Pero créanlo, están ahí, latiendo de manera silenciosa y consiguiendo resultados para que usted y todas las personas que le importan puedan soñar con un mejor vivir, con un mejor mañana. Hoy, agradezco a las primeras personas que han donado o aportado a una causa que nos afecta a todos, pero que todavía necesita ganar más adeptos, un propósito que nos debería unir como Nación: conservar, cuidar, proteger y restaurar nuestra Amazonía. Lea también: CDC de EE. UU. actualizan recomendaciones sobre el uso de mascarillas Valoro la determinación de las primeras y los primeros donantes del megavivero que en este momento se está construyendo en la Escuela Bosque Amazonía Emprende en Florencia, Caquetá. Su proactividad hará posible que todos podamos contar con 300.000 árboles nativos amazónicos cada año. Pese a ello, al leer esta cifra, espero que no se engañe; suena mucho, pero en realidad es muy poco si lo comparamos con el reto que tenemos como colombianas y colombianos. Lo resumo con simples matemáticas: cada año, desde hace cerca de un lustro, se queman o talan cerca de 150 millones de árboles en Caquetá, Meta, Guaviare, Putumayo, Vaupés y Amazonas. Con esta pérdida, no solamente se van los árboles, también lo hacen la fauna, la riqueza del suelo, los ecosistemas, y la posibilidad de generar oxígeno y agua. Eso quiere decir que los 300.000 árboles que esperamos vean la luz, gracias al apoyo de los amigos de esta causa, servirán para restaurar tan solo 280 a 300 hectáreas de bosques (reforestar los terrenos y predios de las comunidades locales, y cuidar los árboles que todavía están en pie). En resumen: el reto que tenemos usted y yo ¡es gigante! Cuánto me alegraría que los colombianos se pusieran la camiseta por este propósito, tal y como lo hacen cuando juega nuestra selección de fútbol. Desafortunadamente, hay otras prioridades que le han tomado la delantera a esta importante causa. Le recomendamos leer: Mercado Libre generará más de 1.000 empleos en nuevo centro de distribución Cuando digo esto no lo hago a manera de queja o reclamo; simplemente quiero evidenciar la magnitud de un problema que está aquí, no a la vuelta de la esquina, sino en la puerta de nuestra casa. Y es que nada es más frustrante que escuchar las voces de quienes endilgan la responsabilidad de esta tarea únicamente a papá/mamá Gobierno. Cuidar la Amazonía no es una tarea exclusiva del sector público, de los países cooperantes o de aquellos que nos casamos con esta causa ambiental: ¡NO!, es responsabilidad e incluso deber de todas y todos nosotros. Estas palabras, que son mi manera de hacer catarsis, me sirven para introducir el verdadero sentido de esta columna: agradecer y hacer un pequeño reconocimiento a las primeras personas que, sin conocerme, confiaron en mí y en el propósito de construir un megavivero en la Amazonía, y de dar los primeros pasos para la cría y protección de abejas meliponas (nativas de esta región, polinizadoras y sin aguijón). Quienes lideramos causas ambientales y sociales, que no necesariamente pueden recibir líneas de crédito directas en un banco, sabemos el valor que tienen estos primeros espaldarazos. Estas donaciones llegan en momentos decisivos, cuando los recursos propios escasean y la comprensión del proyecto por parte de un público más amplio aún tambalea. Le puede interesar: ONU: embarazo adolescente es “una fábrica de pobreza” en Latinoamérica Entonces, ese voto de confianza resulta ser el mejor impulso para seguir avanzando y reafirmar la convicción de que unirnos y cooperar es la única manera de transformar la realidad. Profesora Isabel y Gabriel, gracias por poner su fe en este proyecto y apostarle a la Amazonía; Laura, gracias por tu confianza sin reparos. María y Mariano, gracias por generar en Filippa, su bella hija de tres años, la cultura de que es mejor dar que recibir. Nataly, las manos de Óscar, el joven caqueteño que recibió su pago para construir el vivero con tu dinero, también te dan las gracias. Nadia, Diego y Lucas, qué buena energía, ¡gracias! Brigard & Urrutia, gracias por su guía y por ayudarme a que el impacto sea mayor. Andrés y María Angélica, gracias por creer. Finalmente, debo hacer un reconocimiento al Programa Conservación y Gobernanza en el Piedemonte Amazónico, puesto en marcha por el Fondo Patrimonio Natural; gracias al apoyo de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), juntos estamos poniendo la punta de lanza para generar una mayor cultura sobre la necesidad de generar viveros comunitarios en la región. Como siempre ocurre en estos casos, sé que algunos nombres se me quedarán por fuera, y de antemano me disculpo por ello. Sin embargo, la realidad es que ustedes ya son parte de esta historia y por esa razón uno de los módulos del megavivero Amazonía Emprende llevará su nombre y una leyenda para que quien la lea se inspire con su ejemplo y decida unirse a esta causa. Lea a continuación: Cada vez más inversores ven clave el desempeño no financiero en sus decisiones Las matemáticas simples y redondas lo llevan a uno a hacerse preguntas idealistas: “¿Y qué tal si cada colombiana y colombiano, con empleo, donara o aportara al menos $1.000 a alguna causa social o ambiental en su barrio, en su comunidad o en su ciudad?”. Hagan sus cuentas… Esta columna tiene un objetivo puntual: motivar a la construcción de una cultura de la donación y de sumarse a las causas con aportes colaborativos. Por esa razón, aprovecho para invitarlas e invitarlos a que se unan al liderazgo SolidariDar, un evento en el que esperamos darles aire a tres causas sociales, entre ellas, posibilitar que nuestras abejas meliponas nos ayuden a pasar de 300 a 1.000 hectáreas restauradas en la Amazonía. Aquí los invito para que se inscriban y conozcan más sobre estas tres iniciativas, que son una muestra de las miles de causas ambientales y sociales que existen en toda Colombia. Lea aquí: CGR: transición a combustibles limpios está en riesgo en Colombia Les propongo entonces que al terminar esta columna se cuestionen sobre aquellos temas que les mueven la fibra y los trasnochan; no importa si es la protección de la Amazonía o cualquier otro asunto, aprovechen el momento presente para buscar a otros que ya están haciendo algo para cambiar la situación que los inquieta, y súmense, en primera instancia, con una donación (y ojalá después remangándose, compartiendo sus ideas y llevándolas a la acción). ¡Hasta el próximo jueves!