Fue hace ya veinte años que Danny Boyle (Slumdog Millionaire, 2008) presentó en cines Trainspotting, una película que a la larga se convertiría más en una obra de culto que en un clásico. Con un guion de su habitual coequipero John Hodge (La Playa, 2000) que adaptó el libro homónimo del corrosivo Irvine Welsh (Porno, 2002), el cineasta británico nos presentó las desventuras de una pandilla de violentos, amorales y estúpidos drogadictos edimburgueses: Renton (Ewan McGregor), Spud (Ewen Bremmer), Sick Boy (Jonny Lee Miller), Tommy (Kevin McKidd) y Begbie (Robert Carlyle).Más allá de haber dado a conocer a McGregor, la película de Boyle se ganó en su momento una cantidad de seguidores por la empatía que aquel grupo de desadaptados despertó en la audiencia. Sobrepasando la transgresión que suponía exponer explícitamente el crudo y violento mundo de las drogas, o de ser una exaltación de él, una oleada de jóvenes espectadores en todo el mundo se encontró reflejada en la camaradería que cohesionaba a esa tropa. Ese hecho elevó a Trainspotting a la categoría de ícono cultural de la generación noventera, lo volvió una referencia obligada tanto del cine británico como del que se hizo a nivel mundial en esos años. También ayudó que la película tenía una cinematografía que contaba con la iluminación y el montaje atrevido de la estética del video musical, dándole un ritmo eléctrico. Sin duda, la exquisita selección de piezas musicales fue clave para la narración. Clásicos de Iggy Pop, David Bowie y Lou Reed se unieron a las nuevas propuestas de Underworld, Blur, Elastica y Pulp para intensificar los ángulos, los planos y la acción.
En Colombia, el filme influyó en la movida electrónica que se empezaba a despertar entre expunkeros y metaleros. Lugares como Plataforma, Ghetto, Gótica fueron los primeros intentos de copiar a esos clubes europeos donde los DJs se elevaban en tarimas y se adoraban como los nuevos sacerdotes de la fiesta. Para muchos, a este largomentraje le pasa lo mismo que a un producto musical: cada vez que lo volvemos a ver, u oímos su banda sonora, se nota que ha pasado el tiempo; pero no por ello deja de gustar porque al ir ganando años muchas cosas se disfrutan más recordándolas que volviéndolas a hacer.Hoy vemos el tráiler de la segunda parte de Trainspotting y la fanaticada está como el bebé de la película: gateando por el techo. ¿Mad Max o Star Wars? Esperemos a ver con qué nos sale Boyle. ¿Qué tiene Porno —el libro sobre el que se basará la segunda parte— para decirle a los Millenials? Los viejos no necesitamos razones si tenemos Trainspotting 2, parafraseando a Renton. La nostalgia nos llevará a las salas de cine y no sé si hoy veremos con buenos ojos el envejecimiento de esos que fueron nuestros amigos hace veinte años atrás. ¿Nos volveremos a reír de los mismos chistes o ya estamos cansados de ellos? En 17 de enero de 2017 saldremos de dudas.