comunidad”, dijo Olga Lucía Alfonso Lannini, directora general de la entidad ambiental. Con la supervisión de veterinarios y biólogos de Cortolima, el pequeño felino fue llevado hasta las instalaciones del Centro de Atención y Valoración de Fauna Silvestre de la entidad donde permanece a esta hora bajo cuidados especiales.
Los expertos en fauna silvestre determinaron que es una hembra joven ocelote (Leopardus pardalis) de aproximadamente dos meses. También, que estaba enferma: presentaba problemas digestivos y diarrea, que ya fueron controlados. A hoy, de acuerdo con Cortolima, ya está mejor. Tanto en su condición física como en la comportamental. Con este diagnóstico positivo se espera continuar con un tratamiento nutricional para garantizar y favorecer el desarrollo físico de la ocelote. Luego, deben integrarla integrarla a lo que se conoce como un proceso de terapia biológica que le permitirá adquirir comportamientos, habilidades y aptitudes propias de su especie, indispensables cuando la vayan a regresar a su ambiente natural, informaron en la corporación.
Por ahora la alimentan con leche deslactosada y, conforme se vaya adecuando, le irán dando gradualmente carne (carne tierna-madurada). Hasta poder comer carne con más hueso y presa viva. Los expertos se esforzarán para que no se acostumbre a los humanos, aunque no es fácil porque es un animal que está en crianza artificial y la atención de los humanos debe ser 24/7.
Por ahora, dicen, “le estamos dando estímulos positivos para que no deje recibir alimento. Cuando esté más atenta y alerta se realizarán estímulos negativos con el fin de que no asocie al humano con algún beneficio”. Cortolima inició la búsqueda de un centro de rehabilitación de felinos que acoja a esta ocelote para su proceso de retorno a la vida salvaje. Y mientras tanto, la autoridad hizo un llamado con el fin de que la gente entiendo lo traumático que representa para un animal silvestre ser despojado de lo más preciado: su libertad.
La veterinaria Valeria Álvarez sostiene al pequeño felino, que, en edad adulta, puede llegar a medir hasta casi un metro.