Los inicios
La niñez de Chaplin estuvo marcada por la pobreza, el hambre, la crueldad y la soledad. Dichos asuntos se convertirían en los principales temas de sus comedias silentes. El joven Chaplin vio a su padre morir a causa del alcoholismo y a su madre volverse loca, forzándolo a él y a su hermano Sydney a vivir en varios orfanatos. Su escape de la miseria se dio a través del teatro, donde a la edad de 16 años, ya estaba interpretando papeles secundarios en obras de poca monta.
Gracias a su hermano (quien luego se convertiría en agente y actor recurrente en sus películas), Chaplin aseguró un trabajo en el teatro de variedades de Fred Karno, apareciendo como un borracho en A Night in the English Music Hall y en los sketches cómicos Mummingbirds y Harlequinade in Black and White. Cuando el teatro de Karno estaba de gira por los Estados Unidos, Chaplin fue visto por el legendario productor de cine Mack Sennett, quien, impresionado por tu talento, lo contrata para su compañía Keystone.
La vez que Chaplin decidió hablar para rechazar la guerra
Los Cortometrajes (1914-1923)
Las interpretaciones de Chaplin se basaban en las tradiciones de la pantomima de los teatros de variedades franceses e ingleses, un estilo decididamente fuera de lugar en el mundo mecanizado de Sennett, quien dirigía su estudio con la eficiencia de la producción en serie, filmando de a dos películas a la semana y permitiendo no más de diez tomas por película. Para un actor acostumbrado a refinar sus personajes noche tras noche con la compañía de Karno, el estilo de Sennett fue como una cachetada para Chaplin.
En su primera película para Sennett, un cortometraje llamado Making a Living (1914), Chaplin interpretó a un periodista, imitando el estilo del comediante francés Max Linder, actor que marcaría una fuerte influencia para él y que terminaría siendo su amigo, antes de que se suicidara junto con su esposa en 1925. Pero es en Kid Auto Races At Venice (1914) y en Mabel’s Strange Predicament (1914), donde Chaplin aparece por primera vez con el traje emblemático que identifica al vagabundo Charlot (personaje influenciado por los comediantes Dan Leno y Fred Kitchen de sus días con Karno), con sus pantalones anchos, zapatos rotos, bigote particular, bastón, sombrero y una manera muy peculiar de caminar.
Los cortometrajes hechos para Keystone evidencian la habilidad de Chaplin para comunicarse con su audiencia. Mientras que los bufones cómicos de Sennett hacían uso de la comedia física en una especie de orgía de golpes, tortazos y patadas, Chaplin se robó la atención de la cámara con su carisma. Para su película número trece, titulada Caught in the Rain (1914), Chaplin ya se había convertido en director y la fisura entre los estilos de Sennett y de Chaplin comenzó a ser más evidente. Chaplin comenzó a mover la cámara más cerca de lo que Sennett permitía, logrando que se resaltara la expresividad de su rostro y que su traje funcionara como una extensión de su personaje, más allá de ser el distintivo de un personaje bufonesco.
Chaplin le agregó al mundo frenético de las comedias de Keystone, un mundo de emociones y una habilidad para expresar pensamientos y sentimientos en una línea más cercana a los actores dramáticos de la época como Lillian Gish, que a los comediantes de su tiempo como Ben Turpin. Además, disminuyó el ritmo acelerado de Keystone, reduciendo el número de gags por película e incrementando el tiempo dedicado a cada uno.
Al cabo de un año, Chaplin ya había revolucionado la comedia fílmica, transformando las farsas de Sennett en una forma artística que introdujo la caracterización, la mímica y el patetismo a la comedia física conocida como slapstick. Como director, Chaplin introdujo, en palabras del teórico André Bazin, una “comedia del espacio” en donde su personaje de Charlot el vagabundo, interactuaba de una manera recursiva e imaginativa con los objetos, animales y personas en la puesta en escena.
