Este año se tendrá lugar la edición número 27 del Festival Internacional de Poesía de Medellín. El encuentro, que nació en 1991 como respuesta a la violencia que se vivía en la ciudad, celebra la paz, la reconciliación, la memoria, la comunidad y el arte. Con más de 130 actividades en escenarios variados en toda la ciudad, y algunos municipios de Antioquia, el evento le abre las puertas a 90 poetas y artistas de 45 países, junto con varios receptores del Premio Nobel Alternativo de Paz. El evento mismo fue honrado con el galardón en 2006. Del 8 al 15 de julio, centros culturales, bibliotecas, teatros, auditorios, casas de la cultura, universidades, colegios, museos, plazas, parques y asentamientos de desplazados se llenaran de la poesía de invitados de todos los continentes, exceptuando Antártida. Compartimos las obras de seis de ellos, tres hombres y tres mujeres, para antojar a los colombianos de la fiesta de la poesía.GuerraHugo Francisco Rivella (Argentina, 1948)Los ojos para qué si ya no veo, me cegaron al tiempo en que la muerte iba en el mástil de todas las banderas. Cava las piernas del caído, llena de sal su nombre, lo despelleja. Ha cercado la luna con sus fraguas y el vientre deformado de mi madre.¿Y quién es quién entre los padeceres? ¿Qué rezo va lavando lo que queda del muerto? ¿Qué boca le pregunta por sus uñas?¿Quién derrama una lágrima sobre su sepultura? La guerra es una cruz con el hombre sangrando, un alarido quebrado en el silencio.Encender la luz en la oscuridadLi Cheng’en (República Popular China, 1980)Cuánta oscuridad hay en el mundocuánta luz quiero encender Cuántos templos hay en la altiplaniciecuántas veces me voy a arrodillar y a tocar el suelo con la frente *El hombreaprenderáa arrodillarse ante la altiplaniciey a sacar el corazónempapado de aceite para encender la luz*Homenaje chino, de origen budista, para brindar admiración. Traducción de Li NiPurgatorioStefan Hertmans (Bélgica, 1951)Era un viejo grabado, un panorama,En el que en rima se contabaCómo los poetas en aves se transformanAl morir. Cerca del agua, en la fresca brisa,Picotean letras en la hierba.Seiscientas almas todas en fila. Shakespeare parecía un albatros,Quevedo una urraca,Basho aleteaba como un colibrí. Y todas parecían liberadasDe aquello que en su breve tiempoDe forma tan terrible atormentó. Por el telescopio de Orfeo alcancé a  verlos. El infierno de paz parecíaProtegerlos de los gritosQue desde la otra orillaNingún oído ya alcanzaban – Las bibliotecas del Hades llenas,Hasta que de pronto un muchachoAl pasar una hojaEscuchó sus vanos murmullos,Como en el primer día.LocuraHanane Aad (Líbano/Austria, 1965)La manecilla del relojes un segundo Nerón.Ordena que el reinosea quemado.Las legiones son derrotadas,tropiezan sobre lágrimasen su camino de regreso.El dragón Tiempodespedaza la inocencia,y asesina el azul.El tiempo atacala frente pura,robando su brillo.El egoísta consideraal gran Dios como suyo,–los otros––todos los otros– son blasfemos,locos.Él ordena su ejecución.*Traducción de Arturo FuentesUn puebloSabino Esteban (Guatemala, 1981)Un pueblo es un cuerpo. Venas son sus caminos. Para construir y recorrerdeben sus habitantes sercomo sangre de un mismo cuerpo.T.Samira Negrouche (Argelia, 1980)Partió el hombre, y ya no sé qué espero. Caras tapizadas repasadas a lo largo del muro ciego o inclusive caras desmenuzadas en la noche, expuestas en los bulevares y hasta en los muros interiores, faces y sobrefaces de nuestros sueños el hombre. Sucede, sombras nacientes de la mañana, callejas muertas que resuenan, soplan como una botella en tierra. Sucede que su mano aferra, atenaza mi hombro con sus dedos lancinantes. Mi espalda en la mano del hombre y la calleja silba y la botella se da vuelta. No espero, el hombre se ha esfumado con no sé qué cosa en los bolsillos no sé qué en sus ojos de hombre de dedos lancinantes no sé qué en sus orejas, silencioso en su cabeza que dicta el movimiento vertical de arriba abajo, no sé qué el hombre que no mira el hombre y ordena y se impacienta. La cara ha partido y dejado los muros ciegos los muros interiores y los palacios estivales. No espero el abismo de los años postergados por el hombre de enero sobre el pavimento frío ya idos.