Samuel Torres, uno de los percusionistas más importantes de las escena del latinjazz, es uno de los invitados más importantes de este evento y tocará junto a la Orquesta Filarmónica de Medellín. Arcadia habló con el percusionista bogotano radicado en Nueva York. Si tuviera que mencionar las más importantes, ¿Cuáles diría que han diso sus principales influencias? La más importante viene de mi entorno familiar. Mi tío Eddy Martínez es un reconocido pianista, arreglista y compositor. Su música lo convirtió en una de las figuras centrales de la escena musical latina en Estados Unidos y gracias al boom de la salsa y al desarrollo del jazz latino en Nueva York, su música se dio a conocer en el mundo entero. Grabó con importantes personalidades como Tito Puentes, Machito y Gato Barbieri y yo crecí con esa influencia en mi casa en Bogotá. Otra persona importante fue Ray Barretto. Él fue un músico muy completo y sus ritmos siempre iban a la vanguardia de la música latina. Barretto fue un jazzista de corazón y para mí fue uno de los artistas más representativos de la unión entre esas dos corrientes, del jazz y la música urbana, especialmente de los barrios del Bronx. Por ultimos mencionaría a mi profesor de composición Guillermo Gaviria. Él es una figura muy importante en la escena musical de Colombia y fundó las facultades de música y arte de la Universidad Javeriana. Gaviria fue uno de los que me guio en la vía percusionista y desde muy joven me incitó a que buscara diversas influencias y me llevó a estudiar composición clásica. Este bagaje me permitió unir elementos de la música contemporánea y de música clásica dentro de los ritmos populares.
Su música junta elementos del latinjazz con otros de folclor colombiano, sonidos africanos, música cubana, salsa y funk. ¿Cómo se mueve entre los géneros a la hora de crear? La música es un lenguaje con diferentes acentos. Yo creo que en ese lenguaje, los ritmos se conectan con algo mucho más profundo del ser humano. Los viajes que he hecho a lo largo de mi vida, me han permitido compartir con músicos de otros países con diferentes idiomas. La música permite establecer diálogos universales porque es algo que se conecta con la vida y con las diferentes culturas. Creo que no hay nada propio de nadie. Las influencias están adentro de cada individuo y uno las va sacando en la medida en que va tocando, intuitivamente. Los sonidos colombianos son, entonces, también parte de su formación... Todo lo que hago siempre va a tener una sonoridad colombiana. Yo intento ser muy honesto conmigo mismo y no pretender ser algo diferente. Mi música siempre va a tener raíces de los timbres colombianos. Pienso que es muy importante haber crecido en la capital. Bogotá es una mezcla de culturas. Así como hay música del caribe, también hay ritmos del pacifico, del vallenato y la salsa. Todas esas mezclas penetran en lo que uno hace. ¿Cuál es la importancia del Bullerengue en su trayectoria musical? El Bullerengue es un descubrimiento reciente en mi carrera. Yo me gané la beca Chamber Music America que es una de las más importantes en géneros de jazz y música clásica en Estados Unidos para artistas establecidos. Soy el primer colombiano que se gana esta mención y decidí hacer un proyecto dedicado a Colombia. Me interesaba en especial la situación de las víctimas y el conflicto armado. En el Bullerengue el tambor es el que habla y es el que lleva la melodía. En ese género se invierten los roles de los instrumentos y la percusión es la que habla En la obra que vamos a tocar con la filarmónica titulada Regreso hay varios momentos basados en el Bullerengue donde la orquesta recrea todo una complejidad rítmica mientras es la tumbadora la que da la melodía. ¿Qué vamos a ver durante su presentación en el Festival Internacional de Música de Medellín? Lo que vamos a interpretar con la Sinfónica es una composición de un concierto de congas que hice con la Sinfónica de Berlín. Vamos a presentar esa misma pieza en Colombia combinando distintos elementos del folclor, el Porro, el Bullerengue, la Cumbia, el Bambuco y el Mapalé. Se combinaron estos ritmos dentro de un lenguaje armónico que toca los rasgos más significativos del Jazz. Las tumbadoras llevan la base de la melodía y le dan armonía a la orquesta. La gente siempre asocia el tambor con la fiesta, pero este instrumento también puede transmitir otras emociones, y ese es el objeto de esa pieza, crear todo tipo de sensaciones a través del tambor.