La 109 edición del Tour de Francia, que arranca este viernes con una inédita Grand Départ desde Copenhague (Dinamarca) y que pasará también por Bélgica y Suiza, presentará un perfil de alta montaña, poca contrarreloj y añadirá otros retos como el pavé para aportar incertidumbre y una carrera épica.

Los Alpes, los Vosgos y los Pirineos serán claves en una nueva edición de la Grande Boucle que empezará con una contrarreloj inicial, que tardará en llegar a esa deseada montaña, pero con paso previo por una etapa de pavé que promete mucho, y que recupera activos como el Col de Granon o el alto de Hautacam. Más de 3.300 kilómetros, poco más de 50 contra el reloj, con seis etapas de montaña y cinco finales en alto, con 29 puertos entre segunda, primera y categoría especial.

El pelotón comenzará el asalto al podio de París en Dinamarca, país que acogerá las tres primeras etapas, una crono individual inicial de 13,2 kilómetros, donde cualquier relajación puede hacer perder valiosos segundos a los aspirantes, y dos jornadas en que el viento puede jugar un papel importante y donde destaca el paso por el enorme puente del Gran Belt, que une las dos islas más grandes del país escandinavo.

Tras el día de descanso para hacer el traslado a Francia, la carrera empezará a entrar en terrenos ‘trampa’ con seis puertos de cuarta categoría en la cuarta etapa o el regreso del siempre complicado pavé al día siguiente, con once tramos en los últimos 75 kilómetros, de entre 1,3 y 2,8 kilómetros cada uno hasta un total de 19,4 kilómetros de pavé para rememorar a la histórica Paris-Roubaix.

En la sexta etapa, entre Binche y Longwy, habrá un ‘muro’ de 800 metros con tramos del 11 % y que será el primer escenario de ‘batalla’ para los favoritos y el ‘aperitivo’ de la primera jornada de montaña con un clásico del Tour como es Belles Filles, en esta ocasión en su versión de La Super Planche des Belles Filles con siete kilómetros de subida al 8,7 % de pendiente media.

La octava etapa será ‘olímpica’ al llegar a Lausanne (Suiza) y pasar por la sede del Comité Olímpico Internacional (COI), con un final complicado de casi cinco kilómetros y alguna rampa dura. Sin salir del país helvético, la etapa 9 tendrá varios ‘colosos’ en más de 3.600 metros de desnivel acumulado y el Pas de Morgins, de primera categoría, cerca de la meta.

Tras otro descanso, el perfil de las etapas continuará siendo montañoso y se encandenarán los finales en alto en Megeve y en el Col du Granon Serre Chevalier de categoría especial y tras pasar por puertos Tour como el Télégraphe y el Galibier. Este último ‘coloso’ alpino repetirá en el duodécima etapa donde se coronará el histórico Alpe d’Huez y sus 21 curvas marca de la casa, y con un tercer hors categorie como la Croix de Fer.

Después de etapas que brindarán oportunidades a velocistas y cazadores de etapas desde la fuga y el tercer y último día de descanso, llegarán los Pirineos. En la etapa 17 se subirán el Col d’Aspin, la Hourquette d’Ancizan, el Col de Val Louron-Azet y se terminará en lo alto de la estación de esquí de Peyragudes, con ocho kilómetros al 7,8 % en una jornada que puede ser clave.

Al día siguiente, otro día pensado para una batalla por el nuevo maillot amarillo confeccionado por Santini. El Col d’Aubisque (16,4 kilómetros al 7,1 %) y el Col de Spandelles harán calentar las piernas para la subida a Hautacam, que vuelve con sus 13,6 kilómetros al 7,8 %.

Como en las dos últimas ediciones de 2020 y 2021, si aún no ha sentenciado la montaña, la victoria y el podio de los Campos Eliseos se decidirá en una crono de 40 kilómetros interminables entre Lacapelle Marival y la bella Rocamadour, población encastada en un muro y con dos cotas en su entorno; la Cote de Mags (1,6 kilómetros al 4,7 %) y la Cote de l’Hospitalet (1,5 kilómetros al 7 %).

*Con información de Europa Press.