La crisis se ha convertido en una prueba de fuego para el sector productivo, y la Organización Corona no se ha librado de ello. Ha sido duro para esta empresa de 138 años hacerle frente a la parálisis de la actividad productiva y a la falta de ingresos de un día para otro, sin descuidar la estabilidad laboral ni la incertidumbre que esto trae para el capital humano. Pero en estas circunstancias sale a relucir el verdadero espíritu de las organizaciones, reflexiona Roberto Junguito Pombo, el presidente de esta organización. La compañía lo ha logrado porque tiene un ‘colchón’ de resultados positivos. El anterior fue un buen año para Corona y un respaldo para enfrentar el turbulento 2020. En 2019 los ingresos aumentaron 7,7 por ciento, mientras que la economía del país creció 3,3 por ciento. El resultado se derivó, en buena medida, del positivo comportamiento en las divisiones del retail, Homecenter y Falabella.
También tienen para celebrar los retoques finales de Ecocemento, la nueva planta cementera que fabricará la marca Alión. En ella invertirán, junto a la española Molins, cerca de 400 millones de dólares para producir inicialmente 1,5 millones de toneladas al año. Para Corona la dinámica de los negocios venía muy bien hasta el 15 de marzo. Pero a partir de esa fecha el panorama cambió y la organización tuvo que poner en marcha un plan para hacerle frente a la nueva realidad. Junguito precisa que priorizaron desde el comienzo garantizar el bienestar de sus colaboradores. Con eso en mente, desarrollaron un ambicioso plan de monitoreo de la salud física y psicológica de cada uno de ellos y de sus familias, a fin de tener información permanente y adoptar adecuadamente cada decisión operativa. Desde que comenzó la cuarentena han trabajado para garantizar la salud y la estabilidad laboral de sus cerca de 27.000 trabajadores. No ha sido una tarea fácil teniendo en cuenta el desplome de los ingresos. Por eso recurrieron a créditos y lograron acuerdos con sus empleados para proteger el mayor número de puestos. Además, la organización se ha ocupado de todos los grupos de interés, particularmente de las comunidades aledañas a sus operaciones, que han recibido atención prioritaria. En medio de la emergencia, llevaron más de 12.500 mercados a los habitantes de estas comunidades, así como a los maestros, pintores, plomeros y obreros de la construcción afectados por la parálisis del sector. De ellos, sin duda, dependen sus divisiones Corona Industrial y Sodimac. Mediante ProBogotá donaron 1.000 millones de pesos para aumentar la capacidad en materia de unidades de cuidados intensivos para la capital. Esperan completar 145 unidades adicionales entre julio y agosto, que llegarán justo con el pico de contagios de coronavirus en el país. No es la primera vez que esta compañía, que el 13 de agosto cumplió 139 años, debe lidiar con un entorno adverso. Creada en 1881 como Compañía Cerámica Antioqueña, durante sus primeros 50 años de vida enfrentó muchas vicisitudes hasta que en 1935, con nuevos accionistas, se convirtió en Locería Colombiana, la primera sociedad anónima del país.
Desde el principio se enfocó en procesos industriales, al crear áreas de negocios como los de griferías Grival, sanitarios Mancesa, aislantes eléctricos Electroporcelana Gamma y de insumos industriales Sumicol. En los años noventa se asoció con la chilena Sodimac para entrar en el comercio de productos para el hogar al crear la cadena Homecenter en Colombia y, posteriormente, las tiendas Constructor. Su salto internacional arrancó en 1961 con la inauguración de una fábrica de sanitarios en Estados Unidos, y en 2004 compró Mansfield Plumbing Products, una de las mayores fábricas de productos de plomería en ese país. Hoy la compañía tiene plantas productivas en Colombia, Estados Unidos, México, Centroamérica y Brasil. ¿Qué lecciones deja esta pandemia? “Mi reflexión en esta crisis es que en estos momentos se confirma la importancia de tener estrategias sostenibles. Cuando llegan los tiempos difíciles, se necesita el apoyo de los trabajadores y de todos los grupos de interés. Si las personas se han sentido respaldadas, tienen un enorme compromiso en las buenas y en las malas. Por eso vale la pena apostarle a la sostenibilidad”, dice Junguito. La pandemia ha demostrado la necesidad de crear valor compartido, un tema ya conocido para la organización. De hecho, en su enfoque estratégico la gestión financiera, social y ambiental tienen la misma importancia. Al fin y al cabo, solo en 2019 beneficiaron a más de 236.000 personas de los programas sociales de Corona Industrial y Sodimac Colombia. También capacitaron a más de 23.000 maestros de obra. En materia ambiental, gracias al desarrollo y fortalecimiento de iniciativas de economía circular, Corona logró reutilizar el 81 por ciento del agua en sus plantas de producción. Asimismo aprovechó más de 119.000 toneladas de rotura cerámica y residuos de minerales generados en sus procesos productivos como materia prima en trabajos industriales internos y de terceros. El relacionamiento con el Estado y el fortalecimiento de la justicia y la democracia también han sido ejes de acción de Corona. Por eso financia causas como la Corporación Transparencia por Colombia, la Corporación Excelencia en la Justicia, la Fundación Liderazgo y Democracia, y el Instituto de Ciencia Política, entre otras. Junguito destaca que la ética y los valores corporativos están en el corazón y el alma de Corona. Está seguro de que ese espíritu les permitirá identificar las oportunidades en medio de esta tormenta. Con más de 100 años de historia, Corona está preparada para salir más fortalecida y continuar aportando al desarrollo del país. Porque, como dice Junguito, cuando aparecen las crisis se conoce el verdadero ADN de las compañías. Generación de empleo 2017-2019:
Los empleos directos aumentaron 0,5 por ciento. Crecieron sobre todo en Sodimac Colombia y la Empresa Colombiana de Cementos (Ecocementos). Los empleos indirectos disminuyeron 7 por ciento debido a la reducción de contratistas en logística y transporte y en baños y cocinas.