En 2016, Dinara Kasko, arquitecta de profesión y pastelera por vocación, captó el interés de la prensa internacional por su novedosa apuesta gastronómica: crear productos de repostería en tercera dimensión (3D).

El proyecto de esta pastelera ucraniana supuso un punto de quiebre en una industria que suele respetar las bases tradicionales del oficio. A Kasko, estos códigos implícitos no le importaron. “Al principio hacía pasteles normales, pero me di cuenta que tenía en la cabeza miles de ideas originales sobre el aspecto que tenían que tener mis bizcochos. Empecé a usar 3D y a imprimir mis propios moldes de repostería”, comentó en una entrevista con el portal 20 Minutos.

Contrario a lo que muchos pensaban sobre la impresión de pasteles en 3D, la iniciativa de Kasko fue tan exitosa que, en los últimos años, fue galardonada con importantes premios y se le incluyó en reputadas listas como la 50 Next de innovadores gastronómicos por sus diseños únicos.

La reputación y el negocio de Kasko crecieron, pero a principios de este año estalló la guerra en Ucrania y todo desapareció. En pocas horas, la pastelera pasó de liderar un ambicioso negocio gastronómico, a ser una refugiada más del conflicto armado.

“La noche del 23 de febrero (de 2022) fui a una reunión de negocios, luego a un restaurante. Bebimos cocteles y todo fue bastante normal. A la mañana siguiente, lo perdí todo”, manifestó Kasko en una conversación con The 50 Best.

Previo a la guerra, la pastelera había invertido unos 60.000 dólares para montar una tienda que tenía una bodega con más de 100 kilogramos de chocolate. Pero mientras el conflicto avanzaba, Kasko regaló los ingredientes para alimentar a los refugiados.

Ahora, y tras evacuar su casa en Kharkiv –la segunda ciudad más grande de Ucrania–, la pastelera vive con sus hijos en el norte de Inglaterra. Desde allí lidera una nueva cruzada, pero esta vez con el objetivo de ayudar a sus compatriotas que sufren el rigor de la guerra.

A partir de su cuenta de Instagram, la red social a la que le atribuye su éxito, Kasko ha recaudado recursos para abastecer de suministros médicos y otros equipos a las ciudades bombardeadas.

En un principio, Kasko usaba su sitio web para recibir las donaciones directas, pero ahora organiza sorteos y les pide a sus más de 735.000 seguidores que donen pequeñas cantidades de dinero para ganar algunos de los moldes geométricos de silicona para pasteles.

“Hemos comprado medicamentos contra el cáncer y otros fármacos, así como equipos –dijo Kasko–. Sigo recaudando fondos porque la guerra continúa en Ucrania y la gente necesita nuestra ayuda”. Sin embargo, en el marco del conflicto bélico, Kasko no es la única figura pública que provee ayuda para los ucranianos.

Su colega Ievgen Klopotenko también creó una red para alimentar a quienes perdieron sus hogares. Por su parte, la escritora de libros de cocina Olia Hercules ha recaudado más de un millón de libras esterlinas para las víctimas de la guerra.

“Todo lo que podemos hacer es hablar de ello tanto como podamos, porque la guerra no se detuvo. Los canales de noticias de todo el mundo dejaron de hablar de eso, pero todavía tenemos una guerra y, desafortunadamente, la gente muere todos los días”, concluyó Dinara Kasko.