Corren rumores por los pasillos del Tour de Francia, rumores que hablan de una ruptura irreversible entre Nairo Quintana y su equipo, el bretón Arkea Samsic, con mucha hinchada en todo el territorio francés. Los directivos de la escuadra gala, según parece, no están a gusto con Nairo y, a su vez, el colombiano tampoco se encuentra conforme.
Tras dejar el Movistar, en 2019, Nairo pasó al Arkea buscando nuevos aires y, ante todo, queriendo volver a ser líder y tener, como antes, altas aspiraciones. El conjunto de Bretaña le ofrecía eso, pero no le garantizaba correr lo mejor del calendario Pro Tour, pues no hace parte de la lista World Team, la primera división del ciclismo mundial, sino que navega en la segunda división, la de los Pro Team.
Para estar en las grandes carreras, el Arkea debe ser invitado y, para eso, debe sumar puntos en su clasificación. Pero resulta que entre los Pro Team se encuentra el poderoso Alpecin Fenix, de Mathieu Van der Poel, equipo que, en 2019 y 2020, ganó el primer lugar de su división y se ganó, por derecho, las invitaciones a las grandes, por encima del Arkea, que, por ser francés, al menos tenía asegurada una wild card para el Tour.
Nairo, consciente de todos esos problemas, aceptó el contrato, un muy buen contrato, y asumió el reto de liderar el conjunto de Yvon Ledanois y Sebastian Hinault. Pero los dirigentes del equipo no lo arroparon bien. Le cumplieron con llevarle a Winner Anacona y a Dayer Quintana, pero no firmaron escaladores de primer nivel, y Nairo, como en Movistar, entendió que debía remar solo si quería volver a las primeras planas.
Se ganó el Tour de la Provence y el Tour de los Alpes Marítimos, e hizo sentir su fuerza en la París Niza, en la Vuelta a Asturias y hasta en el mismo Tour de Francia, donde el año pasado ganó una importante etapa.
Pero él solo no podía sumar los puntos necesarios para ganar la clasificación Pro Team, y menos contra un portento como Van der Poel, que cada semana celebra en algún rincón del mundo. Tan sólo Nacer Bouhanni, en una que otra competencia menor, salvaba los platos.
El equipo entró en un torbellino de problemas por los malos resultados. Problemas con los patrocinadores, con los dueños y, sobre todo, con los corredores. Yvon Ledanois, sin pelos en la lengua, llegó a decir que “no tenemos corredores ganadores, no tenemos corredores que se esfuercen por conseguir victorias”, y en esa acusación incluyó, aunque subrepticiamente, a Nairo.
Y así, en medio de esos huracanes, el equipo llegó al Tour. A Nairo le negaron la posibilidad de traer a Winner Anacona y a su hermano Dayer. El Arkea se la jugó por velocistas, para acompañar a Bouhanni, pero no les salió bien la apuesta.
Bouhanni dejó hoy la competencia, al igual que la abandonaron Barguil, Delaplace, McClay y Russo. Sólo quedan tres corredores: Connor Swift, Eli Gesbert y Nairo, quien, hasta ahora, es el único que ha respondido, el único que ha batallado, el único que ha honrado a los patrocinadores.
“Nos estamos quedando sin equipo. Espero que podamos llegar los tres a París”, dijo con cierta molestia el ‘Cóndor’ de Cómbita, quien hoy, como siempre, se batió con uñas y dientes para recuperar el liderato de la montaña, pero como un llanero solitario, sin ayuda, y contra rivales muy fuertes y bien acompañados.
“Es duro porque Woods y Poels tienen más equipo y, de esa forma, pueden controlar y regular”, señaló Nairo, quien sigue confiando en Los Pirineos, montañas en las que ya ha ganado y en las que, en 2019, se montó como líder parcial de la Vuelta a España.
“Lo seguiré intentando, sólo me queda eso”, anunció el colombiano, quien seguramente, por cómo van las cosas, no seguirá en el Arkea en 2022.