Las veredas de Vistahermosa, en el Meta, no solo están cultivadas con plátano, yuca, maíz, arroz, palma africana, caucho, cacao, papaya, guayaba pera, maracuyá, caña panelera, cítricos, guanábana, flor de Jamaica o piña. Sus tierras cobijan decenas de minas antipersonales, es uno de los municipios que más registra, o reporta, este tipo de artefactos explosivos en Colombia. No solo mutilan y destrozan cuerpos, también cambian la relación de las víctimas con sus cuerpos, truncan procesos sociales u organizativos en las comunidades y la relación que tienen con su territorio. ‘Fragmentos y Huellas’ es el resultado de un proyecto de la Fundación Prolongar, que ganó la Beca Investigación y Producción de Proyectos Museográficos sobre Memoria y Conflicto Armado de la III Convocatoria 2016 realizada por el Centro De Memoria Histórica en alianza con el Programa de Estímulos y el Programa Fortalecimiento de Museos del Ministerio de Cultura. Mariana Delgado, coordinadora del proyecto, cuenta que se realizaron tres talleres con 19 víctimas directas e indirectas de minas antipersonales entre septiembre y octubre. “No era solamente entrar directamente a preguntarle a la persona ‘¿a usted qué fue lo que le pasó?‘ Implicaron un trabajo corporal y el uso de herramientas artísticas como el teatro, la pintura o la respiración para ir adecuando el cuerpo y generando una mayor disposición de los participantes para entrar a conversar estos temas que son muy difíciles”. En la muestra que se inaugura hoy, 23 de noviembre a las 5:00 p.m. en el Centro de Memoria, Paz y Reconciliación, se presentarán 16 objetos cerámicos intervenidos con la técnica japonesa Kintsugi (reparar objetos en cerámica que se rompen con pegamento e hilo de oro, que no oculta las cicatrices e, incluso, los embellece más) que buscaban crear una “metáfora o comparación con el nuevo cuerpo que se adquiere una vez se pisa uno de estos artefactos explosivos. Es también dar cuenta que detrás de las cicatrices no solo hay una historia, el cuerpo adquiere un valor diferente y la persona también adquiere una relación diferente con su nuevo cuerpo” explica Delgado, quien, además, es investigadora senior del Informe Nacional de Memoria Histórica sobre Minas Antipersonal. Durante la inauguración estarán presentes 10 víctimas, tres de ellas hablarán durante el evento y habrá una presentación musical a cargo de un agente de la policía que sufrió los efectos de las minas.Cada uno de los talleres duró día y medio, con tres ejes centrales: el cuerpo, los procesos sociales que las minas desvirtúan e imposibilitan y la transformación del territorio. Durante los talleres se recalcó que la reconstrucción de memoria no se da solo en los relatos hablados. El cuerpo y sus movimientos y formas también son memoria. No se trató de centrarse en el hecho victimizante, esperan que este proyecto y la muestra ayuden a transformar los imaginarios o supuestos que se tienen sobre este tipo de artefactos explosivos. Para Delgado “el común de la gente asocia las minas antipersonal en hechos muy puntuales: la mutilación de un cuerpo. No tiene en cuenta, ni presente, otras dimensiones de afectación sobre los territorios, por ejemplo, que matan animales y cambian las dinámicas de organización de las comunidades. Ellos van entendiendo la importancia de que la sociedad conozca qué fue lo que pasó, como una medida de reparación para que eso no se repita”.