Tras un paso rápido e intenso por Hungría, el Giro de Italia al fin llega a su tierra para disputar las primeras etapas de montaña y así despejar las dudas sobre los favoritos a pelear el título, de aquí a la contrarreloj final en Verona, el próximo 29 de mayo, cuando se corone al nuevo campeón, quien sucederá en el trono al colombiano Egan Bernal.

Esta edición del Giro cuenta con tres días de descanso en los 24 días de competencia, programados para cada lunes de las tres semanas que dura la carrera. Aunque los corredores apenas llevan unos 400 kilómetros recorridos, el día de descanso se agradece para tomar un segundo aire y reforzar la estrategia de cara a los intensos días de escalada que vienen por delante.

Habitualmente las jornadas sin etapa inician con el viaje en bus al próximo sitio de la largada, pero en esta oportunidad los ciclistas tuvieron que alistar maletas y pasaporte para viajar desde Hungría hasta Sicilia, región que acogerá la salida de la etapa 4 este martes –10 de mayo–, a más de 2.000 kilómetros de donde Mark Cavendish se impuso sobre Fernando Gaviria y compañía este domingo.

Dicho viaje cambia todos los planes para los directores de escuadra, quienes están acostumbrados a despertar tranquilamente en el hotel, antes de disponerse a preparar el plan de cara a la etapa siguiente. Esta vez la organización del Giro ha tenido que contratar vuelos chárter para trasladar a los corredores, el ‘staff’ de cada equipo y también todos los materiales que necesitan para la competencia, como los cascos, la indumentaria e incluso algunas de las bicicletas que por tierra no podrían llegar a tiempo.

Itinerario extra

El Astana Qazaqstan Team publicó este lunes un video en el que muestra las labores que hicieron sus técnicos en horas de la madrugada del domingo para poder trasladar al equipo hasta Sicilia. “No puedo decir que es día de descanso porque son las 7:00 a. m. y estamos despiertos hace más de una hora. Es un día ocupado en términos de logística”, relata Joe Dombrowski, corredor estadounidense de la alineación kazaja.

“No puedes imaginar un viaje de avión en medio de un gran Tour, es un gran reto, pero aquí vamos”, agregó el ciclista de 30 años que pasó por Education First y el UAE Team Emirates antes de desembarcar en el Astana.

Lo cierto es que el título ‘día de descanso’ es bastante lejano de la realidad, mucho más en esta edición donde todo empezó con un largo viaje por aire. Cualquiera pensaría que cuando no hay etapa, los corredores tienen permiso para permanecer en su habitación y recuperar las fuerzas con las redes sociales, viendo una serie o jugando videojuegos, pero esto no es así.

Cuando los ciclistas tienen un día de descanso, también están obligados a salir a rodar para mantener el ritmo de competencia. Salen en grupo a recorrer alrededor de 50 a 70 kilómetros, aproximadamente la mitad de lo que dura un día de competencia, sumado a trabajos de gimnasio con pesas y sobre la bicicleta estática.

Los trabajos en el receso de competencia también están enfocados en las próximas jornadas. Es decir, los escaladores puros se enfocan en preparar las etapas de montaña que disputarán esa semana y los velocistas ponen la mirada en el plan a seguir para cuidar piernas de cara a los días que tienen marcados en el calendario.

Las sesiones de masaje y trabajos de recuperación en hielo son habituales en horas de la tarde, justo antes de que los pedalistas puedan, ahora sí, tener algo de libertad para hablar por teléfono con sus familiares, usar las redes sociales o simplemente descansar en todo el sentido de la palabra.