Las técnicas actorales sutiles y reflexivas de Chaplin, también cambiaron de manera radical la noción de la actuación en cine, permitiendo que la acción fuera motivada por el carácter del personaje, más que por una fuerza exterior. Gracias a Chaplin, la comedia comenzó a centrarse más en el actor que en los eventos que le sucedían: un énfasis en el personaje más que en la situación, que marcó la pauta para los logros posteriores de Buster Keaton, Harold Lloyd, Harry Langdon y Stan Laurel y Oliver Hardy.
Pero fue el público quien llevó a Chaplin de estrella de cine a figura mítica. En 1915 ya estaba en boca de todos gracias a sus películas, pero también a sus dibujos animados, poemas, tiras cómicas, muñecos, juguetes y libros. Hoy en día casi todas las personas del mundo identifican a Chaplin, pero es muy probable que sean unos pocos quienes hayan visto sus películas.
Agnès Varda: un cine sin techo ni ley
Después de abandonar a Sennett, que le pagaba 150 dólares a la semana, Chaplin firmó con los estudios Essanay por 1.250 dólares a la semana. En Essanay, Chaplin comenzó a organizar su propia compañía productora y, con el descubrimiento de Edna Purviance como figura femenina protagónica, Chaplin introdujo un elemento sentimental y de caballerosidad en sus películas. Sin embargo, el factor anárquico heredado de Sennett todavía era un ingrediente dominante, el cual era temperado con unas altas dosis de humanidad, al mismo tiempo que los gags incluían un cierto grado de experimentación. Asimismo, con los cortometrajes The Bank y The Tramp de 1915, Chaplin introdujo un nuevo y paradójico giro a sus comedias: el final triste.
Las 12 películas que Chaplin dirigió y protagonizó con la compañía Mutual y realizadas entre 1916 y 1917, se encuentran entre sus más grandes logros: One A.M. (1916), The Pawnshop (1916), Behind The Screen (1916), The Rink (1916), Easy Street (1917), The Cure (1917), The Immigrant (1917) y The Adventurer (1917), revelan a todo un maestro de la actuación, que supo utilizar con maestría la mímica y la sátira, el sentimiento y la comedia física, todo estructurado en un conjunto sin igual.
En 1918, Chaplin fue el primer actor en firmar un contrato por un millón de dólares con First National, compañía que inclusive le construyó su propio estudio. En las películas que realizó para este estudio como A Dog’s Life (1918), Shoulder Arms (1918) y The Pilgrim (1923), Chaplin tomó sus primeros pasos serios hacia el largometraje.
La Revista Chaplin (1959)
En 1959, se estrena en cines una recopilación de los tres grandes cortometrajes que Charles Chaplin hizo para First National, bajo el título de La Revista Chaplin.
Para esta presentación de dichas comedias silentes, Chaplin compuso música nueva y elaboró un prólogo en el que introducía sus obras a las nuevas generaciones.
En A Dog’s Life, Charlot el Vagabundo se encuentra en la calle a Scraps, un “perro criollo pura sangre” con el que comparte varias peripecias. La actuación del perro casi desplaza a la de Chaplin y Edna Purviance completa el grupo de almas desamparadas en busca de comida y cariño.
Shoulder Arms nos muestra a Charlot como un torpe soldado que presta servicio en la Primera Guerra Mundial. Este corto se sirve del inmenso talento de Chaplin para la comedia física e incluye de nuevo a Edna Purviance y a Syd, el hermano de Chaplin, en un doble papel pues interpretaba al Kaiser alemán y a un compañero de armas de Charlot.
En The Pilgrim, Charlot es un delincuente prófugo que se hace pasar por el nuevo Pastor de un pequeño poblado de creyentes. La escena en la que Chaplin debe lidiar con un pequeño niño desobediente, es de lo mejor de su repertorio (eso ya es mucho decir). Además, el corto logra un perfecto equilibrio entre lo disparatado y lo emotivo.
Se podría decir que La Revista Chaplin es un testimonio de cómo su enorme talento se evidencia mucho mejor en los formatos cortos, donde era prácticamente insuperable.
