El pelotón tenía por delante un duro reto en la etapa 8 de la Vuelta a España, principalmente, los favoritos en la clasificación general. La jornada de este sábado 27 de agosto se presentaba como el segundo gran reto para Remco Evenepoel, quien salió vestido de rojo desde la Pola Llaviana. También para el resto de corredores con la intención de arrebatarle ese maillot, en un día en el que seis puertos de montaña los esperaban y por los que tenían que salir con las piernas listas para pedalear a tope.

Y es que el recorrido de 153 kilómetros entre la Pola Llaviana y el puerto de montaña de primera categoría en Colláu Fancuaya los pondría desde un inicio a enfrentarse con la montaña.

Por primera vez en la actual competencia en suelo español, los ciclistas tuvieron un inicio en ascenso rumbo al Alto de la Colladona, un puerto de segunda categoría y por el que era necesario estar lo mejor preparados para no sufrir ningún percance físico en sus cerca de diez kilómetros.

Ante esta situación, tal y como lo mencionó Alberto Contador, panelista de Semana en la Ruta, una de las claves era el rodillo. Esta herramienta, con la que cargan todos los equipos, es la que los ciclistas utilizan para poder calentar sus piernas y, de esta manera, poder hacerle frente no solo a un inicio de carrera como estos, sino al resto del camino.

Debían atravesar otros cinco puertos de montaña, incluido el del Colláu Fancuaya, “un final inédito” de 10 kilómetros con una pendiente media del 8 % y con rampas muy superiores al 10%.

Con este test que les esperaba, y pensando en no quedarse colgados, pues la idea del pelotón era intentar dejar a la mayor cantidad de corredores en el primer tramo de la carrera, los ciclistas tuvieron que hacer uso del rodillo y así lo dejaron ver los diferentes equipos. Incluido el Bora–Hansgrohe, del que hace parte el colombiano Sergio Higuita.

El calentamiento consiste en rodar al máximo esfuerzo sobre sus bicicletas, simulando el ritmo al que se lleva en carrera. De esta forma podrán responder a cualquier ataque que se presente y no perder la rueda de sus rivales y quedarse rezagados, algo que podría significar un inconveniente para quienes están en esa pelea por el maillot rojo al tener que utilizar más fuerzas para recuperarse, las cuales podrían necesitar en el remate de carrera.

Cabe resaltar que, además de estos dos puertos mencionados, sobre los 50 kilómetros los ciclistas coronarán la segunda escalada del día, el Alto de la Mozqueta, también de segunda categoría.

Para los 100 kilómetros finales, la cantidad de subidas se incrementará, pues serán tres puertos consecutivos de tercera, justo antes de encarar el ascenso final a la meta en el Colláu Fancuaya. Esta, tal y como se mencionó, desde pie de puerto a llegada es de un total de 9000 metros, con rampas de hasta el 17 %, una de ellas en el kilómetro final, es decir, donde se elegirá al ganador de la jornada.

Los ciclistas son conscientes de que para afrontar una etapa como estas no pueden dar ningún tipo de ventaja. La octava jornada es una prueba para seguir seleccionando aquellos que tienen la capacidad para pelear por el liderato y los demás puestos del podio.