Wawira Njiru es la fundadora de Food for Education, una organización que se encarga de alimentar a miles de niños en África por medio de la creación de un modelo sostenible que provee comida nutritiva, de alta calidad y de origen local a los menores en diferentes escuelas primarias públicas. Njiru es exalumna de la escuela Stanford y ha ganado, entre otros galardones, el premio Builders of Africa y el Global Citizen Youth Leadership.
Njiru creció en Ruiru, una pequeña localidad de Kenia, donde fue testigo de cómo la falta de una alimentación adecuada afectaba la vida de sus compañeros. Años después, cuando tuvo la oportunidad de vivir en Australia y estudiar nutrición, decidió liderar una pequeña recaudación de fondos (poco más de 1.200 dólares) para ayudar a alimentar a los niños en la escuela de su región. Con ese dinero también construyó una cocina improvisada y preparó comida para 25 niños, un proyecto que despertó en ella el deseo de enfocar su vida en ayudar a los más vulnerables.
“Nací en una familia de clase media baja, la primera de tres niñas. Mis padres eran muy apasionados por la educación porque crecieron en la pobreza. Eran muy inteligentes y obtuvieron becas para la escuela secundaria, por lo que pudieron transformar sus vidas. Crecer con ese enorme empujón fue muy transformador para mis padres porque así pudieron pagar una casa para vivir”, dijo Njiru en entrevista con el portal The 50 Best.
Tras volver a Kenia, Njiru sentó las bases de Food for Education, una empresa social que proporciona comida a 40.000 niños por día en 41 escuelas en Nairobi, Mombasa y Kiambu. En esta línea, el próximo objetivo de Njiru es alimentar a 100.000 pequeños por día por medio de la expansión del modelo a otros países del continente.
El funcionamiento de Food for Education es circular y recoge el trabajo de los locales. Después de obtener los ingredientes directamente de los agricultores, los alimentos se preparan en grandes cantidades durante la noche en una cocina centralizada de acuerdo con los principios de alimentación saludable que Njiru aprendió como nutricionista capacitada: mucho arroz, frijoles y verduras, con una proporción superior a la media de proteína para potenciar el crecimiento de los niños. Luego, una flota de camionetas lleva los insumos a las escuelas para que sean servidos a la hora del almuerzo.
Dado que Food for Education es financiado por la filantropía, las familias de los niños pagan apenas unos cuantos centavos de dólar por cada comida, lo que convierte estos almuerzos escolares en los más baratos de Kenia.
A pesar de su destacada labor, Njiru ha tenido que enfrentar el machismo recalcitrante en todos los ámbitos de su carrera.
“Como mujer africana existen muchos desafíos relacionados con la forma en que se me percibe en términos de tener metas ambiciosas y también de entusiasmar a la gente con nuestra misión. Todos me han socavado, desde trabajadores de la construcción cuando construimos cocinas, hasta personas en diversas posiciones de poder aquí en Kenia y en todo el mundo. Si observa las estadísticas de recaudación de fondos, las organizaciones sin fines de lucro y las empresas sociales que recaudan la mayor cantidad de dinero no están dirigidas por personas que se parecen a mí”, manifestó.
Sin embargo, y a pesar de la discriminación, Njiru continúa con su trabajo resiliente que le permite a millones de niños estudiar con la barriga llena. Esto es particularmente alentador si se tiene en cuenta que el hambre en África se recrudece cada día más. La continua escasez de lluvias, con sus respectivas sequías, sumada a los conflictos que azotan a estos países, han dejado a más de 1,4 millones de niños al borde de la hambruna en naciones como Somalia, Yemen, Nigeria y Sudán del Sur.