Primeros Largometrajes (1921-1923)
El Niño (1921), obra que en realidad terminó siendo una extensión de la película de 3 rollos planteada inicialmente, y se convirtió así en el primer largometraje de Chaplin, comprobó que su personalidad podía sostener la duración de una película por más de una hora, expandió los parámetros de la comedia fílmica y abrió los caminos para los futuros largometrajes de Harold Lloyd y Buster Keaton. Esta obra incluye la impresionante actuación infantil a cargo de Jackie Coogan, a quien Chaplin descubrió en el vodevil y quien, ya como adulto, se haría famoso en la televisión interpretando al Tío Lucas en la serie La Familia Addams.
En 1919, Chaplin (junto con sus amigos y colegas Douglas Fairbanks, Mary Pickford y D.W. Griffith) conformaría a United Artists como un vehículo para distribuir sus películas sin las interferencias de los los jefes de los estudios y sus ansias de control. Dos años más tarde Chaplin estrenaría su primera producción para United Artists, la atípica Una Mujer en París.
Una Mujer en París (1923)
Para 1923, Charles Chaplin quería darle a su frecuente colaboradora, la actriz Edna Purviance (quien trabajaría con él en más de 30 filmes), la oportunidad de tener una carrera independiente. Así mismo, Chaplin deseaba aventurarse en el drama.
Una Mujer en París fue el primer drama de Charles Chaplin y la primera cinta dirigida y escrita por él que no lo incluye como protagonista (aunque aparece una vez, fugaz). El público no aceptó el cambio de Charlie al drama y tampoco perdonó que no apareciera en su película. El resultado fue el primer fracaso de taquilla para el comediante y no ayudó en nada a la carrera de Purviance.
La historia de Una Mujer en París se centra en la vida de una joven llamada Marie Saint Clair (Purviance), quien desea casarse con su novio, Jean Millet (Carl Miller), y viajar a París. El padre de Jean enferma y este no puede acudir a la estación de tren. Es así, que Marie, sin saber los motivos de su ausencia, viaja a París sin su prometido. Un año después, ella se ha convertido en la amante de un hombre rico, llamado Pierre Revel (un excelente Adolphe Menjou), pero se encontrará en una encrucijada entre el verdadero amor y los lujos, ya que vuelve a encontrarse con Jean en París.
Esta cinta terminó siendo una gran influencia para directores como Ernst Lubitsch y Michael Powell. En 1977, fue re-estrenada con una nueva banda sonora compuesta por Chaplin (siendo este su último trabajo para el cine). La crítica la recibió en ese año de una manera espectacular y muchos la catalogaron como una de las mejores películas silentes de la historia.
Lo cierto es que Una Mujer en París nunca llega a ser del todo un drama, ya que incluye numerosos momentos de un humor elegante. Tampoco es la mejor cinta muda de la historia, pero sí es un clásico olvidado, el cual, si no se ha visto, debería verse y si ya se vio, debe revisarse.
Los Clásicos (1925-1936)
Chaplin recuperó la admiración de su público con la obra maestra La Quimera de Oro (1925). Desde aquí sus producciones comenzaron estrenarse en un mayor lapso de tiempo, mientras que refinaba su arte, lo cual sometió a su personaje de Charlot a un escrutinio microscópico y obsesivo.
En El Circo (1928), Chaplin investigó sobre la naturaleza de la comedia y los límites de lo que su público podía aceptar o no. Luces de la Ciudad (1931), la obra maestra definitiva de Chaplin, es un estudio íntimo que coquetea con la delgada línea entre la comedia y la tragedia, así como una especie de idealización del vagabundo Charlot. Con Tiempos Modernos (1936), Chaplin le dice adiós al vagabundo, dejando a la sociedad en ruinas gracias a su sátira corrosiva y su fuerte comentario social.
