Tenía razón el escritor Ricardo Piglia cuando anotó en su diario que “en la ópera, la situación es tan extrema que el dolor se expresa cantando, la gente ya no puede hablar y resulta natural que cante”.Un recurso narrativo que asumieron con plenitud teatral dos héroes melodramáticos: el músico que parecía tener un coro en su nombre, Giacomo Antonio Domenico Michele Secondo María Puccini, y su paisano de Bergamo, Domenico Gaetano María Donizetti, de quien se dice que dominó el escenario de la ópera italiana durante los siete años que transcurrieron entre la muerte de Bellini en 1835 y el surgimiento de Verdi en 1842.Tan viscerales para expresar el dolor según Puccini en La bohemia y Tosca, o el humor según Donizetti en El elixir de amor –una parábola acerca de las ilusiones, engaños y recompensas del amor como aventura azarosa-.
Ayudaban los libretistas: Luigi Illica y Giuseppe Giacosa, con los que Puccini escribía, reñía, se amenazaba y, al final, se reconciliaba para continuar con el espectáculo, y Felice Romani, un autor codiciado por todos los que sabían de su calidad y capacidad para trabajar, de su refinamiento para adaptar a la ópera italiana obras de teatro francesas, logrando el prodigio de multiplicar sus colaboraciones con cerca de cien compositores, entre ellos Donizetti, aparte de escribir crítica literaria en la Gazzetta ufficiale piemontese, de la que fue su editor.“Quien vive para el amor, muere por el amor”, canta en Il tabarro de Puccini un vendedor callejero.Es por el amor que viven y mueren Floria Tosca y Mimí, la modista tuberculosa de La bohemia. A las dos las reúne su pasión desafortunada, que las conduce a la muerte. En Tosca como una consecuencia trágica de los equívocos pasionales que sufre Floria durante las guerras napoleónicas, tan épicas como su amor sin futuro, y en La bohemia por el lugar común del artista famélico en un París romántico, hasta que la enfermedad lo arruina todo.Dos óperas con un registro contrario al humor ligero y los caprichos del candoroso, casi estúpido, Nemorino, convencido del poder que tiene “el elixir de amor” que le compra a un estafador, y la rica y traviesa Adina –consiguiendo Nemorino una dimensión heróica cuando los intérpretes que lo han encarnado en la historia de la ópera cruzan nota a nota los escollos que representan para voces menos dotadas que las de Pavarotti o Villazón cantar “Una furtiva lágrima”-.
Así, entre el llanto amargo de la desgracia o las sonrisas que pueden causar tanto Puccini como Donizetti, el público festejará las proezas de sus óperas cuando las vea y escuche de nuevo, acaso con la misma intensidad que se descubre en la Arena de Verona, en el Sferisterio de Macerata o en el Met de Nueva York, escenarios donde se honra el virtuosismo del bel canto –la expresión de la voz humana en toda su capacidad según los términos líricos de un melodrama-. Funciones en Cine ColombiaTosca - Enero 27 (directo), febrero 17 (diferido) El elixir del amor - Febrero 10 (directo), 3 de marzo (diferido)La bohemia - Febrero 24 (directo), 7 de abril (diferido)
En pantallas selectas de Bogotá, Cali, Medellín, Bucaramanga, Barranquilla y Cartagena. Con el apoyo de la Embajada Italiana en Colombia y el Instituto Italiano de Cultura en Bogotá.Para más información, haga clic aquí.