El ajo es una de las verduras que tiene mejores propiedades para regular y mejorar el funcionamiento del hígado. En ese sentido, según Mayo Clinic, gracias a su alto contenido de alicina, es de gran ayuda para limpiar el hígado.
Por su parte, y de acuerdo con un artículo publicado por el portal de nutrición y bienestar UnCOMO, este alimento ayuda a estimular y favorecer la circulación sanguínea debido a su alto contenido de alicina y ajoeno, dos aminoácidos que tienen propiedades hipotensoras y vasodilatadoras.
El portal destacó que dichos beneficios permiten desintoxicar el hígado en la medida que un buen flujo sanguíneo ayuda a que las células tengan más oxígeno, acelerando de esta forma el proceso de depuración de toxinas. A su vez, estos dos aminoácidos convierten al ajo en un antibiótico natural, por lo que su consumo mantiene este órgano limpio de una posible acumulación de bacterias y hongos.
“El ajo tiene propiedades antiinflamatorias que pueden ayudar a regular el trabajo del hígado. Lo recomendable es aplastarlo y luego consumirlo para aprovechar sus propiedades”, añadió la nutricionista Grace Fjeldberg en el portal Mayo Clinic.
¿Qué es el hígado graso?
Cuando una persona es diagnosticada con hígado graso se debe a que tiene una acumulación excesiva de grasa, hinchazón y cicatrización. En ese sentido, es clave recordar que esta condición médica se divide en dos categorías: hígado graso no alcohólico e hígado graso por alcohol.
La primera, también llamada esteatosis hepática no alcohólica, no es resultado directo de alguna enfermedad específica. Sin embargo, según la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la American Liver Foundation (ALF), quienes sufren de diabetes tipo 2, prediabetes, presión arterial alta o hepatitis C pueden ser más propensas a generar esta condición médica.
El doctor Carlos Jaramillo, médico funcional experto en nutrición, destacó que los malos hábitos alimenticios -específicamente el alto consumo de azúcar- pueden ser los causantes del hígado graso. Esto se debe a que dicho órgano no puede procesar adecuadamente todo el azúcar que se consume y empieza a generar ‘reservas’ de energía en forma de grasa.
Los azúcares refinados -que tienen algún proceso industrial y se encuentran en muchos alimentos ultraprocesados- son los más dañinos para el hígado por su alto aporte calórico. Sumado a otros factores de riesgo metabólico como son el colesterol alto, los triglicéridos altos, la diabetes o prediabetes, entre otros, podría desencadenar en una cirrosis, el estado final del daño hepático donde el hígado disminuye su tamaño y se llena de cicatrices y nódulos.
Principales causas de la cirrosis
En la actualidad, aseguró el doctor Jorge Luis Toro Medina, hepatólogo clínico de la Universidad de Antioquia, la principal causa de cirrosis en el mundo es la enfermedad de hígado graso no alcohólico. “Hay estudios poblacionales en los que se indica que alrededor del 25% de las personas en el mundo sufren de hígado graso no alcohólico. En consecuencia, para Colombia, una de cada cuatro personas podría tener hígado graso. Estas estadísticas varían en otras regiones de Latinoamérica”, dijo Toro en conversación con SEMANA.
La enfermedad, además, afecta a individuos de cualquier edad, incluidos los niños, por lo que es posible que la patología no sea diagnosticada de manera temprana, según detalla un informe de los Institutos Nacionales de Salud de EE. UU.