La Época Madura (1930-1967)
La apariencia de Chaplin y de sus películas cambió radicalmente durante este período, en la que pudo ser una respuesta a una serie de escándalos que lo abrumaron emocionalmente. Asimismo, Chaplin había restringido de manera considerable sus producciones. Los escenarios utilizados por este, evidenciaron una mirada a la dura realidad de los Estados Unidos de los años 30 y su sentimentalismo se hacía cada vez más oscuro, cínico y falto de esperanza (“Un vagabundo viejo ya no es gracioso”, explicó una vez).
El Gran Dictador (1940)
La similitud entre el bigote de Adolf Hitler y el de Charles Chaplin (algo que el director Alexander Korda le hizo notar a Chaplin), es la base de esta popular comedia acerca del intercambio de identidades entre un barbero judío y un malvado dictador llamado “Hynkel”.
Estrenada meses antes de la intervención de los Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial, con el presupuesto más alto para una película de Chaplin y siendo la primera película sonora del director, El Gran Dictador significó un trabajo lleno de controversias. Hitler mismo prohibió la película en Alemania y en todos los países ocupados por los Nazis (se dice que la vio dos veces). Hasta 1958 la cinta se estrenó en Alemania.
El Gran Dictador se realizó antes de la invasión a Polonia y del holocausto judío, y fue el más grande éxito de taquilla para el talentoso actor y director. Pero si se toma distancia y se revisa la película por lo que es, se encontrará que no es demasiado divertida, que no evidencia el enorme talento de Chaplin y que peca por exceso de metraje. Su valor está en la experimentación de Chaplin con el sonido, en un discurso hecho en un “falso alemán” el cual es el núcleo de la cinta. Sin embargo, el discurso final y solemne de tres minutos de duración, en el que Chaplin se sale de su personaje para dar su opinión sobre lo absurdo de la guerra, sigue siendo vigente. Pero en últimas, El Gran Dictador continúa siendo el trabajo más sobrevalorado del actor y director.
Monsieur Verdoux (1947)
Considerada por el mismo Chaplin como la película más brillante e inteligente de su carrera, Monsieur Verdoux fue producto de la compra de una idea original de Orson Welles por cinco mil dólares, cuando el director le contó que quería hacer un documental sobre la vida del asesino de mujeres Henri Désiré Landru, quien fue guillotinado en 1922. Chaplin vio en esa biografía escabrosa, un excelente material para una realizar comedia.
Al principio Welles iba a dirigir al comediante, pero Chaplin decidió tomar absoluto control de la obra. Sin embargo, Verdoux terminaría siendo el segundo gran fracaso para Chaplin, luego de Una Mujer en París. Paradójicamente, ambas cintas son consideradas actualmente clásicos infravalorados.
Monsieu Verdoux cuenta la historia de un hombre, en apariencia apacible, quien, para mantener a su esposa enferma, seduce a ancianas para asesinarlas y quedarse con su dinero. Un material muy alejado de las posibilidades de la comedia, Chaplin logra que todo funcione a la perfección; uno de sus pocos defensores en ese período, el crítico James Agee, consideró que la actuación de Chaplin en Verdoux era una de las mejores interpretaciones cinematográficas de todos los tiempos… y no está muy alejado de la realidad. Lo cierto es que esta película constituye otra obra maestra para Chaplin y es una las mejores exponentes de la comedia negra.
Candilejas (1952)
La última cinta que Chaplin logró producir en los Estados Unidos (antes de ser exiliado por su simpatía con las ideas de izquierda), fue la melancólica Candilejas, la cual inicialmente fue pensada como una novela por el director y que incluye la última actuación en la carrera de Edna Purviance.
Este triste homenaje a los actores decadentes, que cuenta sobre la relación entre un comediante alcohólico llamado Calvero, al que su público ha olvidado, y una bailarina suicida con parálisis psicológica llamada Theresa (Claire Bloom), también incluye la única aparición en pantalla de Chaplin y ese otro gigante de la comedia llamado Buster Keaton.
