“Los protocolos para retomar las grabaciones son complejos y costosos. En China, por ejemplo, todo el equipo tiene que encerrarse en un hotel durante 15 días antes de iniciar el rodaje,” dice el director y productor colombiano Harold Trompetero. “Somos 60 personas en mi equipo. Estábamos parados. Veía la cosa complicada.”
La luz al final del túnel se vio cuando se hizo posible grabar una campaña publicitaria con celulares, y con las personas mandando tomas desde sus casas en distintas partes del país. “Me di cuenta de que funcionaba, y vi viable hacer una película,” dice.
Junto con Alejandro Matallana -guionista con el que trabaja- escribió una historia que profundiza en cómo las personas están viviendo este complejo momento. “Quisimos contar lo que está pasando en los hogares. Nadie ha hablado de la pérdida de la intimidad del individuo durante el confinamiento. Cuando uno está encerrado con la familia, el único lugar que tiene para estar con uno mismo y gritar, llorar y soltar sus secretos, es el baño. Decidimos contar historias que giraran en torno a ese espacio,” explica Trompetero.
El proyecto comenzó sin mucho presupuesto; pero a nadie le importó. “Yo pensé que no iba a volver a actuar en mucho tiempo,” dice la actriz Marcela Carvajal, quien interpreta a Margarita en la película. “Cuando me llamó Harold estaba encantada.”
“Con los primeros minutos de material hicimos el “trailer” -que sale a comienzos de junio- y conseguimos el patrocinio de Cine Color,” dice Trompetero. A partir de ahí, todo encajó rápidamente. “En una semana hicimos todo el papeleo: obtuvimos los seguros de rodaje; gracias a la oficina de cinematografía del Ministerio de Cultura certificamos la película, conseguimos los derechos de autor…etc. Esos trámites normalmente se demoran meses.”
La dinámica de rodaje fue así: como era muy complicado estar contantemente dando instrucciones por video llamada, se hizo una lectura de guion con todo el equipo a través de Zoom. “Marcamos unas pautas, pero les dimos mucha libertad a los actores,” cuenta Trompetero. Eran 22 en total, unos en Bogotá, otros en Miami, Nueva York, Girardot y Apulo. Todos eran viejos conocidos. “Busqué gente con la que ya había trabajado.”
“Yo rodaba con mi marido, quien hace su debut como actor. Él me filmaba, luego yo lo grababa a él, y nos íbamos dando consejos. Yo había dirigido antes entonces no me era totalmente ajeno, y me gocé la parte creativa,” explica Carvajal.
“Como teníamos 13 o 14 unidades de rodaje, el proceso fue casi que en simultáneo. Ellos grababan durante el día y nos enviaban el material. Nosotros editábamos por la noche y, si tocaba hacer cambios o ajustes, les avisábamos por la mañana,” cuenta Trompetero.
En un principio se pensó en mandarles cámaras a los actores, pero tendrían que tomar un curso para poderlas usar. Por eso decidieron trabajar con celulares. Los configuraron para que estuvieran en resolución 4K y utilizaron el micrófono de los aparatos para grabar el sonido. “A los actores que estaban solos les mandamos un trípode para que pudieran cuadrar el celular,” explica Trompetero.
“Cuando estábamos en la preproducción de la película me topé con una frase de Darwin: en el proceso de evolución de las especies, no sobrevive ni el más inteligente ni el más fuerte, sino el que mejor se adapte a las circunstancias. Esa fue mi filosofía durante todo el proyecto.”
La semana pasada terminaron el rodaje y revisaron el corte final. “Lo que más me entusiasmó del proceso fue ver como un grupo de personas se adaptó a las circunstancias, rompió los parámetros a los que está acostumbrado -luces, camiones, maquilladores, cámaras-, y siguió trabajando. Es más, la misma adversidad nos daba más coraje y más creatividad. Ese es el verdadero mérito del proyecto.”
“Si me hubiera ceñido a las condiciones normales hubiera necesitado 10 veces más presupuesto. Además, las circunstancias hicieron que la creatividad que puede poner un director se multiplicara por 40. Esta película es una creación colectiva, no el resultado de una persona dándole instrucciones a un grupo,” explica Trompetero.
Haber rodado “El baño” en cuarentena, ha hecho que el colombiano vea el actual panorama del sector cinematográfico con más optimismo. “Esta es una forma de arrancar a trabajar. La implementación de protocolos no es la única solución. Nosotros ya estamos pensando en otros proyectos que vamos a rodar, y tenemos adelantados un par de guiones. En Perú ya se filmó el piloto de la serie web de “El baño,” y estamos mirando cómo replicar el modelo en otros países. La demanda de material audiovisual es demasiado grande en este momento y la oferta es mínima.”
“El baño” será de las primeras películas colombianas que se exhiban en cine apenas reabran los teatros. “La producción cinematográfica del país depende de que los colombianos vayan a cine. El Fondo para el Desarrollo Cinematográfico se nutre de la cuota parafiscal de los teatros, y este año va a ser casi nula,” dice Trompetero. “Esta película tiene dos mensajes: 1) se puede seguir haciendo cine. 2) Hay que volver a los teatros para que la industria del cine colombiano siga en movimiento. De eso dependen no sólo actores, productores y directores. También cocineros, choferes, maquilladores, los que venden los perros calientes en los teatros…etc.”
A Carvajal, por su parte, tampoco la detiene la pandemia. Después de grabar “El baño” comenzó a trabajar en una obra de teatro con el cineasta Dago García. “Por ahora empresas próvidas compran la función y la trasmitimos por Zoom. En ese medio es muy difícil hacer teatro con varios actores, entonces soy sólo yo. Vamos a tratar de hacer otra con Patrick Delmas pero es más una charla,” cuenta. “Con Gustavo Ángel ofrecimos la versión digital de un taller que les enseña a los trabajadores de empresas a hablar en público utilizando ejercicios de actuación. El Fondo de Empleados de Alpina nos lo compró.”
“Toca buscar salidas con lo que tenemos a mano,” dice Carvajal.