Eran las siete y media de la mañana del 31 de agosto pasado, cuando agentes de la Aduana y de la administración de impuestos de los Estados Unidos irrumpieron, en forma simultánea, en las residencias de dos jóvenes colombianos en Miami, quienes fueron arrestados, acusados del delito de lavado de dólares. La noticia hubiera pasado casi inadvertida en Colombia si uno de los dos detenidos no hubiera alegado ser nieto del ex presidente Mariano Ospina Pérez. Al principio, se creyó que estaba mintiendo, pero luego se conocieron mayores detalles. En efecto Mariano Ospina Baraya, de 30 años quien fue detenido en su casa del número 20191 de East Country Club, en Miami Beach, es nieto del ex mandatario e hijo del gerente de la Caja Agraria, Mariano Ospina Hernández. Mauricio Lehrer, un hotelero y agente viajero de 37 años, es el otro detenido y su arresto se produjo en su residencia del número 10155 de Collins Avenue, en Bal Harbor, Florida. Sobre él no había mayores datos, pero en cambio si los había respecto a un tercer joven que, según las autoridades norteamericanas, había logrado escapar: se trata de Rodolfo Ospina Baraya, hermano del primer detenido, con sólo 24 años de edad.La acusación que pesa sobre los tres es la de haber lavado, entre mayo y agosto de este año, un millón y medio de dólares (150 millones de pesos) a través de la cuenta bancaria de una firma llamada Refresco en el Caribe Bank. Según los documentos del caso, que SEMANA pudo conocer parcialmente en Miami, el lavado se habría producido por medio de la consignación de los dólares en efectivo, que fueron convertidos en cheques de gerencia y papeles bancarios y depositados en la mencionada cuenta, sin que estas operaciones hubieran sido declaradas a la administración de impuestos. Según León Gaine, agente especial de la Aduana que dialogó con el corresponsal de SEMANA, la investigación fue realizada con la ayuda de agentes encubiertos de la Green Back Force, un equipo especial de la administración de impuestos, y permitió obtener las bases para que los sindicados sean acusados de siete violaciones a la ley norteamericana, entre ellas el falso testimonio al gobierno y la defraudación a la administración de impuestos. Los dos detenidos fueron conducidos a principios de septiembre al Metropolitan Correctional Center de Miami y se les fijó una fianza de 3 millones de dólares a Lehrer y de 5 millones de dólares a Ospina.La noticia causó la natural conmoción en Colombia y produjo un editorial en el diario La República, de la casa Ospina, donde Mariano Ospina Hernández se refirió al problema de sus hijos en lo que fue calificado como "el documento digno de un padre adolorido" . Lo más sorprendente quizá es que éste no es el único caso en el que se ve involucrado un hijo del gerente de la Caja Agraria. Hace algunos años, Javier, de 28 años, fue detenido en Pasto, acusado de tráfico de drogas. En ese momento, la noticia no llegó a trascender mucho y, según los allegados a la familia, Javier "enderezó su conducta", rehizo su vida, se incorporo a la Flota Mercante Grancolombiana y, finalmente, se instaló en España.Resulta difícil explicar cómo en una familia tan prestante, con tres ex presidentes de la República en su árbol genealógico, puede haber sucedido que tres de los hijos de los Ospina Baraya hayan sido involucrados en delitos como los mencionados. Más aun si se tiene en cuenta que a su padre se le han reconocido todas las virtudes de un hombre honesto y moderado, sin ostentaciones, educado dentro de un ambiente de austeridad impuesto por sus padres y que, de algún modo, trató de reflejar en su numerosa familia. Sus hijos se criaron en la finca "El Ranchito", en el municipio de La Estrella, en Antioquia, donde doña Bertha Hernández de Ospina Pérez, tiene su famosa siembra de orquídeas. Mariano Ospina Baraya estudió en el colegio San Juan Eudes, en La Estrella, y obtuvo buenas calificaciones, por encima de 4, hasta cuando se graduó en 1971. Si él pareció siempre un digno heredero de la disciplina de su padre y de sus abuelos, Rodolfo, quien hoy se encuentra huyendo, fue en cambio el díscolo y el estudiante mediocre, con una personalidad diametralmente opuesta a la de su hermano. Allegados a la familia dijeron a SEMANA que era probable que fuera Rodolfo quien hubiera tentado a su hermano mayor con el mundo del dinero fácil.Para muchos, lo que les ha sucedido es un episodio que bien puede ilustrar hasta qué punto las fortunas de la droga llegaron a penetrar todos los estamentos de la sociedad antioqueña, incluyendo a las grandes familias honorables de la región. Durante los años de bonanza del narcotráfico y ante el despliegue y la ostentación que caracterizaron a los mafiosos, más y más jóvenes de buena familia se vieron tentados a vincularse directamente en negocios de droga o como intermediarios o lavadores de dólares. En Medellín se cuenta que algunos de ellos se dedicaron, en la época de oro de los "narcos" a recaudar dinero al 3%, trimestre anticipado, para adquirir bienes y venderlos a los mafiosos a altos precios, con la esperanza de obtener jugosas ganancias. Se estima que este mecanismo ilegítimo logró alimentarse de unos 10 mil millones de pesos en ahorros de personas de clase alta y media. Todo indica que al principio, estos financistas fuera de la ley llevaron a cabo excelentes negocios y, según estableció SEMANA, pudieron vender unas 4 o 5 casas en el barrio El Poblado de Medellín a precios que oscilaban entre los 100 y 150 millones de pesos. Hoy en día esas mismas casas no valen más de 40 millones de pesos y se sabe que se han registrado numerosas quiebras silenciosas en este campo.Fuentes consultadas por SEMANA en la capital antioqueña aseguran que éste no fue más que uno de los muchos sistemas por medio de los cuales la juventud de clase alta trató de hacer su agosto a costa de las grandes fortunas de la mafia. En todo caso, para todos ellos parece que la bonanza terminó y que ahora comenzaron a llegar las cuentas, representadas en quiebras o en arrestos.