SEMANA: ¿Cómo ha sido la experiencia para usted y su familia en estos ocho meses de gobierno?
CAROLINA DEIK: Muy intensa realmente, mucho trabajo, horarios largos para todos, para él, para mí. Tratamos de que los niños nos acompañen en todo lo que se pueda, pero sí se siente la carga. Carlos Fernando está durmiendo muy poquito; entonces, también tratamos de que duerma un poco más, que trate de hacer ejercicio, porque son jornadas que no terminan.
SEMANA: Usted está liderando Misión Nutrición Bogotá. ¿Qué significa esa estrategia?
C.D.: Es una iniciativa cien por ciento privada. Estamos generando alianzas con los gigantes de la industria de alimentos, con los grandes actores de la logística, como pueden ser Cruz Roja, Rappi, Didi. Y también estamos utilizando los canales y la información que tiene la Cámara de Comercio de Bogotá para poner a circular los excedentes de alimentos alrededor de los puntos de donación y llevarlos directamente a las fundaciones que más lo necesitan.
SEMANA: Si Bogotá aporta más del 25 por ciento al PIB de Colombia, ¿por qué se produce esta inseguridad alimentaria en la ciudad?
C.D.: Hay varios factores. Uno es que existe una enorme inequidad. Si bien Bogotá aporta con su capacidad productiva al 25 por ciento del PIB, también tenemos unos índices de Gini muy altos en la ciudad. Esa inequidad genera que, si bien hay unos sectores que apalancan la economía, de todos modos encontramos unas zonas muy vulnerables, muy deprimidas, que requieren una atención inmediata.
SEMANA: ¿La llegada de migrantes extranjeros ha aumentado el hambre oculta en Bogotá?
C.D.: Sí, y no solamente extranjeros, mucho del desplazamiento forzado se debe al conflicto armado interno. Entonces, por supuesto que la migración extranjera pesa, pero pesa mucho más la migración interna. Además, Bogotá es una ciudad de oportunidades y un punto de acogida para muchas poblaciones, y eso supone más retos para el Distrito.
SEMANA: Usted es abogada, litigante, conjueza del Consejo de Estado, docente. ¿Cómo gestiona su tiempo?
C.D.: Esa es una buena pregunta, no siempre está tan organizado como quisiera. Ojalá pudiera tener un poquito más de tiempo libre y poder decir que todo marcha perfectamente, pero a veces las cosas hay que irlas planeando a medida que van ocurriendo. Por supuesto, tengo mis obligaciones laborales, que no puedo desatender, pero quiero y hago lo posible para estar con mi familia y poder dedicarle tiempo a la ciudad.
SEMANA: ¿Cómo va a recordar Bogotá a la administración de Galán?
C.D.: Como una administración que buscó soluciones y que trató de cambiar la forma en la que se hace la política, que trató de mostrar con resultados que sí se puede generar nuevamente una confianza en las instituciones.
SEMANA: Si pudiera cambiar algo de esta administración del alcalde Galán, ¿qué sería?
C.D.: Todavía no cambiaría nada. De pronto, si me preguntan el año entrante, quizás ya puedo identificar algo que cambiar. Me imagino que cada día surgirán un millón de problemas, pero como veo tanta voluntad de sacarlos adelante, de hacer comités de emergencia, eso me ha gustado mucho hasta el momento.
SEMANA: ¿Qué ha sido lo más difícil de esta alcaldía?
C.D.: El tema del manejo del tiempo y el poco descanso. Es un reto permanente, porque somos todos humanos y nos cansamos. Pero, bueno, cuando hay ganas se sigue.
SEMANA: ¿Cómo ha sido ese tiempo en familia, pasar un domingo, un fin de semana juntos, en medio de tantas obligaciones?
C.D.: La fortuna es que los niños todavía son chiquitos y les llama la atención hacer planes con los papás en los lugares donde nosotros estamos. Entonces, por ejemplo, cuando mi esposo tiene recorrido los fines de semana, tratamos de acompañarlo, así ellos pueden estar con su papá. Y entre semana trato de llevarlos a los eventos donde estoy.
SEMANA: Uno de los momentos más apremiantes fue cuando el alcalde tuvo que ser internado por problemas de salud. ¿Cómo vivieron ese tiempo?
C.D.: Lo más maluco fue la segunda parte. Él tuvo su cirugía y al parecer todo normal, lo mandaron para la casa. Pero cuando llegó a la casa, se empezó a sentir supermal, con fiebre, con dolor. Resulta que ya tenía varios días con apendicitis, pero el problema es que cuando él se sentía muy mal se fue para Sumapaz todo un día. Y, claro, eso avanzó e hizo que tanto la cirugía como la recuperación fueran muy difíciles, porque él estaba enfermísimo, se sentía supermal.
