El lugar común sugiere que las personas hambrientas tienden a ser más propensas a enfadarse. En algunos casos, quienes tienen la sensación de tener el estómago vacío se refugian en esta condición para justificar su irritación. Pero, ¿en realidad existe una explicación científica que relacione al hambre con el enojo?
El profesor Viren Swami, autor principal de un estudio sobre este tema realizado en la Universidad Anglia Ruskin (Inglaterra), destacó que la investigación “se produjo (...) por el interés en indagar sobre el impacto del hambre y la alimentación en las emociones y comportamientos humanos”.
“En algunas especies no humanas, se ha demostrado que la privación de alimentos aumenta las motivaciones para participar en la agresión para obtener recursos alimentarios. En los seres humanos, el hambre se ha examinado en relación con el estado de ánimo y las dificultades de comportamiento, especialmente en los niños, pero los resultados han sido mixtos”, remarcó el experto.
Para entender este fenómeno, el grupo investigador dirigido por Swami estudió los casos de 64 adultos de Europa central a quienes se les analizaron sus emociones y sus niveles de hambre a lo largo del día. El proceso se hizo en un período de tres semanas. Los resultados detallaron que la irritabilidad y el desagrado estaban fuertemente relacionadas con el hambre.
De hecho, añadió un texto de la revista Science Focus, el hambre fue responsable del 34% de la variación en los sentimientos de ira de los participantes. Mientras que para los sentimientos de irritabilidad, el hambre fue responsable en un 37%.
En ese sentido, la investigación de Swami logró dar algunas luces entre este vínculo pero, cabe resaltar, todavía se desconoce la razón exacta por la que el hambre genera sentimientos de ira.
El estudio sugirió que esto se podría deber a los bajos niveles de glucosa en la sangre, que se ha demostrado en experimentos anteriores puede incrementar la impulsividad y la agresión. Además, la falta de alimentación también podría afectar el autocontrol.
“Aunque nuestro estudio no presenta formas de mitigar las emociones negativas inducidas por el hambre, la investigación sugiere que poder etiquetar una emoción puede ayudar a las personas a regularla, por ejemplo, reconociendo que nos sentimos enojados simplemente porque tenemos hambre”, concluyó Swami.
El hambre en el mundo
Ahora bien, cuando se habla de hambre a nivel global es importante remarcar que se trata de una sensación física incómoda o dolorosa, causada por un consumo insuficiente de energía alimentaria. Se vuelve crónica cuando la persona no consume una cantidad suficiente de calorías (energía alimentaria) de forma regular para llevar una vida normal, activa y saludable, según detalló la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
Esta organización explicó que entre 702 y 828 millones de personas enfrentaron hambre en 2021.
El indicador tradicional de la FAO, la Prevalencia de la subalimentación (PoU, por sus siglas en inglés), que se utiliza para monitorear el hambre a nivel mundial y regional, se basa en la información de los países sobre la disponibilidad, el consumo de alimentos y las necesidades calóricas.