El debate no es nuevo. Cuenta la leyenda que en el siglo XVIII, el rey Gustavo III de Suecia, quien estaba convencido de que el café era un veneno, realizó un macabro experimento. Para demostrar su hipótesis consiguió a dos reos condenados a muerte y les ofreció perdonarles la vida si uno bebía café y el otro té por el resto de sus días. El experimento, que fue monitoreado por una comisión de médicos, fue un fracaso, pues los primeros en morir fueron los médicos, después el rey, años más tarde el condenado a beber té y por último el bebedor de café. En cuanto a la popularidad de las bebidas, Larry Schwartz, experto en temas de salud, ciencia y nutrición y autor de un artículo en Alternet, analiza varios estudios y señala que “mientras se consumen 1.6 millones de tazas de café al día en el mundo, se consumen el doble de tazas de té”. Sin embargo, en toda América, con excepción de Argentina y Chile, prevalece el consumo de café, según un reciente estudio de la firma investigadora Euromonitor. Los beneficios Se dice que el café tiene más consecuencias negativas que el té, entre ellas: incremento del ritmo cardíaco, manchas en los dientes y gastritis. Pero lo cierto es que el café tiene también varias propiedades saludables. Estudios han concluido que el café puede evitar el riesgo de desarrollar algunos tipos de cáncer como el de mama, de próstata, de piel o de hígado. También se ha dicho que su consumo mejora la memoria a corto plazo y puede prevenir el alzhéimer y el párkinson. Una investigación de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard encontró que en un 35 % de los casos analizados, existía una relación entre el consumo de café y la reducción de la diabetes de tipo 2. Lo que resulta sorprendente es que varias de estas virtudes también se le han atribuido al té. La ciencia ha dicho que esta antigua bebida puede prevenir la osteoporosis y algunos tipos de cáncer, como el de pulmón. Y, de la misma manera que el café, también se ha dicho que puede prevenir la diabetes, el alzhéimer y el párkinson. Se calcula que, a mediano o largo plazo, beber alrededor de cuatro tazas de té al día ayuda al organismo a reducir la producción de la hormona del estrés. Los perjuicios Ambas bebidas producen manchas en los dientes. Dependiendo de la persona, pueden elevar la presión arterial y el ritmo cardiaco e incluso provocar temblores musculares. En determinados organismos ambos pueden generar insomnio, dolor de cabeza y malestar estomacal. Por su parte, el té contiene una gran cantidad de tanino, lo que reduce la absorción de hierro en el organismo y puede producir anemia. La mayoría de los estudios citados fueron realizados con café negro y tes tradicionales. Si se introducen variables como la cantidad de azúcar y de leche, probablemente los resultados serían distintos. El Dr. Duane Mellor, profesor asistente de dietética en la Universidad de Nottingham, dijo al Daily Mail que se trataba de estudios bien conocidos los que arrojaban estas conclusiones, y afirmó que él, en general, no recomienda a sus pacientes a abandonar el té ni el café. Los mitos La idea de que el té y el café son bebidas deshidratantes es falsa. Su consumo, inclusive si se toman hasta cuatro tazas diarias, no influye negativamente en los procesos en la eliminación de líquidos del cuerpo, según un estudio del Instituto para la Información Científica del Café. Por otra parte, están las creencias de que sean dañinos para el corazón o que su consumo masivo derive en el desarrollo de cáncer. Según explica Schwartz, “se ha demostrado que hasta seis tazas al día de café no tienen ninguna relación con enfermedades del corazón o cáncer”. En cuanto a los mitos sobre los perjuicios a mujeres embarazadas, un estudio elaborado por The American College of Obstetricians and Gynecologists encontró que un consumo leve no tiene efecto sobre el embarazo, ni relación con abortos involuntarios o nacimientos prematuros. Como en todo, la clave está en la moderación. El exceso de cualquiera de las dos bebidas puede ser dañino. Pero no hay última palabra, “los dos tienen beneficios. La gente debe irse por el que le siente mejor”, dice el Dr. Mellor.