La sección 'Cartas' de la revista es para mí un preámbulo que transcurre, por lo general, sin mucha tensión antes de "entrar en materia". Con el #911 me ocurrió algo distinto. Leí la reacción de Noguera Carbonell, enviada desde Barranquilla, frente a la columna previa de Caballero, a propósito de las remisiones por correo del vicepresidente Bell, y me pareció inteligente. La carta que seguía, de María Paula Rueda, me incitó a la relectura. Encontré que ella describía al mismo columnista que yo percibo y que lograba hacer de manera lúcida la apología más indicada.Este proceder manejado por SEMANA, cuando se trata de elegir las cartas a publicar, en el que se toma, dado el caso, una a favor y otra en contra de un tema o columnista en particular siempre me ha gustado en vista de la imparcialidad o equilibrio que ello demuestra. Sin embargo, en la edición que menciono descubro un giro que lamentablemente rompe esa dinámica. Después de las dos cartas citadas, la primera oponiéndose a Antonio Caballero y la segunda manifestándole una adhesión contundente, vino otra de nuevo en contra del columnista que, según lo veo, no tiene otro interés que el de plantearle una encerrona tendenciosa. Cuando la leí no tuve otro pensamiento distinto al que expresa María Paula considerando la posición de Caballero ante sus frecuentes detractores: ...su irreverencia que calla el argumento simple de los mediocres...En dirección opuesta a la carta de Sofía, hago mi comentario: si la revista se viese privada de Caballero perdería para mí uno de sus mayores encantos y fortalezas. Explicar los motivos de mi aprecio por el columnista arrojaría todo un ensayo y ya María Paula fue sintética y brillante. Carlos Eugenio Zuleta Támesis