Existen dos mecanismos mediante los cuales un artista puede entrar a participar en la Bienal de Venecia (Italia), uno de los principales eventos expositivos a nivel mundial, que este año se llevará a cabo del 11 de mayo al 24 de noviembre. Por un lado, el comité curatorial de la Bienal puede invitar a artistas a participar en su proyecto. En esos casos, los curadores hacen una invitación formal a artistas alrededor del mundo que se ajusten y aporten a la narrativa curatorial establecida. El otro mecanismo es la invitación a los pabellones internacionales de la Bienal, en los que participan artistas oficialmente en representación de un país. Esto quiere decir que un artista no puede decidir por sí mismo si participa o no en ese evento. En Colombia, esa representación debería estar avalada por el ministerio de Cultura, que ha venido fijando y fortaleciendo procesos formales para seleccionar a artistas de peso que representen al país en eventos de ese calibre. Sin embargo, hace unas semanas Federico Uribe, un artista colombiano radicado en Miami, empezó a anunciar, con una serie de publicaciones en sus redes sociales, que entre el 11 de mayo y el 24 de noviembre expondría su obra en la Bienal de Venecia. Las publicaciones causaron malestar entre artistas y curadores en Colombia, ya que el ministerio de Cultura no se había pronunciado oficialmente al respecto.
Y el malestar se acentuó cuando se supo que, mucho antes de los posts de Uribe en redes, ya una institución estatal se había pronunciado al respecto. El 12 de julio de 2018, funcionarios de la Embajada de Colombia en Japón asistieron, en el Instituto Cervantes de Tokio, a la exposición Reconstrucción y aparición de Uribe. La muestra estuvo abierta al público del 11 de junio al 20 de agosto de 2018. En un comunicado de prensa, publicado el 4 de septiembre de ese año, la Embajada hizo el siguiente pronunciamiento: “La Embajada de Colombia en Japón extiende sus sinceras felicitaciones al maestro Federico Uribe por haber sido seleccionado como artista invitado a la Bienal de Venecia 2019, acompañando su éxito en Japón en sus pasadas exhibiciones en Tokio”. Representantes del sector se preguntaron por qué y cómo Uribe habría sido seleccionado como artista invitado a la Bienal de Venecia. ¿Quién lo había invitado? ¿Qué institución lo había apoyado? ¿Y por qué la embajada en Japón había hecho ese anuncio y el ministerio de Cultura no se había pronunciado? Hace dos días, la controversia dio otro giro: salió a la luz una carta de invitación a Federico Uribe que revela que no había sido invitado a la Bienal de Venecia, sino en realidad a exponer en el Palazzo Bembo, un lugar, en esa misma ciudad, que alquila sus espacios para que cualquier artista que pueda pagar la suma del arriendo durante seis meses (155 mil euros) exponga paralelamente a la Bienal. “Una cosa es ir a exponer a Venecia durante la Bienal de Venecia y otra muy distinta es estar incluido en la Bienal de Venecia”, dice la curadora María Wills.
