El reciente reporte del Departamento de Estado de Estados Unidos, publicado por The New York Times, reveló la posible injerencia rusa en las protestas de América Latina, incluidas las de Colombia. Según el documento, existen algunas coincidencias entre las movilizaciones y las publicaciones hechas en Twitter durante estos días. De hecho, la vicepresidenta Marta Lucía Ramírez denunció en diciembre que los rusos y sus aliados en Venezuela estaban detrás de los mensajes que motivaban las marchas colombianas. Pero sus acusaciones no tuvieron eco y quedaron en el olvido. Pues todo indica que Ramírez no estaba tan desatinada como muchos la calificaron. Según el reporte, a lo largo de un mes, en países como Ecuador, Perú, Bolivia y Colombia, salieron miles de trinos de cuentas de Twitter provenientes de Rusia. Los mensajes eran muy similares unos de otros y llegaban con 90 minutos de diferencia cada uno.

Además, el reporte indica que en países como Chile, que lleva varios meses en medio de marchas, el 10 por ciento de los trinos a favor de ellas provenían de cuentas rusas. Durante el momento más tensionante (hacia finales de octubre), el hashtag #Chile fue tendencia para 3.300 cuentas de Rusia en Twitter. Mientras que en diciembre, cuando se calmaron, ni siquiera llegó a los 100 más populares.

Rusia quiere evitar que los países latinoamericanos democráticos logren derrocar el régimen de Nicolás Maduro, su mayor aliado en esta región. El informe, hecho a partir de análisis y procesamiento de datos, no tiene pruebas que demuestren el vínculo de los mensajes con el Gobierno ruso. El Departamento de Estado afirma que son cuentas ‘probablemente’ vinculadas con el Kremlin, que buscan desestabilizar los países democráticos y acabar con la influencia de Estados Unidos en la zona. Esta se intensificó en 2019 cuando Juan Guaidó se autoproclamó presidente interino de Venezuela y varios países lo apoyaron para intentar sacar a Nicolás Maduro del poder. Desde la segunda guerra Esta no es la primera vez, ni será la última, en que el Gobierno ruso interfiere en otros países para lograr su objetivo. De hecho, es necesario remontarse a la Segunda Guerra Mundial para comprender la fijación de esa nación por interceptar la información de otros Estados. Para muchos, la victoria de los Aliados (Estados Unidos, Reino Unido, Francia y la Unión Soviética) se debe a la recolección de datos sobre los países del Eje. Además, Alemania también logró interceptar las comunicaciones de Moscú, lo que le permitió causar daños mucho más grandes. Todo esto, según el libro Russian Cyber Warfare, de Charles Rivers Editors, “es probable que haya contribuido a la futura obsesión soviética con el avance tecnológico, especialmente relacionado con la inteligencia y la vigilancia”.

Las interceptaciones no se acabaron en 1945. Durante la Guerra Fría, Estados Unidos y la Unión Soviética monitorearon cada movimiento de sus opositores mediante sus servicios de inteligencia. Estados Unidos, por ejemplo, reubicó los puntos de vigilancia que tenían destinados para controlar a los nazis y Japón, a fin de usarlos contra la Unión Soviética. "Las interceptaciones de los alemanes a la Unión Soviética durante la Segunda Guerra Mundial, contribuyeron a la obsesión rusa por la inteligencia y vigilancia". Por su parte, el KGB (Comité para la Seguridad del Estado de la Unión Soviética) desarrolló departamentos especializados en descifrar códigos e interceptar mensajes.

Hoy en día, los países buscan este mismo efecto a través de las redes sociales, que impactan a un número mucho mayor de personas y, lo mejor, sin que se den cuenta.

Estas son algunas publicaciones de Facebook e Instagram a través de cuentas rusas que divulgaban información falsa o manipulada para desestabilizar a la candidata. Rusia está claramente a la vanguardia. Este país ha logrado cambiar la forma de pensar de miles por medio de ataques cibernéticos. Su objetivo es ganar influencia en los territorios de su interés y, ante todo, debilitar el poder de sus adversarios. Encima, esta estrategia no requiere una gran supremacía económica y militar. El presidente, Vladímir Putin, fue espía él mismo y tiene claras las posibilidades de la acción encubierta por medios digitales. El ruso ve en Washington una amenaza, ya que la Casa Blanca “ha participado en caídas de regímenes desde 1990, por lo que quiere asegurarse de que Estados Unidos no logre cambiar el régimen en lugares con líderes respaldados por Rusia, como Siria y Venezuela”, le explicó a SEMANA Benjamin Denison, experto en seguridad internacional de Dartmouth College.

Pero Putin sabe que la mejor defensa es el ataque. Al fin y al cabo, logró influir en las convulsionadas elecciones de Estados Unidos en 2016, cuando prácticamente puso en la presidencia a Donald Trump, un personaje afín a él, a costa de su rival, Hillary Clinton, a quien percibía como su enemiga mortal. Su modus operandi fue interferir en la campaña de los demócratas por medio de hackeos a los correos electrónicos del Comité Nacional Demócrata. Asimismo, sus agentes manipularon la información que circulaba en redes sociales, y por medio de miles de cuentas falsas distribuyeron noticias apócrifas sobre la candidata para beneficiar al republicano.

“El aumento de las redes sociales creó nuevas oportunidades para difundir información errónea rápidamente. Durante la era soviética, las medidas activas eran directamente atribuibles al Comité Central del Partido Comunista. Hoy utilizan televisión e internet; estos medios transmiten una mezcla de información verdadera, historias manipuladas o asimétricas y falsedades elegidas estratégicamente”, le dijo a SEMANA Hugo San Martín, máster en Ciencia Política, Estrategia y Seguridad.

El escándalo de la injerencia rusa en las elecciones de 2016 provocó el impeachment a Trump y encendió las alarmas internacionalmente sobre los hackers rusos. Los medios implicados Aparte de los hackers, el informe del Departamento de Estado menciona dos medios involucrados en la interferencia orquestada desde Moscú. Se trata de Sputnik News y Russia Today. Ambos, con el patrocinio y el respaldo del Kremlin, se han convertido en una pieza clave para desestabilizar democracias por medio de la desinformación. Noticias falsas, ‘teorías de conspiración’, incitación al odio de poderes, entre otros, son algunas de sus especialidades.

Russia Today tiene un enorme alcance, sobre todo en redes sociales. Este medio llega a cerca de 18 millones de personas a la semana, y 10 países latinoamericanos tienen acceso a su información. Sputnik, por su parte, nació en 2014, opera en 30 idiomas y cubre 34 países. Resulta curioso, sin embargo, que mantengan esta estrategia. “El hecho de que todos sepan que están vinculados al Gobierno de Rusia significa que su uso como herramienta de influencia no es tan eficiente. Las operaciones de influencia son más insidiosas cuando no parecen provenir de Rusia, sino del país mismo, a través de cuentas en redes sociales falsas”, agregó Denison. La obsesión rusa por interferir en otros países para conseguir beneficios seguirá aumentando conforme avancen las tecnologías. Putin, un enemigo declarado de la democracia liberal, quiere recuperar el poder que tuvo en su momento la Unión Soviética. Pero con una economía deficiente y un aparato militar en desventaja, encontró en la influencia soterrada la mejor manera de conseguirlo.