"Yo no quería encarnar a Edith", le dice Aigrot a BBC Mundo, momentos antes de su presentación en el teatro Olympia de Miami, uno de los puntos de la gira que conmemora la partida de Piaf. Sin embargo, desde que esta mujer menuda se presentaba en los cabarets de su natal ciudad de Cannes, en el sur de Francia, lo hacía con la certeza de que tendría que interpretar parte del famoso repertorio de Piaf. "Siempre me habían dicho que mi voz se parecía mucho y por eso sabía que el día que comenzara a hacerlo, jamás iba a poder hacer otra cosa". Y eso es lo que en efecto ha ocurrido en los últimos ocho años. Un día en 2005 acudió a una librería en donde Ginou Richer, secretaria y amiga cercana de Piaf, estaba firmando una biografía de la cantante. La conversación entre ambas terminó con Richer sentenciando que Aigrot "tenía un aire que le hacía recordar a Edith". Poco tiempo después, gracias a la recomendación de Richer, Aigrot fue seleccionada por el director Olivier Dahn para ser la voz de la cantante en la película "La Vie en Rose" (2007), por la que la actriz Marion Cotillard ganó un Oscar como Mejor Actriz, entre otros importantes premios. "No he tenido tiempo de ser nadie más", dice sentada en su camerino, mientras se prepara para traer a Piaf de nuevo al escenario. Su voz, sus manos, sus ojos, sus movimientos y el acordeón de fondo recrean el estilo de una época y un lugar específico: el París de la posguerra. ¿Cómo ha hecho esta mujer para hacer una carrera de cantante imitando a otra? ¿Cómo logra la mimetización? ¿Qué siente al encarnar a esta leyenda de la música? Un personaje complejo Piaf fue pionera de la canción realista francesa y tuvo una vida complicada y dolorosa con todos los ingredientes necesarios para convertirla en un mito. Así lo asegura el historiador, investigador y coleccionista de la canción francófona, Martin Pénet, en una reciente entrevista publicada por la revista Le Point. "Su extraordinaria voz –de vibrato característico– aunada a su interpretación, la cualidad innegable de sus canciones, su infancia (abandonada por su madre cantante y maltratada por su papá contorsionista, creció en el burdel de su abuela) y sus trágicas relaciones amorosas (como la que tuvo con el boxeador francés Marcel Cerdin, quien murió en un accidente aéreo) despertaron compasión, empatía, amor. La explotación continua de su imagen contribuyó a crear la legenda que es hoy". Edith Piaf no es un personaje sencillo de encarnar. No se trata solo de entrenar la voz, sino de sentir cada frase, de ponerse en su lugar. Y esta es una idea que comparten Aigrot y Cotillard, quien habló del tema con The New York Times, en uno de sus Times Talks. "Ella entró en mí. Cuando escuchaba su voz, podía sentirla. Siempre había escuchado a actores decir que a veces era difícil salirse del personaje y me parecía muy raro. Pero ocho meses después de terminar la filmación, ella seguía conmigo. Aunque llegó a ser a una carga, fue una de las experiencias actorales más importantes de mi vida", explicó la actriz. Para Aigrot, interpretarla no ha tenido la misma intensidad, pero sí ha sido muy exigente, "una responsabilidad enorme". "Yo soy Jil. Edith vive conmigo solo cuando estoy en el escenario. Allí hago mi mejor esfuerzo para cantar sus canciones, para convertirme en ella". En el espectáculo "Edith", Aigrot sale a un escenario que recrea las calles del barrio bohemio parisino de Montmartre por las que Piaf solía cantar. Baila al ritmo de temas que muestran a una mujer sin técnica, que aún sin estudiar música, era capaz de expresar sentimientos reales que podían llevarla del llanto a la risa. Tras el intermedio, es posible ver a la Piaf más conocida, con sus vestidos negros y sus temas bandera como La Vie en Rose o Non, Je Ne Regrette Rien. Ya la escenografía no es la Iglesia del Sagrado Corazón, sino el escenario del Olympia de París o el Carnegie Hall de Nueva York. Y es en este punto cuando ocurre la magia y Aigrot consigue recrear a Edith Piaf en todo su esplendor. Vida compartida Desde el momento en el que le notificaron que era la escogida para ser la voz de Edith en "La Vie en Rose", hasta el día en que tuvo que grabar sus canciones en un estudio pasaron apenas dos semanas. "La película no estaba hecha. Tenía que cantar en un escenario con Marion Cotillard en frente, diciéndome que lo hiciera con más acento parisino. Pero yo soy de Cannes, no sabía hacerlo, me costaba mucho". Y le costaba a pesar de tener mucho tiempo conociendo a la cantante. "La primera vez que la escuché tenía 13 años. Encontré un disco de mi mamá, que era una gran fan de Edith Piaf. La vi en la carátula y me pareció que era una señora muy vieja, triste, toda de negro. Le pregunté a mi mamá por qué amaba a esa mujer. Un día estando sola escuché el disco y me sentí maravillada. A partir de ese momento comencé a escuchar su música", rememora para BBC Mundo. Ciudades como Montreal, Praga y Tokio serán las próximas paradas de este homenaje a Piaf, que murió cuando tenía apenas 47 años debido a una insuficiencia hepática. Para ese momento el alcohol, la morfina y una terrible artritis reumatoide habían debilitado su ya frágil cuerpo de 1 metro 47 centímetros. A pesar de todas las exigencias que supone su repertorio, Aigrot –que sólo mide unos 10 centímetros más– dice no estar cansada de interpretarla. "Edith exalta en mí todo lo que tengo de ella: la fuerza, la voluntad, la determinación. La Jil tímida desaparece. Todo termina siendo como una terapia. Es ella la que me ayuda a encontrar mi energía".