Cada primero de diciembre, desde 1988, se conmemora la lucha contra el VIH/sida. Actualmente, en Colombia hay 134.636 personas que viven en el país con VIH. La mayoría son hombres (77,41 %) muy jóvenes, cuyo rango de edad oscila entre los 25 y los 34 años, según el Fondo Colombiano de Enfermedades de Alto Costo.
Muchos de los relatos se dan a conocer en el anonimato, porque a pesar de que el virus ya ha dejado de ser un tabú en la sociedad, muchos de los pacientes aún se avergüenzan o temen a la discriminación. Aunque coinciden al decir que su realidad ahora les aterra mucho menos que hace unos años, pues, aunque son conscientes de que aún no se tiene una cura ni una vacuna para evitarlo, sí reconocen la importancia del acceso a los tratamientos.
Las historias a continuación son de dos usuarios de Coosalud diagnosticados con VIH, quienes confirman que tener el virus no es sinónimo de muerte, por el tratamiento oportuno, pero recuerdan el momento tan escalofriante en el que se enteraron del contagio.
Gabriel, como se hace llamar, describe el momento en el que estaba en Medellín, sentado frente al televisor. Empezó el noticiero y el tema eran los contagios de VIH en el país. En ese momento entrevistan a una persona contagiada del virus y Gabriel se da cuenta de que quien está en la pantalla es una expareja suya, con quien había compartido dos años atrás en Bogotá.
Inmediatamente salió a buscar un laboratorio donde le hicieran la prueba y dio positivo: “Fue un choque tremendo, un golpe tenaz, sobre todo porque, en esa época, salir infectado era sinónimo de muerte. Mi pareja de ese momento se dio cuenta de mi reacción y yo le conté la situación. Esa persona se hizo el examen y salió negativa, pero la relación se fue deteriorando poco a poco hasta que se acabó”, relató. Todo sucedió 30 años atrás, cuando el virus llevaba una década de ser identificado como tal.
Otra de las portadoras del virus es Gloria. Cuenta que su esposo falleció de manera repentina en 2006 y los médicos, en vista de que no encontraban la causa de su deceso, resolvieron practicarle la prueba de VIH, que salió positiva.
Era su única pareja y ese fue el recuerdo que le dejó su primer esposo, pues ella tan pronto se realizó un test dio positivo también. Describe que para esa época en su familia vivían un verdadero drama sobre todo al saber que el VIH era capaz de vencer al portador, pues era el mensaje que estaba viendo en su esposo recién fallecido. “No voy a vivir más, esta es una enfermedad que va a acabar conmigo”, pensaba.
“Yo quería sacarlo (a su exesposo) del cajón y reclamarle que por qué lo había hecho, que por qué no había pensado en su hija y en mí. Tuve tanto estrés, todos los días lloraba, pensaba que ya al día siguiente me iba a morir, que iba a amanecer muerta”, relata Gloria.
Los dos portadores tienen en común que aparte de enterarse de manera sorpresiva sobre el contagio, decidieron luchar por su vida. y rehicieron sus vidas sin dejar de lado el tratamiento y tomando las precauciones pertinentes para evitar la propagación.
Gabriel creó una fundación que vela por los derechos de los pacientes de VIH. “Vengo trabajando en el tema desde hace muchos años. Acá, al departamento de Magdalena, llegó un proyecto del Fondo Mundial llamado VIH, Malaria y Tuberculosis, y me escogieron para liderarlo. Ahí duré dos años y pude capacitarme como técnico en salud sexual y reproductiva”.
Gloria, por su parte, se volvió a casar y tuvo otra bebé que afortunadamente salió negativa en la prueba: “Afortunadamente, siempre se me ha mantenido indetectable y he disfrutado de buena salud; es más, me volví a casar y tuve otra niña. Mi pareja es negativa y ella también es negativa”.