En el hocico y alrededor de los ojos su pelo es más claro, por eso parece que lleva unas grandes gafas. Con su naturaleza tímida y su pelaje, el oso de anteojos, conocido también como oso andino (Tremarctos ornatus) porque habita en los bosques al pie de los Andes, no parece una gran amenaza. Sin embargo, los agricultores de la región andina de Sudamérica los cazan porque creen que el único oso del subcontinente es una amenaza para su ganado. La cacería es una de las razones para que esta especie esté amenazada, además de la deforestación y la expansión urbana dentro de su hábitat. Le puede interesar: Sabe qué hacer si se encuentra con un oso de anteojos El biólogo Daniel Rodríguez lleva más de 30 años estudiando al oso de anteojos. Junto con el veterinario y director de la Fundación Bioandina, Orlando Feliciano, ha asumido la misión de proteger a esta especie categorizada como vulnerable por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Con este fin, intentan sensibilizar a la población local sobre la importancia del animal para la región y dirigen un santuario para los osos heridos en las montañas de Colombia. Cada vez que los investigadores devuelven un oso andino a su hábitat natural y realizan un seguimiento de su cría, saben que su duro trabajo vale la pena. Le sugerimos: Monitoreo comunitario identifica cinco osos de anteojos en las montañas de Neiva Los osos de anteojos pueden llegar a medir entre 1,30 y 1,90 metros de alto y a pesar entre 80 y 125 kilos, en promedio, en su edad adulta. Su dieta se basa principalmente en el consumo de bromeliáceas, frutos, bayas, bulbos, raíces, cortezas, hojas y hongos, aunque un pequeño porcentaje de su alimentación también proviene de insectos, huevos, miel, reptiles, roedores, conejos, pichones y, ocasionalmente, de caprinos, ovinos, camélidos y vacunos. En Colombia está presente en 22 de las 63 áreas protegidas del Sistema Nacional de Áreas Protegidas ubicadas entre los 300 hasta los 4.750 metros de altura, en diversos hábitats entre los que se encuentran los páramos y los bosques andinos. La importancia de su conservación radica en las funciones ecológicas que cumple como dispersor de semillas, depredador natural, controlador de plagas y polinizador.