Este artículo hace parte del cubrimiento especial de ARCADIA, en alianza con Cali Creativa, del Festival de Música del Pacífico Petronio Álvarez, organizado por la Alcaldía de Cali. “El viche es la bebida que levanta el espíritu, calienta el alma y nos hace sentir más negros. Por eso debemos cuidarla, porque está presente en la vida y en la muerte”, expresa Dimas Orejuela, vocero del colectivo Destila Patrimonio, que busca preservar intacta la razón de ser del viche como eje fundamental de las prácticas sociales y culturales del Pacífico colombiano. La importancia de esta bebida va más allá de las fiestas: el viche, conocido también como “el genuino” en muchas comunidades afrodescendientes, es el curandero, consejero y amigo de los negros. Tanto en la vida como en la muerte, el viche acompaña a las poblaciones del litoral Pacífico, ya que es usual ingerir la bebida para celebrar el nacimiento de un niño, pero también para llorar las pérdidas durante las ceremonias fúnebres brindando consuelo ante el dolor de una partida. Su preparación parte de un proceso de destilación de la caña de azúcar en maduración —lo que lo convierte en uno de los licores más fuertes del país— y se complementa con los saberes ancestrales que residen en las manos de quienes dedican su vida a las bebidas tradicionales.

Lucía Solís, una de las matronas de este oficio, sabe bien que la calidad de una bebida se reconoce más allá de su sabor. Estos conocimientos, que pasan de generación en generación, se  basan en un saber ancestral que no cabe en una simple receta. Para convertir el viche en tomaseca, por ejemplo, Doña Lucía les habla a las plantas: “A la naturaleza hay que tratarla con amor, por eso es importante hablarle y pedirle permiso para que nos regale las bondades de sus nutrientes al endulzar un licor. Quien dice que este oficio se puede simplificar, no reconoce la historia y las particularidades de nuestras raíces”. Sin embargo, el saber ancestral del oficio de los vicheros se vio en peligro ante la tutela instaurada por Diego Ramos Moncayo, propietario de la marca Viche del Pacífico S.A.S., exconcejal de Cali, diputado del Valle y excandidato a la Gobernación del Valle del Cauca. Hace dos años, el empresario patentó la receta industrializada del viche ante la Superintendencia de Industria y Comercio (SIC) y el Instituto Nacional de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos (Invima). No obstante, solo hasta el mes pasado el nombre de Ramos tuvo un eco en los medios de comunicación al instaurar una tutela que fue admitida por el Juzgado Quinto de Familia de Oralidad del Circuito de Cali, que frenaría la comercialización de las bebidas tradicionales del Pacífico en Cali y el Valle del Cauca. En el oficio, tramitado por el abogado Andrés Caicedo y el empresario Diego Alberto Ramos, se reclamaba ‘el derecho a la salud‘, asegurando que las bebidas alcohólicas tradicionales del pacífico no contaban con regulación ni registro sanitario. Dicha tutela puso en riesgo el viche, el arrechón, el tumbacatre, el hagamos el amor, el levanta muertos, la tomaseca, el curao y el pipilongo, entre otros. Le puede interesar: EN IMÁGENES | Un borondo por la periferia del Petronio Ante la polémica, la Secretaria de Cultura Luz Adriana Betancourt aseguró que la Alcaldía y la Secretaría de Cultura de Santiago de Cali reconocen la elaboración de las bebidas derivadas del viche como una tradición ancestral, debido a la estrecha relación que tienen con los rituales del Pacífico colombiano, y que las expresiones alrededor de la música del Pacífico deben ser visibilizadas con el fin de proteger, conservar y proyectar el patrimonio.   Así mismo, Betancourt indicó que meses antes del Festival de Música del Pacífico Petronio Álvarez, la Secretaría de Cultura realiza procesos de selección de bebidas y muestras gastronómicas para elegir a los participantes del evento, y se estampillan más de 50.000 canecas de licores derivados del viche de la mejor calidad, bien preparados, de buen sabor y sin ningún riesgo para la salud, bajo un código de barras específico. A ese mismo proceso de selección fue sometido el empresario Diego Ramos tras su inscripción a la muestra de bebidas tradicionales en el margen del Petronio Álvarez, sin embargo, a pesar de haber cumplido con cuatro de los cinco criterios para la venta de su producto en el festival, Ramos no fue seleccionado por el jurado debido a la inexistencia de un relato que confirmara que su técnica correspondía a una tradición ancestral transmitida de generación en generación. Por esto el empresario acudió a instancias judiciales. La indignación de la comunidad no se hizo esperar: ante el hecho, líderes sociales y vicheros, junto a entidades y organizaciones como La Fundación Petronio, Fundaproductividad, la Asociación de Parteras Unidas del Pacífico (Asoparupa), y la Organización Portuaria Regional de Buenaventura S.A, se unieron con el fin de proteger los saberes ancestrales alrededor de las bebidas tradicionales del pacífico colombiano a través de plantones y protestas. Le puede interesar: Las duras travesías de algunos músicos para llegar al Petronio Álvarez “Es importante hacernos sentir y defender lo nuestro para que no nos sigan desarraigando como lo han hecho durante toda la historia. El viche no le pertenece a nadie, porque más que una bebida, es conocimiento. Lo que usted ve en una botella, no es solo un licor, es la tradición de un pueblo que lucha cada día”, afirma Solís. Varios abogados del Pacífico aunaron fuerzas ante la inconformidad de la población afrocolombiana, y gracias al asesoramiento jurídico, la tutela que pretendía que todo el viche vendido en el festival tuviera registro sanitario, fue negada a finales del mes de julio por improcedente y falta de elementos probatorios, ya que el registro de Ramos podría representar una falta ante la Ley 70 de las comunidades negras, la cual protege las expresiones propias de la identidad cultural afrocolombiana. “Defendimos los derechos económicos sociales y culturales del viche, apropiándonos de la Constitución y aún seguimos en la lucha. Necesitamos que todos nos escuchen y se unan para que hagamos respetar lo nuestro”, insiste Carolina Córdoba, abogada de la comunidad. Destila Patrimonio afirma que la protección del viche como patrimonio de la cultura del Pacífico no está asegurada, y que el principal objetivo del colectivo es generar visibilización y pactos que permitan proteger y conservar el patrimonio y las tradiciones ancestrales del litoral pacífico colombiano, pues el viche es un saber colectivo que le pertenece a todos. Vea todos los contenidos de nuestro especial #ColombiaEsNegra haciendo clic aquí.