A propósito de la apertura de La persistencia del dogma, el nuevo guion de su Sala de Diálogos Decoloniales, el Museo de Antioquia decidió poner sobre la mesa algunas conversaciones que giran en torno a los valores y normas que intentan moldear los comportamientos individuales y prácticas sociales de la sociedad antioqueña. De esta manera, y bajo una mirada crítica a la idiosincrasia de la región, el museo dividió en tres días los escenarios –cielo, infierno y purgatorio– que conformaron y siguen rigiendo a esta sociedad concreta.
Para finalizar este tránsito divino, el tercer y último día nos llevó por “El infierno (son los otros)”, un coloquio infernal que reunió a los artistas Jorge Alonso Zapata, reconocido por sus pintorescas pinturas que retratan el bajo mundo del centro de Medellín; Santa Putricia, conocida como “la santa más puta y podrida de todas”; y a Juan Fernando Ospina, director de Universo Centro, el periódico alternativo más leído de la ciudad.
Bajo la moderación de María del Rosario Escobar, directora del Museo de Antioquia, y del periodista Juan de Frono, estos tres personajes bajaron a las mismísimas tinieblas donde se castiga a las almas en pena para mostrarnos que allí es donde la idiosincrasia paisa verdaderamente baila y goza. Conversamos con Juan Fernando Ospina y Santa Putricia acerca de su concepción del infierno.
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En la idiosincrasia paisa, ¿quiénes son los amos y señores del infierno?
Juan Fernando Ospina: Lo que pasa es que habría que preguntar: ¿ese infierno que para nosotros es el cielo, o ese cielo que para nosotros es el infierno? Amos y señores hay muchos, lo que pasa es que hay muchos que prefieren que les digan “innombrables”.
Santa Putricia: Yo pensaría que el infierno no tiene amos ni señores ni señoras. Nada de eso. El infierno es, precisamente, desligarse de todo eso. El cielo sí tiene muchos amos y muchos señores, y Medellín está llena de ellos: desde los alcaldes hasta el gobernador, la Lupe, la Congregación Mariana, las iglesias cristianas… todos ellos son los verdaderos amos de este “cielo”.
Juan Fernando Ospina: Yo creo que nosotros, en realidad, tenemos en común algo, y es que en este caso, todos nosotros los que formamos parte del infierno –así nos llamaron hoy– no creemos en eso que nos han estado vendiendo siempre y que se llama “idiosincrasia paisa”. Creemos que eso le ha hecho mucho mal a nuestra sociedad y al país.
Si el infierno “son los otros”, ¿quiénes son esos otros?
Juan Fernando Ospina: Para mí, esos otros son los que nos quieren callar. Yo lo comentaba al principio de la charla, por ahí anda alguien tratando de hacer callar a todo el mundo. Ese es mi gran candidato a quemarse en el infierno, al igual que muchos otros personajes que no dejan que cada uno sea lo que es. Igual, uno mismo siempre es el otro de los otros… es una cosa complicada.
Santa Putricia: Concuerdo con Juan, pero también lo asumiría de la misma forma que lo hago con lo de marica: asumirlo con orgullo. Los otros somos todas esas que no encajamos dentro de lo que quieren ver en esa pulcritud soñada, de esa asepsia, de esa conductividad que cumple todos esos mandamientos que dictan instituciones, religiones, políticos, etc. Somos quienes decidimos no ser parte de ese juego.
Para muchas personas, los centros de las ciudades son el mismísimo infierno. ¿Consideran que el centro de Medellín es un infierno?
Juan Fernando Ospina: Medellín tiene muchas zonas que son un infierno, pero creo que hay que dejar de señalar el centro como si fuera el corazón de los males de la ciudad. Lo que sucede en el centro es la consecuencia de lo que sucede en la ciudad, entonces se evidencia más por lo que hay mucha más gente. Pero no podemos señalar el centro como si fuera un infierno. Hay gente que vive su propio infierno por las circunstancias en las que vive, pero también otros que vivimos un cielo. Yo creo que se puede pasar fácilmente de ese concepto del cielo al infierno dependiendo de muchas circunstancias.
Santa Putricia: Cielos e infiernos hay en todas partes, y cada cual se los crea a su antojo. Para mí el centro es un espacio que se vive, que se siente. Es un cielo diverso, pero como dice Juan Fernando, muchas personas viven un infierno allí. Otras personas viven un infierno en otros barrios de la ciudad… cada espacio tiene sus dinámicas.
Juan Fernando Ospina: ¿Vos te imaginás, Santa Putricia, caminando así vestida por la Milla de Oro o por ciertas zonas del Poblado? Ahí sí vivirías un infierno.
¿Todo aquel que desobedezca en una sociedad como la antioqueña, se va directamente para el infierno?
Juan Fernando Ospina: Yo, por lo menos, no creo que me vaya a ir para el infierno. Creo que me voy a ir para mi cielo, que para muchos puede ser el infierno. Ese concepto se puede interpretar de mil maneras y para cada quien puede ser una cosa distinta. Igual, hay una vaina: yo todavía no sé si hay cielo o infierno. Entonces ahí hay una cosa más sobre la que hay que reflexionar. Yo no estoy tan seguro de eso que nos han vendido toda la vida y que nos vamos a ganar después de esta presencia terrenal.
Santa Putricia: Yo diría que si me voy a ir al infierno que nos han vendido siempre, simplemente por ejercer mi derecho a no obedecer, voy a llegar bailando al infierno con todas mis amigas. Porque ese infierno va a ser un espacio donde me voy a encontrar con las personas con las que he salido, con las que he cuestionado, con las que he rumbeado, con las que he vivido mi libertad.
¿Hacer arte en Medellín es vivir en un infierno?
Juan Fernando Ospina: Es difícil. Por ejemplo, hablo desde el proyecto con el que más estoy involucrado que es Universo Centro: hacer Universo Centro es estar en el cielo, en ese concepto de cielo ideal. Pero sostener y buscar cómo mantener vivo a Universo Centro, conseguir los recursos, eso sí es un infierno.
Santa Putricia: Es un tema muy complejo y difícil, pero creo que el arte puede estar en cualquiera de estos tres espacios: cielo, infierno y purgatorio. Todo depende de la funcionalidad con que se esté haciendo. ¿Es un infierno ser artista? Sí, tal como lo decía María del Rosario, porque no es un trabajo con muchas barreras, para nada fácil, y mucho menos en una ciudad como Medellín. Pero también creo que en ese arte que está en el infierno y que cuestiona, que critica, que pone muchas preguntas y que pone en evidencia muchas otras cosas.
Por último, ¿cuál es el pecado que más han disfrutado?
Juan Fernando Ospina: Si es un pecado, la desobediencia. Para muchos desobedecer puede ser un pecado, pero para mí es sencillamente estar en el cielo.
Santa Putricia: La desobediencia y, obviamente, la lujuria: por eso soy Santa Putricia.