Para nadie es secreto que la ópera es uno de los géneros musicales que más encanta y desencanta a la vez. La ópera encanta porque es el espectáculo musical y teatral más sofisticado que se desarrolla en tiempo real, y la ópera desencanta porque es un género tradicionalmente asociado al elitismo que Europa importó al mundo durante más de trescientos años de colonialismo, esclavitud y explotación.Con estos estereotipos firmemente arraigados en la mente, es fácil olvidar que la ópera, alguna vez, causó controversia y hasta censura por explorar temas que eran tabú tanto en Europa como en América durante el siglo XIX. Incesto, infanticidio, amor entre enemigos y la lucha entre las clases sociales fueron algunos de los temas inseparables de la ópera que hicieron temblar a más de un rey y a más de un padre de familia durante el apogeo del género en el siglo antepasado.Una de estas óperas fue Norma, del compositor Vincenzo Bellini y del libretista Felice Romani. Basada en la tragedia Norma, o el Infanticidio del poeta francés Alexandre Soumet, la ópera se convirtió desde su estreno en 1831 en una de las obras esenciales que toda compañía lírica debía tener en su repertorio. Y no fue para menos. Su música, conformada por melodías adornadas de dificilísima ejecución, impulsó a cantantes como la legendaria soprano María Callas a declarar que Norma era un personaje más difícil de interpretar que personajes como Isolda, de la monumental ópera Tristán e Isolda de Richard Wagner (cuya duración excede las cuatro horas).Su libreto, por otro lado, es una sofisticada tragedia cuya protagonista es una sacerdotisa griega –sí, una mujer– que se ve envuelta en serios conflictos morales y políticos al enamorarse de un enemigo romano. Esta trama, como puede inferirse, sometió al libreto de Norma a una serie de revisiones, censuras y cambios por órdenes directas del gobierno imperial de Austria para evitar una posible revuelta contra el orden monárquico (revuelta que, dicho sea de paso, de todos modos se desató décadas después).Hoy, cuando el cine y la televisión han suplantado a la ópera como los medios de entretenimiento predilectos del mundo entero, espectáculos como Norma suelen tildarse como reliquias artísticas que pertenecen más a un museo que a un teatro. Pero lo cierto es que sus temáticas irreverentes de amor entre enemigos y de la mujer como heroína no solo siguen siendo vigentes hoy, sino absolutamente propias de la gran mayoría de dramas del teatro y cine contemporáneos. Si hay algo, entonces, que Norma puede aportarle al espectador de hoy, ese algo es una muestra temprana de la necesidad que la humanidad ahora siente de reivindicar la figura de la mujer frente a una sociedad que siempre la ha explotado, y la necesidad de recurrir al amor como la única herramienta capaz de emanciparnos de nuestras propias luchas y desigualdades como especie en peligro de autodestrucción. Si a esto le sumamos un aparato escénico cuya complejidad fue tildada como una “pesadilla” por el famoso crítico Paul Henry Lang, tenemos un gran espectáculo que Cine Colombia transmitirá en vivo y en directo el próximo 7 de octubre y en diferido el próximo 21 de octubre en once salas distintas del país.Junto a Norma, la Metropolitan Opera de Nueva York presentará una ópera absolutamente novedosa que puede considerarse como un ejercicio de autocrítica hacia este género tan polarizador que todavía divide a los espectadores en dos bandos opuestos. Se trata de El ángel exterminador, del compositor Thomas Adès y del libretista Tom Cairns, ambos ingleses. Los cinéfilos estarán sorprendidos al ver que esta ópera ha traspasado barreras artísticas al estar basada en la película surrealista del mismo nombre del director mexicano Luis Buñuel. Es cierto: ¡una ópera basada en una película!Y no cualquier película. Buñuel, considerado hoy como uno de los mejores y más originales directores de la historia del cine, retrató en El ángel exterminador lo que la ópera italiana del siglo XIX buscaba glorificar: el florecimiento de una nueva clase social llamada ‘burguesía’ y su posterior descenso hacia la decadencia y autodestrucción. La conocida trama de la película, en la cual un grupo de altos burgueses se reúnen en una mansión que al pasar el tiempo los aprisiona y los lleva a perder toda noción de etiqueta y cordialidad, ha sido llevada a la ópera por medio de una escenografía y un vestuario que mezclan el entorno sombrío del arte conceptual y la presencia surrealista de ovejas vivas con la moda trasnochada de la burguesía representada en diseños alusivos a Balenciaga y Dior.Junto a estos ingredientes, el compositor Thomas Adès ha propuesto una musicalización en la que el sonido tradicional de los bailes europeos se mezcla con el ambiente fantasmagórico de instrumentos como el Ondes Martenot (propio de las películas de bajo presupuesto del Hollywood subterráneo de los años cincuenta). Al reunir todos estos ingredientes, El ángel exterminador nos presentará una deliciosa ironía que invita al espectador a analizar y, por qué no, a burlarse de una élite social fallida a partir del género que más la ha representado frente al mundo a través de la historia.Esta ópera, cuyo estreno en el continente americano tendrá lugar el 26 de octubre, será transmitida en vivo el próximo 18 de noviembre y en diferido el 13 de enero del 2018.Aficionados al arte, a la música y al cine, por favor tomen nota.* Profesor de cátedra de la Universidad de Los Andes. Autor y editor de las Obras Completas de Oreste Sindici.