SEMANA: ¿No le jaló las orejas al alcalde?
C.D.: Obviamente, porque, además, cuando regresó a casa y se sentía mal, no quería volver a la clínica. Entonces, me tocó como: “No, ya no más, se va para la clínica”. En esa segunda ocasión sí nos asustamos un poquito. La primera era más manejable, como una apendicitis, pero la segunda ya se estaba complicando, porque dejó pasar mucho tiempo.
SEMANA: ¿En qué ha acertado y fallado el alcalde en estos ocho meses?
C.D.: El gran acierto es el impulso que se les ha dado a todas las obras. Él recibió muchísimas obras con graves retrasos y pudieron, con un equipo muy berraco, desatrasar los proyectos. Ahora, hay que trabajar más el tema de mostrar que estos resultados significan mucho en la parte de gobernanza, en la forma de administrar. Eso es lo que hace falta mostrar, que sí es posible sacar adelante proyectos con visión de ciudad y no estar atacando todo el tiempo lo que pasó atrás.
SEMANA: Para la familia Galán, ¿qué significó la llegada de Carlos Fernando a la alcaldía de Bogotá?
C.D.: Fue un sueño que se cumplió después de intentarlo con mucho sacrificio. Fue un sueño de un gran proyecto, de poder cambiar muchas cosas, de lograr resultados. El día en que ganó Carlos Fernando todos los Galán estaban en un salón llorando. Tenían acumulados tantos años de sufrimiento, de la frustración de lo que fue la muerte de Luis Carlos en el 89, y luego ver que no se concretaba el proyecto. Pero ese día estaban eufóricos y decían sí se pudo. Tenían una fe de que este proyecto sí podía generar grandes cambios.
SEMANA: ¿Siente que un Galán puede llegar a la presidencia de la república?
C.D.: No me ponga a hablar de esas cosas. Ellos tienen una vocación de servicio, genuinamente quieren hacer cosas buenas, se equivocan como todos, porque todos somos humanos. Pero creo en el proyecto, en que quieren hacer las cosas de corazón para que salgan bien. Hasta ahí te puedo decir.
SEMANA: Juan Manuel suena como candidato para las próximas elecciones.
C.D.: Te dije que hasta ahí (risas).
SEMANA: ¿Cómo le pareció la alcaldía de Claudia López?
C.D.: Me gustó lo que hizo desde el punto de vista de la Secretaría de la Mujer, de la consolidación del proyecto de Manzanas del Cuidado. He conocido de cerca cómo funcionan y la verdad que es un acierto. Ahora, creo que pudo haber avanzado mucho más en otras cosas y de pronto se hubiera enfocado en sacar adelante los proyectos más que en discusiones que a veces lo desvían a uno.
SEMANA: El presidente Petro y el alcalde Galán han tenido varios choques. ¿Cómo analiza esa relación distante entre ambos?
C.D.: Te voy a confesar que yo no veo X. Tengo la cuenta todavía, pero por salud mental trato de no meterme para no enfrascarme en las peleas de ese ambiente, que a veces se vuelve un poco tóxico. Sé que las diferencias pueden ocurrir y lo importante es que se mantengan con cabeza fría y que uno pueda controvertir una decisión sin que eso se convierta en una guerra ideológica.
SEMANA: ¿Siente que Petro se está entrometiendo en Bogotá?
C.D.: Siento que hay decisiones que deberían dejarse en cabeza del alcalde únicamente, y es más sano para sacar adelante el Plan de Desarrollo y para que realmente puedan pedirle cuentas al alcalde. Es importante que el alcalde pueda, de manera independiente y autónoma, cumplir sus funciones.
SEMANA: ¿Colombia va por buen camino?
C.D.: Siento que podría mejorar.
SEMANA: En redes sociales se le ha visto muy activa opinando de Venezuela. ¿Cuál es su sentir de lo que pasó en el vecino país?
C.D.: La realidad de los programas que nosotros estamos adelantando, especialmente en Kennedy, Santa Fe y Suba, me impide taparme los ojos sobre lo que ocurre con la población venezolana que llega a Colombia y a Bogotá. Eso me ha llevado a una sensibilidad y a una conciencia frente a lo que está sucediendo en Venezuela, frente a un resultado electoral que es innegable y una violación de derechos humanos, sobre la cual, como ciudadanos del mundo, hay que decir algo.