La prensa siempre vio a los dos comediantes como rivales y, al parecer, al principio fue así. Sin embargo, Chaplin contrató a Keaton para su cinta en un momento en el que el actor se encontraba en un mal momento económico. Aun en esas circunstancias, Keaton recuerda que, pese a su salud y éxito, Chaplin se veía más deprimido que él. Eso se refleja en esta película, la más triste y oscura de su filmografía.
Un Rey en Nueva York (1957)
A finales de la década del cincuenta y con un fracaso a cuestas, Charles Chaplin había pensado en resucitar al vagabundo Charlot, ahora como un anciano e inclusive insistir con el regreso del asesino en serie Verdoux. Sin embargo, su esposa y su asistente lo convencieron de tomar un rumbo diferente.
El resultado fue la comedia Un Rey en Nueva York, la cual marca la última aparición en pantalla para Chaplin y su penúltima película como director: el fracaso de Una Condesa de Hong Kong, una comedia romántica de 1967 protagonizada por Marlon Brando y Sophia Loren, cerraría definitivamente su filmografía.
Chaplin se encontraba exiliado en su país natal, Inglaterra, por lo que tuvo que filmar esta cinta en un tiempo récord de 12 semanas, algo que afectó sobremanera su perfeccionismo característico al filmar. A eso se le suman los constantes enfrentamientos con el fotógrafo Georges Périnal, que terminaron en un manejo de la luz descuidado y con algunos errores técnicos; todo esto además del problema que implicaba la locación: Una cinta ambientada en Nueva York, pero filmada en Europa.
De todas maneras, la cinta llega a ser encantadora y muy adelantada para su época. Chaplin interpreta aquí a Shahdov, el rey de un país ficticio que huye hacia los Estados Unidos por causa de una revuelta. Y luego de que su asistente le robara toda su fortuna, Shahdov, quien pensaba ofrecer un plan a los norteamericanos para utilizar la energía nuclear en algo constructivo y no en la producción de armas de destrucción masiva, termina convirtiéndose en una celebridad mediática por accidente.
Chaplin incluye en su comedia de enredos a su propio hijo, Michael Chaplin, quien interpreta de una manera impresionante a Rupert Macabee, un niño precoz con unas ideas de izquierda avanzadas. El vínculo de Shahdov con Rupert hace que el gobierno estadounidense acuse al rey de ser comunista. Esta es la oportunidad de Chaplin para vengarse de todas las acusaciones de las que fue víctima en la vida real, y llega a su cúspide con una divertida escena en la que Shahdov moja con una manguera de bomberos a todos los respetados miembros del comité de actividades anti-americanas.
Al público de los Estados Unidos no le pareció graciosa la premisa de Un Rey en Nueva York, y la película terminó siendo estrenada en ese país 15 años después en 1972. En Europa la cinta fue recibida de una manera tibia, pero hoy es una prueba más del inmenso talento de Chaplin y una sátira corrosiva sobre el poder de la cultura mediática, algo que hoy se siente como profético.
El Final
Charles Chaplin murió en 1977 y aunque recibió dos Oscar honoríficos en 1928 y 1972, nunca recibió un premio Oscar como Mejor Actor o como Mejor Director, algo imperdonable para la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas. Su gusto por las mujeres muy jóvenes, así como su ideología de izquierda, perjudicaron el final de su carrera. Pero Chaplin sigue siendo, sin lugar a dudas, el artista más importante que haya producido el séptimo arte, el actor más popular en la historia del cine y uno de los iconos más universales y reconocidos que haya producido la cultura popular.
*Crítico de cine para las revistas Rolling Stone y Playboy Colombia y docente en la Escuela Nacional de Cine.
El ciclo de 10 películas de Chaplin que presenta Cinecoplus.com incluye Una Mujer en París, Un Rey en Nueva York, Monsieur Verdoux, El Gran Dictador, La Revista Chaplin, Luces de la Ciudad, Tiempos Modernos, El Circo, El Niño y Candilejas.
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