Daniella Álvarez se ha convertido en un ejemplo a seguir para millones de colombianos que han visto su fortaleza a la hora de enfrentar una tragedia personal. Sobre todo porque su sonrisa y su actitud positiva frente a la vida siguen ahí, más fuertes que nunca, a pesar de que le tuvieron que amputar una de las piernas.  Aunque los colombianos han visto su historia de superación a través de las redes sociales y, sobre todo, de su cuenta de Instagram, este fin de semana Daniella pasó por el programa "Se dice de mí", de Caracol Televisión, y contó algunos detalles sobre su vida y sobre cómo ha tratado de enfrentar la pérdida de su pierna.

Daniella, quien tiene 32 años, es la segunda hija de tres hermanos. Y recuerda que tuvo una infancia feliz, y muy movida. También que desde pequeña soñó con ser reina de belleza y representar a Colombia en Miss Universo. Su hermana había sido señorita Bolívar y en su familia todos los 11 de noviembre se sentaban a ver el reinado nacional como un plan familiar.

Desde pequeña tenía claro cuál iba a ser su futuro y que luego del reinado entraría al mundo de la presentación de televisión. Por eso, a la par que se presentaba en reinados infantiles y en concursos de belleza en su juventud, estudió comunicación social y periodismo, y se especializó en presentación. No llegó al concurso sino hasta después de terminar todos sus estudios, cuando ya tenía 23 años. Gracias a su experiencia y a su bagaje, no solo ganó el concurso y llegó hasta Miss Universo, en donde no logró clasificar entre las finalistas, sino que luego del reinado se le abrieron muchas puertas. Entró a "Estilo RCN", en donde estuvo durante varios años, y de ahí pasó a Caracol en donde comenzó a presentar "El desafío".

En las redes sociales, además, se comenzó a dar a conocer por sus bailes y sus coreografías, sobre todo de champeta, su género favorito. El baile era otra de sus pasiones, e incluso había estado en academias y en ballets clásicos, aunque siempre prefirió el folclore y la música caribeña. Daniella se dio cuenta de que algo no iba bien cuando comenzó a notar cambios en su cuerpo. “Me descubrí una bolita debajo de mi costilla izquierda, y pensé que era colon inflamado. Pero pasaron los días y no tenía ningún síntoma de colón inflamado”, recordó. Fue al médico, le descubrieron una masa y le dijeron que tocaba sacarla de su cuerpo. Llegó a la clínica pensando que iba a tener solo una cirugía, pero las cosas se complicaron porque la masa estaba pegada a la arteria aorta. “El médico decía que estaba como un queso derretido. La retiró, pero quedó un huevo en la aorta; la aorta se cerró y dejó de irrigar sangre a la parte inferior de mi cuerpo”, recuerda Daniella. 

Eso produjo una isquemia. Le comenzaron a doler las piernas de manera constante y aguda, y tuvieron que llevarla nuevamente a cirugía. Estuvo 10 días en UCI y le alcanzaron a hacer varias cirugías. Al final, sin embargo, uno de sus pies quedó más afectado que el otro en materia de irrigación de sangre. “Me tuvieron que hacer un cateterismo que no funcionó. Yo pasé prácticamente un mes esperando a que llegara sangre a mi pie”, cuenta. Los dolores eran inmensos y ni con morfina o calmantes bajaban. “Fue muy duro, yo gritaba de dolor porque sentía como si me estuvieran amputando las piernas en carne viva”, dijo. Durante una de esas noches sintió que alguien sobrenatural, un hombre con barba blanca y anciano, le había dado un beso y sobado la cabeza. Al día siguiente recordó que se llamaba Abraham.

Daniella Álvarez con su familia, que la apoyó en todo momento. No fue un encuentro extraño. Daniella ha sido creyente desde pequeña. Cree en la Virgen María y hace el rosario todos los días. Alguna vez, cuando estaba en el reinado, recuerda haber visto durante una noche el sello de la Virgen cuando estaba orando en su cuarto. “Abrí los ojos, el cuarto estaba absolutamente oscuro, y vi el símbolo de la Virgen iluminado en blanco. Abría y cerraba los ojos para ver si desaparecía, pero ahí seguía. Me sentí con mucha paz en mi corazón”, recuerda.

Ella dice que ese encuentro con Abraham en la clínica  la tranquilizó y le recordó la importancia de su fe. Por esa época tuvo que tomar la decisión más difícil de su vida: el médico le dijo que podía seguir esperando, pero que eso podía ser fatal, o aceptar amputarse una pierna. “Cuando él me dijo esto, se me vino abajo todo. Recuerdo que entró una psicóloga al cuarto y empecé a llorar y a decirle que yo no me veía sin mi pie, que a mí me gustaba bailar, correr, nadar y que esto no podía ser. La negación total y profunda”, recuerda. La decisión, sin embargo, luego de reflexionar mucho, fue aceptar perder la pierna para salvar su vida. Un día antes de la cirugía grabó un video contando su decisión que subió a instagram. Decía que aceptaba lo que venía y que le daba gracias a Dios “porque el milagro que le había venido pidiendo todos estos días es mi vida”. En cuestión de horas su historia impactó, apareció en todos los medios de comunicación y la gente comenzó a seguirla.

“Desde el momento en que abrí los ojos vi a mi mamá a mi lado, dándome la mano. Estaba sonriente porque en las anteriores cirugías yo salía intubada, moribunda, adolorida; esto era distinto”, recuerda. Incluso cuando vio su pierna amputada sonrió y le dio gracias a Dios. A los seis días ya estaba en la casa. A partir de ese momento comenzó un proceso de sanación que aún sigue. Su sueño es volver a bailar como antes y recorrer el mundo mostrando su prótesis y sus cicatrices para dar el mensaje de que sí se puede, de que la vida no es perfecta y de que hay que dejar el ego y lo banal de lado. “Tenemos que tener siempre el autoestima de lado”, explica.