La carta de invitación había sido emitida por el European Cultural Centre, una institución de emprendedores culturales que nada tiene que ver con el comité curatorial de la Bienal. El documento, además, dice que la invitación solo se hace efectiva “una vez se haya pagado el dinero” de lo que cuesta el alquiler del Palazzo Bembo. Esto muestra que Uribe había estado diciendo que iba a exhibir su obra en la Bienal de Venecia, sin ser claro en cuanto a que se trata de un evento paralelo en la misma ciudad. En pocas palabras: su mensaje había sido engañoso. El asunto no es sencillamente anecdótico, pues, al parecer, también ha generado preocupación en el gobierno. El pasado martes 5 de febrero se dio una reunión con la ministra de Cultura, Carmen Vásquez, para tratar el tema. A esto se suma que, de acuerdo a fuentes conocedoras del sector consultadas por ARCADIA, en esa reunión habría participado también la vicepresidencia de la República. Esto produce una pregunta incómoda: ¿Por qué, si se trata de una exposición privada que nada tiene que ver con la Bienal, el caso Uribe está siendo discutido en altas esferas del gobierno? El asunto podría ser grave si resulta cierto que –como le dijeron a ARCADIA fuentes que prefieren permanecer en el anonimato, pero conocen a fondo el sector– hubo una orden de apoyar a Uribe desde muy alto en el gobierno, incluso desde el gobierno anterior. Hasta la publicación de este artículo, el ministerio de Cultura prefirió no referirse al caso hasta la emisión de un comunicado oficial, que todavía no está disponible. ARCADIA intentó también hablar con el propio Federico Uribe, pero no hubo respuesta. ¿POR QUÉ EL MALESTAR DEL SECTOR? Víctor Albarracín, autor de uno de los artículos sobre el caso que se publicó en estos días en el portal Esfera Pública, dice: “En los últimos años, los funcionarios públicos, sobre todo en el sector de las artes visuales, han adquirido la buena costumbre de escoger con mucho cuidado a los artistas que representan al país en eventos nacionales o internacionales de renombre, ya sea por medio de convocatorias públicas o asesorándose con artistas y expertos, para así asegurar que las decisiones tomadas sean autorizadas, transparentes y justas”. Según Albarracín, en esos casos, por lo general, se escogen artistas con “mucha trayectoria y gran peso en el país”. Albarracín y otros representantes del sector de las artes como Jaime Iregui, María Wills, Halim Badawi y José Roca coinciden en que Uribe no es una figura relevante en el panorama actual del arte en Colombia, aunque venda su obra a precios muy altos dentro y fuera del país. Como se puede ver en su hoja de vida, sus exposiciones individuales se han llevado a cabo en galerías, embajadas y consulados. Dice el crítico y curador Halim Badawi: “Es un artista absolutamente irrelevante, con un trabajo que quizá funcione en Maloka o en Imaginarium. Y premiar ese trabajo va en contravía de cualquier meritocracia y manda el mensaje (a los artistas verdaderamente interesantes) de que lo que aquí realmente importa es la palanca y el tráfico de intereses”. Según Albarracín, Uribe ha sido cercano al gobierno anterior y al actual. “Su carrera artística está sustentada en becas burocráticas y es muy cercano a nichos de poder. Pero participación en bienales, museos de prestigio, exhibiciones importantes o centros de arte relevantes para el campo, ninguna. Es un tipo que se ha hecho haciendo muestras en museos muy conservadores y en consulados, centros culturales, embajadas… Nicho de burocracias, mejor dicho, de relaciones sociales y políticas. El tipo tiene un mercado grande, él mismo dice que les vende obra a jeques árabes, pero en el campo, la relevancia es cero, empezando porque no vive aquí hace muchos años. Irónicamente, es un artista cercano tanto al santismo como al uribismo”. Uribe es hermano de Beatriz Helena Uribe, exministra y exviceministra del gobierno Santos y del gobierno Uribe, exconsultora del BID, exdirectora de la Agencia Nacional Minera, entre otros cargos. “Te das cuenta –continúa Albarracín– de que el asunto viene del nivel más alto del gobierno y por intereses que para nada tienen que ver con el arte, sino que parecen más bien políticos. Pero es extremadamente preocupante que después de un proceso de veinte años para evitar que esta cosas pasen, la cultura se devuelva y todo el arte el Colombia reciba esta cachetada”. “Uno no se puede saltar instancias y pedirles cartas a presidentes saltándose la institucionalidad de la cultura, que bien difícil ha sido construir aquí. Por otra parte, Uribe está en todo su derecho de irse a Venecia a un palazzo alquilado, pero no de decir que eso es la bienal de Venecia”, opina la curadora María Wills. Por su parte, José Roca, curador y codirector de Fundación Flora Ars+Natura, dice que “su pecado es aprovecharse de las conexiones políticas y sociales para lograr un aval; es importante defender lo público”. *Editora general de ARCADIA Adenda: Después de publicado este artículo, el ministerio de Cultura hizo pública esta carta dirigida a Uribe.