El solitario Mont Ventoux, esa sierra atada a Los Alpes, nacarada en las noches de finas estrellas, y sepulcral en el día, cuando es visitada por caminantes y ciclistas deseosos de perderse en esa vejez silenciosa de altos cedros y majestuosas águilas, es un faro inasible y alcalino, sujeto a las piedras que le han dado forma, por siglos, a la región de Provenza. Y hasta allí han ido los jinetes del Tour de Francia, dieciséis veces, desde 1951, cuando ganó, por capricho macabro, Lucien Lazarides.

Ningún colombiano ha pasado vencedor por ese monte esculpido por el viento, no en el Tour de Francia. Este año, sin embargo, ganó allí Miguel Ángel López, el joven corredor de Pesca, Boyacá, en su estreno con los colores del Movistar.

Pero no es lo mismo. López, aquel día, en el Challenge del Mont Ventoux, sólo tenía como rivales a sus propios compañeros, y así lo confirmó el segundo lugar de Enric Mas. En el actual Tour, en cambio, la lista de favoritos es inmensa, y el primer apellido en la lista no es López, ni Quintana, sino Pogacar.

“No se puede competir con él. Es un corredor que ya tiene atado el Tour, a menos que pase algo extraordinario”, señaló en rueda de prensa Nairo Quintana, otro de los favoritos en las casas de apuestas, y quien está en camino de un récord, cruzar primero más premios de categoría especial. Nairo lleva cinco, Pantani, que ya no está, ajustó diez.

“No conocía esa estadística, y pues sí, me gustaría coronar más premios de fuera de categoría”, se sinceró el de Cómbita, antes de la etapa diez, ganada por Cavendish hoy, entre Albertville y Valence.

Y sí, el británico del Deceuninck sigue acercándose al récord de 34 victorias en la Grande Bouclé que ostenta Eddy Merckx, quien también ganó el Mont Ventoux, en 1970, pero su historia de fénix tuvo hoy menos prensa que en días anteriores, porque todos los ojos y todos los corazones le apuntan a ese faro de Provenza, en donde mañana, de no mediar nada extraño, podría abrirse o cerrarse de una vez y por todas la carrera.

“Aquí todos estamos peleando por el segundo lugar, porque Pogacar está en otra carrera”, dijo ayer Richard Carapaz, aspirante al podio de París.

Y es que todos parecen rendidos ante el poderío de ‘Pogi’, lo cual no significa que vayan a dejar de pedalear, y tampoco a dejar de ilusionarse con una victoria, aunque sea pasajera y por la mínima diferencia. Lo importante es batallar, como suele decir Rigo Urán, “hasta que el cuerpo aguante”.

Queda medio Tour y mucho por disputarse. Nairo, sin apuros, querrá afianzarse con su camiseta de pepas rojas y, por qué no, apuntarle a una etapa. Miguel, en el fondo de la clasificación general, tratará, él también, de alzar su cabeza hacia la superficie, y qué mejor territorio que el Ventoso para esa proeza.

Por su parte, Rigo Urán, el tercero de la general, llevará, una vez más, su cuerpo al límite, sin atacar, pero defendiéndose, para mantenerse a fuego en su tercer lugar. Y claro: Higuita, Chaves y Henao, liberados de cualquier trabajo como gregarios, también buscarán inspiración en ese monte repleto de águilas, mariposas y serpientes.

“Estoy motivado para el Mont Ventoux, hay que ir a tope en esa etapa”, se aventuró Sergio Higuita, el pequeño escalador de Education First, quien sigue acostumbrando su cuerpo al inclemente e indescifrable clima del verano francés.

Sólo dos corredores, de los que sobreviven en el Tour 2021, han pasado primeros por el Ventoso: Chris Froome y Thomas De Gendt. Ambos han perdido la fuerza de antaño, pero siguen ahí, navegando en los últimos puestos de una competencia que alguna vez los hizo gigantes.