¿Qué clase de adultos queremos para Colombia en las próximas generaciones? Si saliéramos a la calle a hacer ésta pregunta a la gente, incluyendo al gobierno, los empresarios, la Iglesia, los padres de familia…con seguridad todos contestarían: adultos responsables, concientes, honestos, trabajadores, comprometidos con su país, líderes confiables, etc. .pero no estamos educando los adultos que queremos para nuestro país, nuestros sueños y deseos van por un lado y la educación va por otro. La educación que podría ofrecernos adultos como los que queremos, implica un serio compromiso de los padres de familia, quienes deben visualizar lo que quieren transmitir a sus hijos a través de esa educación inconsciente que todos impartimos con el ejemplo y la convivencia diaria en el hogar. Cuando a un hijo se le permite dejar en desorden sus cosas cuando sale de casa, llámese su cama sin hacer o su ropa sin recoger, o se le permite pararse de la mesa sin recoger su plato o correr su silla, o se le permite hablar todo lo que quiera por teléfono, o acostarse a la hora que quiera, etc., será un adulto incapaz de seguir instrucciones, voluntarioso, desordenado e incumplido. Cuando a un hijo se le hace la tarea en cambio de orientarla, se le anima para que dé excusas innecesarias o mentirosas, se le justifica la pereza y la desidia, o no se le permite tomar pequeñas decisiones o asumir pequeños retos con sus consecuencias, estamos educando adultos sin compromiso, superfluos, incapaces de manejar los hilos de su propia existencia y dependientes. Y cuando se deja la tarea de la educación solo al colegio para usarlo como guardería y luego culparlo por los malos resultados, evadiendo la propia responsabilidad, estamos educando adultos inseguros, desesperanzados y sin proyectos propios. Educar a un hijo es acompañarlo a aprender y a crecer, ellos toman de sus padres y del medio todo lo que necesitan para vivir como adultos. Por eso deben encontrar siempre en los padres, acompañantes y maestros, las guías y los modelos a seguir, con límites y firmeza adecuados, pero con las más grandes dosis de amor que les den la suficiente confianza para creer en el futuro, planear, tener objetivos claros y proyecto de vida. El compromiso con el futuro del país es de todos: padres, educadores, gobierno, Iglesia, adultos acompañantes, todos quienes debemos ser concientes de la necesidad de reeducarnos para educar con ejemplo, dedicación y mucho amor.