Dr. Strange fue una apuesta arriesgada de Marvel. El personaje de las historietas no es tan bien conocido como Capitán América o los X-Men. Sus aventuras ocurren en místicos planos de existencia y su arma es la magia. Es un personaje tan extraño como lo sugiere su nombre (‘extraño’ en inglés).
Pero gracias al director Scott Derrickson y el talentoso Benedict Cumberbatch Dr. Strange resulta ser una película divertida. El actor británico logra una difícil mezcla de arrogancia y vulnerabilidad que hace entrañable al personaje. La película en sí se mueve rápidamente, sin perder el tiempo. Derrickson aprendió a la perfección una de las lecciones más difíciles del cine: no contar, sino mostrar. Establece los personajes y la trama en las primeras escenas, evadiendo con gracia la gran trampa en la que caen tantas películas de superhéroes: desgastarse explicando los orígenes del personaje. Otros escollos que evita: los personajes secundarios y los villanos poco interesantes. Tilda Swinton es magnética como la misteriosa maestra de Strange y Mads Mikkelsen trae su conocida intensidad como malo de la película. El centro emocional de la obra se encuentra en la personalidad de los tres protagonistas, y en cómo se reclacionan entre ellos. Strange también es una película divertida. Es consciente de lo ridícula que es su premisa y no tiene miedo de burlarse de ella. Los chistes son acertados pero no le restan tensión dramática, en vez solo realzan la experiencia. Hay una escena que resume el espíritu del largometraje: Strange, a punto de empezar a luchar contra el villano, no logra explicar bien su nombre. “Es Strange (es raro)” dice, con una cara que muestra que entiende el doble significado. “Quizás- responde el personaje de Mikkelsen, su cara magullada por su uso de magia oscura- ¿quién soy yo para juzgarlo?”. Finalmente, se tiene que resaltar el asombroso trabajo de efectos visuales. Es de las pocas películas que vale la pena ver en 3D. Los escenarios se descomponen, la gravedad cambia, la realidad se desafía, los planos de existencia se ondulan y estallan en mil colores. Derrickson tomó la idea de un hechicero interdimensional con la capacidad de proyectarse en el plano astral y le sacó el máximo provecho, presentando todos los aspectos del mundo místico: desde lo más bizarro hasta lo más hermoso. Los hechizos cobran vida con luz y movimiento. Dr. Strange es un logro para Marvel: es una película que encarna un espíritu de magia y misticismo y los detalles visuales del mundo de las historietas, sin tomarse muy en serio tampoco. Es una obra que quiere que su audiencia pase un buen rato en el cine, y con un excelente elenco y un director con una visión clara, cumple con creces su meta.